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Se oyó un golpecito. Algo caminaba haciendo un ruido amortiguado por encima de su cabeza. Paulina oyó un largo maullido. ¿Un gato? ¿Desde cuándo tenía gato? Apretó los párpados, segura de que estaba soñando, y se acurrucó. Acomodó la mejilla sobre algo caliente que olía de maravilla. Inspiró y lo acarició con la mano. Piel firme y dura, suave, y que latía bajo su mano con un ritmo pausado. Se quedó inmóvil. Una respiración lenta se agitaba bajo ella. Despertó de golpe y se encontró con Namjoon completamente dormido bajo su cuerpo, tumbado en el asiento trasero del coche, sosteniéndola por las caderas. Por un momento se distrajo observándole. Estaba guapísimo mientras dormía. Se obligó a reaccionar y pegó un bote.

—¡Dios mío, Namjoon, despierta, nos hemos quedado dormidos y está amaneciendo!

Él gruñó y ella le dio una palmada en el estómago.

—¡Namjoon! —exclamó. Le cogió la cara con una mano y le apretó los mofletes haciendo que sus labios se fruncieran—. Nos hemos quedado dormidos y está amaneciendo. Tu madre... tu madre podría aparecer en cualquier momento por la puerta.

Él protestó en un susurro.

—¿Y qué? Se va a enterar de lo nuestro de todos modos —suspiró adormilado sin abrir los ojos.

—Bueno, sí... Pero no quiero que se entere porque me encuentre medio desnuda en el asiento trasero de tu coche. ¿Qué va a pensar de mí?

Los ojos de Namjoon se abrieron de golpe.

—¿Desnuda? —Levantó el torso para mirarla y sonrió. Estaba agachada buscando algo. Sacó de debajo de su espalda su sujetador y lo agitó en el aire—. ¿Buscas

esto?

Ella lo fulminó con la mirada y se lo arrebató de la mano. Intentó ponérselo, pero sus dedos nerviosos no lograban dar con el cierre.

—Anda, deja que te ayude. —Se colocó tras ella y abrochó el sujetador. Sus manos le recorrieron la espalda y los costados. La besó en la nuca—. Buenos días —le dijo con voz ronca contra la piel.

Ella soltó una risita y le dio un codazo.

—Si tu madre nos encuentra, me muero.

—Okey —cedió Namjoon al fin. Se estiró para poder abrocharse el pantalón.

Paulina terminó de colocarse el vestido y pegó la nariz a la ventanilla para asegurarse de que no había nadie. Estaba eufórica y no quería pensar en ello. Cruzar los límites empezaba a resultarle divertido.

—Despejado —anunció, lanzando una mirada nerviosa a Namjoon.

—Pues vamos allá —replicó él con una enorme sonrisa.

Abrió la puerta y bajó del coche. La ayudó a salir y cogidos de la mano cruzaron la calle. Prácticamente había amanecido y dentro de las casas sus habitantes

comenzaban a despertar. —¿Dónde aparcaste?

—Un poco más abajo —respondió ella, tirando de su mano—. ¡Quieres darte prisa! —lo jaleó.

—¿Por qué? Ya estamos en la calle, si mi madre nos ve...

—Te verá medio desnudo y descalzo, y a mí con un vestido con el que parece que he dormido. ¿Uno más uno...?

Se detuvo junto a su Charger y buscó la llave en su bolso.

—¿Sexo brutal y ganas de volver a repetirlo cuanto antes? —respondió él con tono travieso, arrinconándola contra la puerta. Le mordisqueó el cuello y después la oreja, mientras una mano juguetona se colaba bajo el vestido y le apretaba el muslo—. ¿Cuándo volveré a verte?

Limits- KNJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora