Me encanta escucharla hablar. Nunca me canso de hacerlo. Es uno de mis pasatiempos favoritos después de besarla. Ella podría parlotear sin refrenos durante horas y yo estaría allí para escucharla todo el rato.
Hay algo en la dulzura de su voz que logra hipnotizarme y hacer que cualquier otro sonido se anule y sólo pueda oírla a ella. Y Amy es una máquina de palabras. Es incapaz de estar cinco minutos en silencio. Le gusta hablar hasta por los codos. Siempre tiene algo que decir. Y eso me encanta.
Hay ocasiones donde simplemente me deleito en escucharla y me callo. Aunque ella sólo diga tonterías y a veces parezca que está hablando consigo misma. Permito que sus palabras hagan música en mis oídos. Me dejo sorprender de su sensibilidad, de su ternura, de su locura. De esa locura que tanto me fascina.
Momentos como éste, donde únicamente me limito a prestarle atención y ella se esmera en llevar el rumbo de nuestro diálogo mientras vamos encaminando nuestras pisadas a lo largo de las agitadas orillas, agarrados de las manos, intentando dejar atrás la playa y regresar a nuestro hotel.
Ya aquí el cielo se ha oscurecido, y contrario a otros países donde hemos estados cuando la noche cae en Dominicana el calor sigue cobrando vida y desplaza el frío.
— ¿Ya te he dicho que mis padres ayer fueron a comer helado y al cine con Seline? —. La oigo hablar con contentura. — Me han mandado fotos muy chulas ¿sabes? Y no te imaginas, Nick, lo mucho que me emociona saber que ellos también están pasándola bien. Al menos están haciendo el intento de actuar como una familia normal.
— ¿Actuar como una familia normal?—Intervengo, intrigado. Amy tensa su mano por unos segundos y luego se echa a reír.
—Pues sí. Ya sabes que los McCourdy somos un tanto locos. Solemos hacer más actividades en casa que salidas afuera como lo haría cualquier otra familia. Así que ahora que no estoy ellos intentan aparentar ser normales.
—Lo entiendo. —Le sonrío y profundizo el enlace de nuestras manos.
— ¡Los echo tanto de menos!
—Ya sólo nos restan siete días para regresar a España, Amy. —Me cuestan decir estas palabras. —Y nuestro loco viaje por el mundo llegará a su fin.
— ¡Te agradecería que no volvieras a recordármelo, Nicholas! Vamos, que ya quiero volver a darle un apretón muy fuerte a mi hermana. Pero te juro que igual no quiero que esto acabe nunca.
—Sólo nos queda hacer de estos últimos días los más épicos de nuestro viaje, pequeña. —Amy suspira y sus labios se retuercen en un mohín.
—Por cierto, Nick, ¿La chiflada ha seguido amenazándote?—. Me pregunta y yo sé que se refiere a los continuos mensajes que Beth ha estado mandándome desde que Amy le comentó que estamos saliendo juntos.
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Una Limitada Vida Sin Límites © [✅]
Novela JuvenilNick se enamora de un corazón que pronto dejará de latir. Amy es una estrella más cuya luz advierte con apagarse en el firmamento. Ella, la chica cuya enfermedad terminal le ha puesto fecha límite a sus días. Él, un fanfarrón que se cruza en su v...