I Capítulo 63 | Estados Unidos

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31 de marzo

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31 de marzo.
Pronóstico: 60 días de vida  

Viajar desde New York hasta Carolina del Sur era algo que ya teníamos previamente decidido desde nuestra planificación en España. Lo que yo claramente no tenía previsto era que justo para este momento Amy dejara de hablarme.

Porque eso es lo que ha estado haciendo desde esta mañana cuando despertamos y abandonamos el hotel: ignorarme y mostrarse hostil. No me ha dirigido una mísera palabra y se hace de oídos sordos a las mías.

Está molesta.

Y sé que ha sido mi conducta de anoche lo que ha traído como consecuencia que Amy actúe como mi enemiga. ¿Cómo iba a pensar que se enfadaría tanto por regresar sola en un taxi?  

Durante las horas de vuelo hasta Charleston, en Carolina del Sur, Amy ha permanecido muda. Apenas se digna en mirarme. Se limita a abrir la boca para  refunfuñar por cualquier insignificancia. Yo tampoco la he forzado a hablar más allá.

Así que Amy se ha mantenido callada y despectiva mientras reservábamos nuestra habitación en un hotel del condado y poco después cuando salimos a alquilar un auto para facilitarnos el trasporte hasta el bosque.

Ella ni siquiera me ha acompañado al interior del centro comercial cuando nos hemos detenido a comprar todos los menesteres para acampar. Se ha quedado afuera en el aparcamiento mientras hablaba con Beth por llamada. 

Y todavía sigue así, refunfuñona y colérica, mientras yo voy conduciendo el auto rentado hacia las afueras de la ciudad y ella está estirada en el asiento del copiloto.

De pronto no sé porque viéndola furiosa también se me antoja demasiado tierna. La dulzura no abandona su rostro aun cuando mantiene un semblante muy serio. Enciendo la radio del auto y lo conecto al playlist de mi móvil. Pongo reproducir Save the last dance for me de  Ben E. King y la hago sonar a todo volumen.

Me doy cuenta de cómo ella pone sus ojos en blanco y se cruza de brazos. Sonrío sin poder evitarlo y sigo manejando a través de una carretera solitaria.

Nuestro propósito es introducirnos en la boscosa arboleda que supone las afueras de Carolina del Sur y allí acampar a la intemperie. Ella misma fue quien decidió que haríamos esto durante nuestras planificaciones. Pero ahora no parece hacerle mucha gracia.  

Voy cantando las letras de la canción mientras hago desplazar el auto por un rectilíneo y desierto sendero rodeado de un montón de altos pinos y arbustos. Amy fija su vista a través de la ventanilla y de vez en cuando dibuja algún mohín con sus labios.  Yo conduzco a una velocidad moderada mientras recorremos uno y otro kilómetro de la carretera.

En el baúl del auto hemos guardado todo lo necesario para nuestro cometido: una tienda de campaña, colchones hinchables, cantimploras, fósforos, almohadas, termos y comida para toda una noche.  

Una Limitada Vida Sin Límites © [✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora