Capítulo 52

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Abaddona


La brujería era algo mucho más complejo de lo que muchos suponían. Los hechizos para la buena suerte, los pequeños preparados de hierbas aromáticas para atraer la salud o el dinero, la lectura de cartas y el hacer amuletos, era una de sus caras más simples. Alice y Margo lo aprovechaban para tener ingresos extra, pues eran cosas inocentes que atraían a todo el mundo, un poco de magia no asustaba a nadie, mucho menos si era para cosas buenas y mundanas.

Pero, había otra cara de la brujería, una que Margo trataba con sumo respeto, una que atraía a Alice como la luz de una vela a una polilla. No era que esa cara fuese menos amable, no, simplemente no era para cualquiera. La brujería tal cual Alice la practicaba era una conexión directa con el "otro lado", una comunicación consciente, pues el abismo que se abría, no solo te miraba, te respondía.

Alice siempre había sabido que abrir la puerta, cruzar el velo hacía ese otro lado, debía hacerse con precaución, pues ese otro mundo se regía por otras reglas, reglas que poco tenían que ver con el mundo material, el mundo de los humanos. Sin embargo, jamás había esperado que detrás de ese velo, existiera no solo un plano, sino muchos más. Habitados por seres racionales, capaces de sentir todo un espectro de emociones y sentimientos, tal cual como lo eran los demonios.

Todo tenía una esencia, una chispa, energía vital o en otras palabras un alma. La conversación con Gamal le había dado una idea. Una última acción desesperada para lograr salvar la vida de Trihel, o al menos su alma.

Tiene que quedar algo de nosotros...

Necesitaba creer en ello.

Si existía algo que conectaba a ángeles, demonios, humanos, y a casi todo ser consciente de cualquier plano, debía de ser aquella chispa de energía que permitía la vida, el alma. Para los humanos, estaba claro, esa chispa seguía existiendo tras la muerte, el alma iniciaba un peregrinaje en el camino de los muertos, después... Alice no estaba segura de lo que ocurría, pero poco importaba, lo relevante era que quedaba algo, un rastro de lo que había sido la persona. ¿Por qué tenía que ser diferente con los ángeles y demonios? Si bien gozaban de la inmortalidad, no eran ajenos a la muerte, o de lo contrario un ser con el poder de Trihel jamás habría existido.

No estaba segura de lo que encontraría, o si quiera cómo podría ser de ayuda para Trihel, sólo tenía claro que debía de intentarlo.

Hasta ese momento Alice solo había atisbado un poco de ese "otro lado", levantaba el velo lo justo para su práctica de la brujería. Casi como mirar a través de una cerradura, ahora se disponía a abrir por completo la puerta y lanzarse dentro.

Se aseguró de que Gamal dormía. Después fue a la habitación donde se encontraba aquel curioso espejo de cuerpo entero, el mismo que llamará su atención cuando visitó la casa de Trihel por primera vez. Quizá una parte ella intuyó que lo usaría en el futuro.

Todo siempre estaba conectado.

Ya tenía todo dispuesto. No iba a ser como aquella vez que uso el cuenco de bruja, no, en esta ocasión iría más allá. Sé puso de rodillas frente al espejo, toda la habitación estaba en penumbra, la única fuente de luz era una vela en el suelo, justo entre Alice y el espejo. Alice no miraba hacía la vela, sino al reflejo, a su yo alterno.

Ojos verdes, frente a ojos verdes. La llama alzó su tamaño, las pupilas de Alice se dilataron, el mundo a su alrededor se detuvo. O al menos así fue para la Alice fuera del espejo, su reflejo parpadeó, se irguió despacio y dio un último vistazo a su propio cuerpo inmóvil frente a ella, cuyos ojos miraban vacíos hacia la nada.

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⏰ Última actualización: Jun 30 ⏰

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La Bruja y el DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora