Mis pies se arrastran entre las crujientes hojarascas del Oest que resaltan las últimas semanas del otoño.
Voy serpenteando entre los caminos rodeados de almendros secos, cuyos altos ramajes esperan fielmente a blanquearse con los copos de nieve cuando el invierno asome su llegada.
Desde ya es necesario tomar medidas para contrarrestar el descenso climático que empieza hacerse más notable en la ciudad. Y es por ello que me he abrigado con un cálido suéter rojo y ocultar mi pelo con un gorro de lana. El atardecer se abre débilmente y apenas matiza el cielo de suaves tonalidades sonrosadas. Intento buscar a Collins con la mirada.
Y gracias a su distintiva peculiaridad de ser el único chico por aquí en usar boinas, agradezco no tardar mucho tiempo en encontrarlo.
Collins es completamente fácil de distinguir aun de espaldas. La firmeza de sus pasos es inigualable. Lo miro dirigirse sosegadamente con una bolsa plástica en sus manos hacia un rincón donde se aprecian las demacradas figurillas de Leo y Jean, los pequeños críos que vagan por estos lados. Nick se acerca a ellos e intercambia algunas palabras que no puedo alcanzar a oír.
Sólo puedo avistar que está sonriéndoles. Pero no con esa sonrisa pícara que suele usar conmigo. Sino con una sonrisa genuina y condescendiente. Los críos también sonríen hacia él cuando le extiende la bolsa. Aún de lejos, puedo vislumbrar ese mismo brillo de agradecimiento en sus ojos con qué suelen mirarme también a mí.
Nick alborota el abundante pelo de Leo y les indica que vayan a sentarse en na banca. Ellos no dudan en hacerlo y corren lejos de él. Es entonces cuando Collins retoma sus pasos y sigue enfilándose por el despejado camino que conduce a la tercera fuente.
—- ¡Eh, fanfarrón! —. Él se detiene en cuanto oye mi voz. Yo avanzo mis pasos hasta alcanzarlo.
—Hola, anaranjada.
—¿Contagiándote de mi solidaridad?— Digo, delatando que he estado viéndolo.
—-No has venido ayer, McCourdy. Pensé que a estas horas tampoco vendrías hoy. Y los pequeños críos han estado vagando por aquí en tu búsqueda. He pensado que podía relevarte por hoy.
—Te lo agradezco, Collins. Sé que muy en el fondo eres buena gente. -Bromeo
— ¿Muy en el fondo?
Nos reímos.
—Oye, Collins.
—¿Sí, Amy?
Intento sopesar mentalmente las palabras adecuadas para introducir el tema por el cual me ha urgido tanto hablar con él. Pero, ¿cómo soltarle ligeramente que lo he comprometido en algo sin su aprobación? Bueno, quizás de la única forma en que yo sé decir las cosas: disparatada.
—Mis padres te están esperando en casa.
—¿Qué dices?
—Que mis padres mis padres necesitan hablar contigo, Nick.
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Una Limitada Vida Sin Límites © [✅]
Novela JuvenilNick se enamora de un corazón que pronto dejará de latir. Amy es una estrella más cuya luz advierte con apagarse en el firmamento. Ella, la chica cuya enfermedad terminal le ha puesto fecha límite a sus días. Él, un fanfarrón que se cruza en su v...