Capítulo 38

99 13 7
                                    


No todo esta perdido 


Despertó con el aroma de Alice inundándole la nariz. Esa mezcla de bosque y flores silvestres que tanto lo calmaba. Abrió los ojos esperando encontrarla dormida a su lado pero la bruja no estaba, eso lo asustó. Se incorporó con rapidez, algo que tanto su cabeza como su cuerpo reclamaron, hizo una mueca e inhalo despacio, maldiciendo cada punzada de dolor que sentía en sus extremidades. Antes le bastaba con unos cuentos minutos para recuperarse o hacer que dolor fuese tolerable, ahora el dolor nunca lo dejaba, volviéndose cada vez más insoportable. Pasó una mano por la zona donde estaba el sello debajo de su camisa, preguntándose cuanto tiempo le quedaría. No quería pensar en eso, pero ya era un hecho indiscutible que estaba empeorando. Desde hace tiempo lo creía, pero esta vez lo sentía tan cercano y tan real que no pudo evitar estremecerse. Pronto no tendría fuerzas para nada, y sería imposible ocultárselo a Alice. El día anterior había pretendido tener tiempo, que podía llevar una vida humana, pero siempre lo alcanzaba la realidad. Y la realidad era que nunca podría ser normal, no importaba cuanto se esforzara por ello. No podía estar junto Alice.

Tomando aire de nuevo y con la intensión de aún no sentirse miserable, hizo el esfuerzo de levantarse e ir en busca de la bruja. La encontró de pie en la cocina, sosteniendo un taza entre sus manos, tenía un semblante pensativo, sus ojos estaba fijos en la barra de la cocina donde había un libro abierto, algunos papeles con notas y un mapa de la ciudad con algunas gotas de sangre, ver aquello lo desconcertó. Se acercó más y, antes de que Alice pudiese impedírselo tomó el libro entre sus manos, sintió que el aire le faltaba al ver los sigilos y hechizos que ahí ponía.

—¿De dónde sacaste esto? —preguntó aún mirando el grimorio con una mezcla de miedo y sorpresa. Alice no respondió de inmediato, casi parecía no querer hacerlo.

—Yo... lo tome de los libros que trajo Bellini, estaba en la caja de libros de Paxton House —la voz de Alice se escuchaba cansada, y un poco arrepentida, como si lamentara algo. Con cierta inercia y sin poder evitarlo Trihel hojeó el libro.

—¿Lo robaste? —a Alice pareció no gustarle el tono acusatorio que uso al decirlo.

—¿Enserio eso es lo que te preocupa? —comenzó a recoger tanto el mapa como los papales desperdigados antes de que Trihel pudiera preguntar sobre eso.

Él no supo qué responder a eso, cerró el libro y lo dejó sobre la barra, no sabía porque pero ver aquellos sigilos tan similares al que le marcaba el pecho lo había puesto ansioso. Por fin entendió lo que ocurría, Alice parecía creer que en ese libro había una forma de liberarlo del sello, sin embargo si ella ya hubiese descubierto la forma ya se lo habría dicho, y no tendría en su rostro esa expresión de cansancio y desanimo.

Algo iba mal y temía preguntar qué. Pero tenía que hacerlo.

—¿Y que dice? ¿Hay algo sobre mi sello? —preguntó al fin, vio cómo Alice se tensaba a su lado, mordiéndose los labios.

—Sí —no podía ni verlo los ojos, el impulsó por abrazarla lo carcomía, pero no podía moverse, tenía miedo de lo que fuese a decirle—. Es magia humana, un hechizo pensado por brujos humanos, los demonios no poseen poder mágico alguno, pero eso tu ya lo sabías ¿no? —apartó la vista de ella, otro detalle que había omitido apropósito, quizá si debió decírselo desde un principio, pero ya era tarde para eso. Escuchó cómo Alice tomaba aire para contarle la conclusión a la que había llegado tras leer una y otra vez aquel maldito grimorio—. Tu sello no puede romperse...

—Solo el demonio que lo hizo puede hacerlo —completó por ella, la sorpresa en el rostro de Alice cambio al enojo, sospechando que quizá en eso también la había engañado, pensando que Trihel le había ocultado aquello como tantas otras cosas.

La Bruja y el DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora