Capítulo 16

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Sin luna


El pecho llevaba ardiéndole todo el día, pero sabía que lo peor estaba por venir, en cuanto el sol se ocultara, la oscuridad de la noche liberaría sus horrores. Deseaba más que ninguna otra cosa poder detener el tiempo, hacer que el sol no se ocultara nunca y mantener lejos a la noche. Era un deseo estúpido. Se arrodillo en el piso, temblando, se abrazó tratando de controlarse. Después de tantos años él imaginaba que llegaría un punto en que lograría no sentir nada, que lograría enfrentarse a la luna negra y al dolor sin miedo, que lograría acostumbrarse. Estaba muy equivocado. No importaba cuantas noches lo viviera nunca podría lograr acostumbrarse, todo siempre parecía ser como la primera vez. Con el miedo apoderándose de él.

Jamás lo había experimentado en toda su existencia, era un ser celestial ¿cómo podría sentir algo tan mundano como el miedo? Hasta que todo cambió para él. Ahora lo sentía todo el tiempo, recorriendo sus venas y paralizando sus músculos. Bloqueando su pensamiento y encerrando su conciencia, aprisionándola entre su garras, como si de un animal feroz se tratara. No había espacio para nada más cuando el miedo se apoderaba de él. Pensó en Alice, ella nunca parecía tener miedo, y si lo tenía nunca cedía ante él. Al contrario, parecía alentarla, como si eso fuese lo único que necesitara para defenderse. Trató de aferrarse a ella, a su valentía, a los momentos en la librería, a sus bromas, a las emociones que despertaba en él. Sin embargo cuando la última luz del atardecer se extinguió, ni siquiera el recuerdo de Alice pudo mantener lejos la oscuridad.

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Alice se revolvía en la cama. No sabía cuantas vueltas había dado tratando de encontrar una posición cómoda para dormir, pero ninguna se sentía adecuada. En el fondo sabía que nada tenía que ver aquello con el hecho de que no pudiera conciliar el sueño. Estaba ansiosa, y aunque seguía sin admitirlo estaba preocupada por Trihel. Renunció por completo a la idea de dormir. Se puso de pie y fue hacia la ventana de su habitación. Miró el cielo negro sin luna, incluso se había despejado para hacer más evidente su ausencia en el cielo, únicamente unas cuantas estrellas brillaban débilmente. Las sombras parecían más densas y oscuras, ni siquiera las luces de la calle parecían alumbrar lo suficiente.

Nunca le había gustado la fase de luna nueva, la luna negra, antes cuando era una niña le temía, no poder ver la luna la llenaba de inquietud, como si alguien le hubiese robado una joya valiosa. Aún ahora continuaba provocándole cierta aversión. En esas noches Alice a veces podía sentir cómo la oscuridad se volvía mucho más abrumadora, era natural que el demonio de Trihel deseara salir, y que el poder del sello que lo contenía disminuyera.

No podía dejar de pensar en él.

Recordó su ultima conversación que había terminado en una discusión entre ellos. Habían cerrado temprano la librería. Trihel había pasado todo el día evitándola, lo cual no había hecho más que aumentar sus dudas. Tuvo que esperar hasta la hora de cerrar para poder hablar con él.

—Hoy es luna nueva —dijo en voz baja mientras Trihel se encontraba inclinado cerrando la cortina metálica de la tienda. Pareció no haberla escuchado hasta que por fin habló.

—Lo sé —respondió en un tono despreocupado que casi hizo que Alice se arrepintiera de hablar, ya no estaba segura de cómo seguir ¿si a él no le importaba que más daba? Sin embargo recordó el dolor que ensombrecía su expresión la pasada noche sin luna, no podía dejar las cosas así.

—Podrías quedarte en mi casa. Soy buena con la hiervas podría hacer algo para que el dolor sea... —sugirió mas Trihel no la dejó terminar.

—No —su respuesta fue rotunda, Alice parpadeó, sorprendida por la forma en que Trihel había respondido—. Gracias, voy a estar bien. Ve a casa.

La Bruja y el DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora