Capítulo 5

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¿Qué eres?


Alice aún recordaba la mirada del joven una y otra vez, provocándole escalofríos, intentaba encontrar alguna explicación lógica para esa desagradable sensación que le había provocado. Era como si el mal presentimiento que había tenido toda la semana se hubiese acumulado en los ojos de aquel chico, nunca antes había sentido el tacto de un alma como aquella, esa oscuridad abrumadora, la sensación de vacío, como si estuviera cayendo, su contacto había sido tan breve, pero aún así la había afectado bastante, y sus ojos, esos ojos ocultaban demasiadas cosas en su brillo extraño e inquiétate. Debido a la impresión no recordaba en qué dirección se había marchado el chico, aquel chico sin alma. Ahora tenía demasiadas preguntas, empezando por el hecho de que si no había un alma humana en él ¿qué era lo que habitaba entonces su cuerpo? ¿Qué era? ¿Humano? Sólo su apariencia, su alma era tan oscura y fría, que resultaba casi dolorosa. Estuvo a punto de ir con Margo justo después del accidente, pero lo pensó mejor, lo más probable es que ella sugiriera alejarse, mantenerse segura y ser cuidadosa, acercarse a alguien que emanaba esa fuerte sensación de peligro y oscuridad era poco sensato. Margo siempre la había alentado a mantenerse segura y alejada de los problemas, incluso su propio instinto le advertía que se alejara, sin embargo no podía dejarlo, de ninguna manera, mucho menos ahora que sabía que no era humano del todo. Tenía que averiguar quién o qué era aquel joven y también saber por qué la había salvado.

Tras dos días del accidente, comenzaba a tener la frustrante sensación de que nunca más volvería a ver a ese chico sin alma y que sus preguntas quedarían eternamente sin respuesta, no sabía decir si eso la decepcionaba o no. Quizá lo mejor era mantenerse alejada de los problemas.

—¿Todo en orden? —le preguntó Bellini, su jefe, quien había notado lo distraída que se encontraba, a decir verdad aun lo tenía algo preocupado desde que la vio salir corriendo sin explicación para luego enterarse de que casi había sido atropellada por un auto.

—Sí, todo bien —se apoyó en el mostrador y le dio una sonrisa amable.

—Te ves más pálida que de costumbre —observó.

—¿De verdad? No lo sé, creo que no me encuentro del todo bien —se encogió de hombros para tratar de restarle importancia. Tanto pensar la tenía muy cansada, además aun le dolían algunos raspones y golpes leves provocados por el accidente.

Bellini se quedó pensativo por un momento.

—Bueno en realidad pensaba cerrar temprano hoy, esto está más vacío que un mausoleo, no hemos tenido muchos clientes, y creo que tú y yo ya hemos trabajado bastante esta semana, nos merecemos un buen descansó.

—Pues eso suena muy bien para mí —realmente le vendría bien un buen descanso, así podría dejar de darle tantas vueltas al asunto del joven.

Bellini se fue antes que ella. Apagó todo dentro de la tienda y salió por la puerta trasera ya que su jefe había echado la cortina metálica del frente, dio un último vistazo a la oscura tienda para asegurarse de que no olvidaba nada y después cerró la puerta con llave. Maldijo en cuanto lo sintió de nuevo. Debió de haber supuesto que él iría a buscarla tarde o temprano, a fin de cuentas ya sabía dónde encontrarla.

«Que descuidada eres Alice» se dijo a sí misma. Lo tenia justo detrás y la había acorralado en el callejón que conectaba la parte trasera de la librería con la avenida principal, bloqueando la única salida. No tenia a dónde ir. Se negó a darse la vuelta, no quería verlo de frente, era abrumador, ahora podía sentirlo con total claridad, aquella sensación que le ponía el vello de punta y hacía que sus manos temblaran. La mente inconsciente percibía algo malvado, pero sus ojos no daban con él; ella solo miraba a un muchacho, pero su mente gritaba oscuridad y peligro.

La Bruja y el DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora