Capítulo 1

906 39 0
                                    


Malos presentimientos


Era una lluvia fina, de las primeras de la estación que anunciaba la llagada de los días fríos y nublados, el otoño estaba cada vez más cercano. Unas diminutas gotas se colaban por la ventana entreabierta salpicando de tanto en tanto el rostro de Alice, pero se negaba a cerrar la ventana. Era una hermosa lluvia de finales de verano, sería un crimen cerrar la ventana y dejar de escuchar su tenue murmullo. Tiempo atrás Alice habría abandonado la calidez de su cama y salido a disfrutar de la lluvia directamente, sin importarle el terminar empapada. Ahora era un poco más sensata. A pesar de que en el fondo moría de ganas por salir sabía que dentro de poco tendría que levantarse para ir a la universidad.

Aún no amanecía, sin embargo, no se creía capaz de volver a dormir. Había tenido un sueño bastante extraño e inquietante que no lograba recordar del todo, no había sido agradable. Sin embargo ya no se encontraba asustada, al contrarío se esforzaba por tratar de comprender el por qué la había alterado tanto, pero el sueño se había desvanecido por completo, sólo la sensación persistía. Era un sentimiento extraño, muy similar a la preocupación, algo en su pecho parecía estrujarse por un miedo irracional, un miedo originado por algo en aquel sueño.

Un rayo ilumino el cielo por una fracción de segundo, el sonido del trueno no se hizo esperar y por un momento Alice dejó de pensar en la agradable lluvia de finales de verano y recordó otra tormenta. Aquella era una tormenta cruel, fría y destructiva, del tipo que amenazan con destruirlo todo, y a punto había estado de destruirla a ella. En esa tormenta había muchos gritos... cerró los ojos e inhaló el aire húmedo que se filtraba por la ventana, no, no tenía que recordar esas cosas, ya no era aquella chica. Se había esforzado bastante por dejar atrás su doloroso pasado, ahora era una nueva Alice. Una superviviente que no se dejaría vencer ante nada ni nadie de nuevo. Había dejado atrás la tristeza, el miedo y el dolor, había aceptado quien era realmente, su verdadero yo, oculto tras años de represión por parte de personas que no la comprendían. Ya no estaba huyendo de nada ni de nadie, ahora tenía una vida propia, una muy buena vida. Y nunca en sus veinte años de existencia se había sentido tan feliz y libre de ser ella misma, sin miedo de ser y saberse bruja.

Sí. Alice era una bruja y después de tantos años de saberse diferente ahora sabía el por qué no era como los demás. "¿Acaso eres bruja? ¿Cómo supiste eso?" esas preguntas las había escuchado infinidad de veces. Al principio no les daba importancia, después comenzó a darse cuenta de que tenía la capacidad para ver y predecir ciertas cosas, podía leer el futuro de las personas en las palmas de sus manos, incluso podía sentir cosas que otras personas jamás en sus vidas experimentarían. Y sí, algunas veces podía tener uno que otro sueño premonitorio, de ahí que le preocupara tanto aquel mal sueño, sabía que no había sido uno muy normal.

Aquel sueño no tenía que ver con su pasado, de eso estaba segura, tenía que ver con su futuro, algo se acercaba; algo que probablemente cambiaria su vida, aunque no esta segura de en qué sentido. Dejó de pensar en el sueño y la molesta sensación, se quedó admirando el paisaje que podía verse desde su ventana hasta que el sol empezó a salir poco a poco y la lluvia comenzó a alejarse, se acercaban días lluviosos, deseaba que así se mantuviesen. Sólo días lluviosos sin la amenaza de una tormenta.


+++


Alice despertó de golpe. Confundida se sentó en la cama, una vez más había tenido aquel sueño. No estaba segura de lo que sentía, pero desde aquella primera noche no había logrado dormir bien; aquel sueño, que seguía sin poder recordar del todo, fue el primero de muchos otros que siguieron durante las últimas noches. Desde entonces tenía la molesta sensación de que algo malo pasaría, y ese algo estaba relacionado con un alguien que no lograba ubicar, todo era una percepción a medias y eso lograba exasperarla a la par que le desagradaba, se sentía tensa, igual que un elástico que alguien hubiese estirado hasta el máximo.

La Bruja y el DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora