| Capítulo 83 | Final Parte 1

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Me despierto con unos sutiles roces acariciando mi mandíbula

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Me despierto con unos sutiles roces acariciando mi mandíbula.

Mis ojos tardan unos segundos en adaptarse a la luz del sol matinal cuando me dispongo a abrirlos para recibir el inicio de la mañana en la pradera.

En cuanto mi mirada se esclarece, yo no dudo en enfocarla hacia la chica que tengo a mi lado, ya despierta.

Ni siquiera el traslúcido cielo turquesa que engalana el nuevo día logra atraerme más que la tierna visión de Amy sentada a mi lado en este momento, con sus piernas flexionadas sobre la sábana, tanteando mi rostro con las yemas de sus dedos.

El resplandor que nos envuelve es tan cegador que tiñe todo el paisaje de amarillo y alumbra el césped con un verde lumínico. El ancho roble detrás de nosotros nos concede un poco de sombra gracias a sus altos ramajes, pero aun así algunos rayos consiguen colarse entre las hojas e inciden contra la cara de Amy, iluminándola, añadiéndole todavía más encanto, y resaltando el rosado pálido de esos labios que al instante se curvan para sonreírme.

Yo también sonrío automáticamente al recordar lo fascinante que ha sido tenerla entre mis brazos durante toda la noche, desvelándome mientras transcurría toda la madrugada yo viéndola dormida y acurrucada contra mí.

Sin dudas, me costó cerrar los párpados mientras tenía la alternativa de mantenerlos abiertos y admirar detalladamente a Amy a mi lado, sabiendo que quizás pronto no podré volver hacerlo de esta manera.

Suspiro cargadamente y conduzco una de mis manos hacia uno de los mechones de su pelo naranja que están zarandeándose al compás de la brisa. Ella sigue tocando mis pómulos y acorralando mi cara entre sus palmas.

—Te me antojas tan atractivo mientras estás durmiendo, Collins. —Susurra y carraspea.

— ¿Llevas mucho tiempo despierta? —Le pregunto en mitad de un bostezo.

—Lo suficiente para admirarte, fanfarrón—Me dice—No quería espabilarte porque te veías muy guapo. Pero como ya te has despertado, te informo que mi madre está hecha todo un manojo de nervios y quiere asesinarte.

Por un momento me dejo aterrorizar por la idea de enfrentarme a Peggy histérica por no haber regresado con su hija anoche. Sin embargo, la imagen de Amy frente a mí consigue sosegarme.

Está tan preciosa allí, con mi camiseta puesta como vestido, derrochando toda su ternura a través de esos coquetos ojos azul marino.

—Tengo dieciséis llamadas perdidas de ella —Sigue diciéndome y se echa a reír. —Tienes que llevarme a casa ahora, cariño. Me he saltado la pastilla.

Doy un rápido brinco y me incorporo de la sábana, dejándola a ella aplastada. No me demoro en extenderle uno de mis brazos como soporte y Amy se aferra a él para también ponerse de pie. Me doy cuenta de que ella sufre un ligero mareo cuando la ayudo a estacionarse justo enfrente de mí.

Una Limitada Vida Sin Límites © [✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora