Capítulo 22

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Los métodos de una Bruja


Alice obligó a Trihel a tomarse unos días libres de la librería; necesitaba descansar y recuperarse de la mordida. Eso también le daba a ella tiempo para pensar, aunque no estaba muy segura de qué hacer. Trihel seguía sin decirle cómo es que aquel perro lo había mordido, pero tal como había dicho aquello no fue una simple casualidad y ambos lo sabían. Hasta Bellini se mostró sorprendido cuando Alice le comentó lo ocurrido. La historia simplemente parecía increíble.

—¿Lo atacó de la nada? No tiene mucho sentido—el anciano negó con la cabeza, se mostraba algo incrédulo, aún así no dudó de las palabras de Alice—. Aquí ni siquiera hay perros callejeros y los lobos no se acercan tanto a la ciudad. No había escuchado nunca de alguien atacado por un perro aquí. Aunque si quieres mi opinión en este pueblo siempre ocurren cosas extrañas.

—¿Cosas extrañas? —Alice le estaba prestando atención a medias, pero aquello llamó su atención. Miró al anciano.

—Ya sabes que yo no creo en esas cosas, esas historias de fantasmas y de demonios que se cuentan por el pueblo, sucesos inexplicables que pasaron aquí y nadie ha resuelto aún, sin embargo cuando te haces viejo... bueno la posibilidad de que sean verdad siempre esta ahí; pero creo que tal vez Adam simplemente tiene mala suerte —el viejo se encogió de hombros, a Alice le habría gustado saber a que historias de fantasmas se refería, pero Bellini ya se encaminaba a su taller.

«Sí, Adam tiene mala suerte» pensó para sí con cierta ironía acida cuando Bellini ya no estaba, estuvo a punto de soltar un bufido de frustración; lo que le ocurría a Trihel no era una cuestión de mala suerte.

La noche anterior había dejado el tema en paz por lo cansado que parecía Trihel no porque hubiera dejado de importarle. Mentiras o secretos. Muchas veces Alice se había preguntado si existía alguna diferencia. Ella también tenía secretos, tan enterrados dentro de sí que casi se olvidaba de ellos; Trihel en cambio no había podido dejarlos atrás. «No quiero que estés en peligro por mi culpa» ¿Pero de qué estaba hablando? A la mañana siguiente Trihel apenas parecía recordar lo que había dicho en medio de sus delirios provocados por la fiebre. Pero si algo le quedo claro a Alice esa noche es que Trihel tenía demasiado miedo como para poder ocultarlo. Aún con sus mentiras y verdades a medias.

Para cuando terminó su turno en la librería, el sol ya comenzaba a ocultarse y nubes oscuras se acumulaban en el horizonte, la ciudad se había sumido en una penumbra entre azulada y grisácea. Alice miró hacia el cielo, llovería dentro de poco. Cuando avanzaba por el camellón rumbo a la parada de autobús vio a una figura sentada en una de las bancas. Margo. Estaba envuelta en un chal verde opaco para protegerse del viento frío, vestía como era su costumbre largas faldas llenas de cuentas y estampados de figuras extrañas, vista de esa manera parecía una vieja gitana de tiempos remotos. Alice fue hasta ella, un tanto sorprendida por verla.

—Margo, ¿qué haces aquí? —su última discusión aún estaba muy presente en la mente de Alice, por ello no estaba muy segura de cómo dirigirse a su maestra.

—Bueno es obvio que no estoy aquí por la vista.

—¿Estabas esperándome? —preguntó con incredulidad.

—Voy a ahorrarnos la parte incomodada. Vine a decir lo siento, pero no por ello significa que este totalmente de acuerdo con que te juntes con demonios. Aún así reconozco que puede que tengas razón, y tal vez debí de dejar que te explicaras. Por cierto ¿en dónde esta ese demonio? Parecía que no se despegaba de ti —preguntó mientras buscaba a Trihel con la mirada.

La Bruja y el DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora