Hermanos
Iba pasando carreteras a toda velocidad, su pie se sentía un poco entumido por la fuerza con la que pisaba el acelerador, se obligó a bajar un poco la velocidad. Trataba de controlarse, pero simplemente no podía. Solo era capaz de sentir ira, estaba molesto no solo con Gamal sino consigo mismo. Odiaba saber que aún si lograba un poco de paz siempre vendrían a arrebatársela de un modo u otro. Odiaba ser quien era. Pero iba a solucionarlo, le pondría fin a todo, era lo menos que podía hacer por Alice. Ella lo había ayudado, aún a pesar de sus mentiras seguía confiando en él, tenía que hacer esto por ella. Tenía que al menos por una vez en su existencia dejar el miedo y ser valiente.
Comenzaba a acercase al centro del pueblo, un semáforo cambio repentinamente a rojo, piso el freno con rapidez, las llantas derraparon y soltaron un chirrido. Trihel aferró el volante. Tomó aire tratando de calmar su esencia de demonio, el pecho comenzaba a arderle a acusa de su propia energía oscura, débil pero no extinta que acompañaba como una sombra el ritmo de su corazón humano. Había ocaciones, como aquella, en la que sentía que ambos se fundían en uno solo. Podía sentir su naturaleza demoniaca más fuerte que antes, lista para salir de aquel cuerpo mortal con el fin de hacer daño y pelear, se estremeció. No supo si por miedo de si mismo o por sentir a su energía mucho más fuerte dentro de él.
En la pausa que hubo en lo que cambiaba la luz del semáforo, Trihel trató de calmarse recordando sus primeros meses en la tierra, en ese nuevo plano. En cómo comenzó a aprender tantas cosas sobre el mundo humano, algunas más divertidas que otras como por ejemplo conducir un auto. Había pensado que lo lograría, que sería capaz de llevar una vida humana. Que se olvidaría de lo que había hecho, de sí mismo e incluso de los otros demonios que lo condenaron; aprendería a lidiar con el dolor de las noches sin luna, aprendería a ser un humano. No había ocurrido así. Tenía un castigo que cumplir y no encontraría la paz hasta hacerlo, eso era lo que ocurría con los traidores. El traidor siempre muere al final, ¿no lo había leído en uno de sus libros?
El miedo lo paralizo por un segundo. Sabía lo que le esperaba una vez regresará al infierno, no sería nada bueno, y no sería agradable. Pero ese era el sacrificio que estaba dispuesto a hacer, por el daño que había causado, y por Alice, no quería verla en peligro; además él siempre supo que regresaría al infierno, solo estaba adelantándose a lo inevitable, quizá lo mejor era irse de esa forma. Así podría consolarse sabiendo que había podido salvar a alguien que le importaba. La luz cambió a verde, y continuo su camino con más decisión. Era el momento, era lo que tenía que hacer.
Encontrar a Gamal fue bastante sencillo. La sangre llama a la sangre, así siempre era con los demonios, todos eran capaces de sentirse entre ellos, igual que un enjambre, igual que esa sinapsis que surgía entre individuos de la misma clase. Pero no le hacia falta recurrir a su sangre de demonio, Gamal siempre había sido un demonio de costumbres bastante arraigadas, y él lo conocía lo bastante bien. No importara cuánto tiempo pasara o si las cosas habían cambiado drásticamente entre ellos, siempre podría encontrarlo. A fin de cuentas seguía siendo su hermano, o eso creía.
Aparcó la camioneta de Margo cerca de los viejos barrios, esas zonas que parecían perdidas en el tiempo. A pesar de que Nowhereville era una ciudad pequeña casi un pueblo, donde los crímenes y la delincuencia de las grandes ciudades parecía no afectarlo, Trihel sabía que en todo pueblo, en toda ciudad grande o pequeña siempre había rastros de maldad, y el mal atraía demonios. Esos viejos barrios no era precisamente las mejores zonas, y no tenían a las personas más honestas o con buena moral. Ubicó con la mirada el único bar que lucia hasta cierto punto exclusivo y se dispuso a entrar. El guardia en la entrada hizo un ademan de detenerlo pero una mirada basto para que lo dejara tranquilo. Su esencia poco a poco comenzaba a tomar el control, lo podía sentir en el pecho, estaba seguro de que ahora incluso los humanos normales podían sentirlo, esa fría aura que lo envolvía, en esos momentos sus ojos comenzaban a tornarse más oscuros e inclusive más inexpresivos.
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La Bruja y el Demonio
Paranormal"Toda alma puede salvarse, incluso la del diablo" Él es un demonio condenado a sufrir una horrible maldición que consume su alma. Huyendo de lo que alguna vez fue, ahora vaga por el mundo humano sin esperanza alguna, aguardando el momento en que su...