Nick Collins está dándonos una atractiva panorámica de su corpulento dorso, la anchura de su espalda y los rígidos movimientos de sus brazos cada vez que maniobra sus manos mientras parece estar ensamblando el contenido de las capas de pasta.
—¿Es normal que sienta un deseo impulsivo de brincarle encima? — Oigo a Beth susurrarme.
— ¿Quieres aquietar tus hormonas, Elizabeth?
—¡No tengo la culpa! —Aunque lo intento sé que no puedo censurar las palabras de mi amiga, cuyos límites no parecen conocer el decoro.
—Con esa pelvis debe arremeter tales embestidas...
—¡Beth!
— ¡No me dejas hacer uso de mi derecho de libertad de expresión, Amy! Pero, bueno, igual no me conviene ponerme de lujuriosa con un tío que claramente tiene sus ojazos verdes puestos en ti.
—No es cierto...
— ¡Eh, Nick! —. Su voz se alza para evocar la atención del chico que enseguida tuerce su cuello para mirar. —Puedes quitarte la camisa, ya sabes, no vayas a mancharla con algo. Últimamente los blanqueadores de ropa blanca no hacen muy bien su trabajo.
Madre mía ¿Qué hago con esta tía? Collins sonríe de forma jactanciosa y se detiene.
—Tomaré tu sugerencia, Beth. También está dándome un poco de calor.
Como por arte de hipnosis, nuestras miradas se enfocan en sus manos cuando se conducen a despojarse de la camisa, que sale volando por su cabeza y es tirada en un rincón.
La piel bronceada y dura de Collins se muestra al descubierto en un santiamén, ahora dando exhibición a los bultos de sus músculos y los cuadros de su abdomen.
—Sí, hace rato está haciendo mucho calor.—-Corrobora Beth y hace de su tono un susurro para decirme a mí: -Bendita la repostera que creó semejante bombón.
Nick solo sonríe, divertido, y vuelve a prestarle atención a la lasaña.
Los siguientes treinta minutos en espera de la lasaña, que ya estaba en el horno, Beth no dejó de quejarse por tener que convivir con su madrastra al llegar a Canadá, mientras que Nick entró a su habitación para luego salir con una camisa renovada.
Yo oigo a Beth soltar improperios contra la mujer y observo a Nick preparando un batido de mango, agradeciendo que el sonido de la licuadora sofocase las vulgares palabrerías de Beth. El microondas finalmente emite un pitido para avisar que ya ha pasado el tiempo que Nick le concedió.
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Una Limitada Vida Sin Límites © [✅]
Ficção AdolescenteNick se enamora de un corazón que pronto dejará de latir. Amy es una estrella más cuya luz advierte con apagarse en el firmamento. Ella, la chica cuya enfermedad terminal le ha puesto fecha límite a sus días. Él, un fanfarrón que se cruza en su v...