|Capítulo 67 | República Dominicana

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Recorriendo por sus carreteras

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Recorriendo por sus carreteras. Así es como Amy y yo empezamos el inicio matutino de nuestro segundo día en República Dominicana.

Hace poco hemos ido a una agencia a rentar un coche y con él salimos desde Santo domingo hacia el norte del país, con destino hacia la ciudad de La Vega, un trayecto de dos horas que ambos saboreamos mientras damos riendas sueltas a nuestras conversaciones y solazamos nuestras miradas con el paisaje que nos ofrece el país de sus regiones y sus campos.

Voy guiándome con ayuda de Google Maps para evitar perdernos y tratar de seguir una ruta fiable entre las desconocidas calles y autopistas dominicanas. Amy está a mi lado, sonriendo, y con esa indeleble emoción grabada en sus ojos fisgones.

Yo he decidido poner en la radio más música de Juan Luis Guerra. Justo ahora el ambiente dentro del auto está siendo vitalizado por «La Cosquillita», un agradable merengue que motiva a Amy a zarandear sus hombros tratando de seguirle el ritmo.

—Se supone que justo ahora deberíamos estar llegando a Bonao. Pero no he visto un cartel que lo certifique, como hace rato cuando pasamos Villa Altagracia—digo yo.

—Estás hablándome en chino, Collins. Pero, vale, tú que has decidido que alquiláramos un coche en lugar de tomar una «guagua», por favor no nos haga perder por estos lados -Me advierte y sigue mirando absorta por la ventanilla.

—Tenemos dos posibilidades: O llegamos directamente a La Vega o lo peor que podría pasarnos es terminar en la frontera y llegar hasta Haití—Amy se desprende de una ruidosa risotada—Pero no te preocupes, pequeña. Nada impedirá que en pocas horas estemos saltando en paracaídas en Jarabacoa.

— ¡Ni me lo recuerdes, que me entran los nervios! —Amy se muerde los labios.

Su mirada extasiada me provoca sonreír. Saltar desde un helicóptero y simular volar es la idea más alocada que hemos tenido en nuestro viaje. Pero creo que a ambos nos pone igual de entusiastas correr este riesgo. Ambos amamos las alturas.

—Descuida, McCourdy. Lo harás conmigo.

Suelto una de mis manos del volante para conducirla hasta la de Amy. Palpo sus dedos con los míos. Se siente tan bien poder hacerlo, joder.

Una Limitada Vida Sin Límites © [✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora