Capítulo 12

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Empezar de nuevo


No había esperado dormir tanto, pero al parecer su cuerpo había tomado esa decisión por él. En cuanto Alice se había marchado el día anterior, no le quedaron fuerzas para hacer otra cosa que no fuese dormir. Había dormido durante toda la mañana y buena parte de la tarde, por suerte sabía que Alice estaría trabajando durante todo el día en la librería. La encontró afuera acomodando los libros de oferta en la canasta de siempre. Al verla su corazón se aceleró un poco.

Tenía que admitir que lo ocurrido el día anterior lo había asustado, no había esperado que ocurriese algo como aquello. El tacto con Alice lo afectaba más de lo que admitía. Ya lo había sentido cuando la salvó de aquel auto, pero lo de ayer había sido completamente distinto. No sólo sintió como su alma demoniaca se agitaba dentro de él, también se sintió invadido por una energía total, algo que lo hizo sentir casi eufórico, tanto que eso lo asustó, jamás había sentido algo como aquello. ¿Por qué la bruja le provocaba emociones tan intensas como aquella?

—Hola —lo saludó en cuanto lo vio, por primera vez parecía no molestarle su presencia. Eso ya era un progreso—. Comenzaba a preguntarme en donde estarías.

—Hola —le regresó el saludo—. Lo lamento me quede dormido.

—¿Estas...? —empezó a preguntar.

—¿Mejor? Sí, claro mucho mejor —Trihel se distrajo tomando uno de los libros de la canasta, podía sentir la penetrante mirada de Alice sobre él, como si quisiera comprobar que no le mentía, trato de sonreírle para tranquilizarla.

Lo invitó a pasar a la librería, se vía un tanto atareada, había unas cuantas cajas de libros en la entrada y Alice no paraba de ir y venir mientras los acomodaba. No quería molestarla así que como siempre comenzó a buscar algún libro de su interés, tenía que admitir que era bastante genial que la bruja trabajase en una librería, podía decir que tenía los libros que quisiera a su disposición.

—¿Eres la única empleada de la tienda? —le preguntó.

—Sí. Bueno yo y el dueño, Rafael Bellini, quien seguramente me matara si se entera que estas aquí —Alice pasó a su lado cargando con una pila bastante grande de libros, que dejó sobre una pequeña mesa con algo de esfuerzo.

—¿No le agradan los demonios? —dijo a modo de broma y con cierto sarcasmo.

—No es eso —Alice puso los ojos en blanco—. Es un tanto estricto con las visitas en horarios de trabajo, él que cree que descuido mis responsabilidades.

—No quiero causar problemas —la bruja se encogió de hombros.

—No creo que venga hoy —se acercó hasta él, Trihel dejó de lado el libro que sostenía—. Sabes anoche me quede pensando que todo lo que creía saber sobre demonios no era del todo verdad. Quiero saber más ¿podrías decirme más?

Trihel dudó por un segundo. No estaba seguro de si podría responderle todo lo que preguntara o si realmente querría hacerlo, pero sabía que se lo debía. Asintió.

—¿Qué quieres saber? —se apoyó en el librero

—¿Puedes leer mis pensamientos? —rió creyendo que la bruja no lo preguntaba enserio, al verla se dio cuenta de que sí iba enserio.

—¿Lo dices enserio? —preguntó sin creérselo todavía—. La respuesta es no, y no solo es porque estoy atrapado en un cuerpo mortal, ningún demonio puede leer los pensamientos de ningún humano —las cejas de Alice se juntaron, era obvio que no esperaba esa respuesta—. Cualquier demonio que lo diga es un mentiroso, podemos adivinarlos claro o suponerlos debido a su leguaje corporal y esas cosas, somos más sabios e intuitivos que ustedes, hemos vivido durante milenios, pero no, no leemos mentes, tus pensamiento son tuyos y de nadie más, aunque si que podemos influir en ellos, pero siempre son ustedes mismos los que toman la elección al final.

La Bruja y el DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora