Capítulo 3

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Sin alma 


Alice no podía dejar de pensar en su encuentro con aquel joven, seguía preguntándose por qué se había fijado en él exactamente si ni siquiera había resultado muy llamativo, además ¿por qué sus sentidos parecían haber enloquecido de miedo en cuanto lo vio? Ojalá hubiera podido acercarse más, tal vez así recordaría más detalles de su rostro; tenía que encontrarlo de nuevo, no había duda de eso, era el único modo de conocer las respuestas a muchas de sus preguntas, pero aquello parecía imposible. ¿Qué probabilidad había de que se encontrasen de nuevo?

Se sentía en extremo frustrada, trató de olvidarse de ello concentrándose en su trabajo en la librería. Por suerte había mucho que hacer debido a una entrega de libros que había llegado desde hace varios días, el dueño de la librería y jefe de Alice, el Señor Bellini, un hombre no tan joven pero que aún parecía tener esa chispa de juventud, estaba realmente molesto con esa entrega, los donadores de los libros no se habían molestado por catalogar ninguno, ni siquiera las cajas habían sido etiquetadas adecuadamente, además varios libros habían sido dañados en el traslado. Alice lo había escuchado refunfuñar ante tal falta de cuidado, le había dado la orden de clasificar y medio acomodar el desastre para que al menos tuviesen una idea de lo que habían adquirido, Alice había pasado varias tardes abriendo cajas y sacando libros, separando los de ficción de los de no ficción, los maltratados y los no maltratados, aquellos que eran primeras ediciones y los que eran la copia de la copia. Era mucho trabajo, pero era la única empleada de la librería, su jefe era muy reacio a contratar alguien nuevo, sabía que quedaban muy pocas personas que realmente respetaran los libros y les dieran el trato que se merecían.

Alice se encontraba separando varios de los libros de aquella entrega, estaba de espaldas a la puerta de entrada, distraída y completamente ajena del joven que se disponía a entrar. En cuanto éste puso un pie dentro de la librería el ambiente cambio, no fue un cambio sutil, no para Alice. Se dio la vuelta en un acto reflejo y se encontró con los ojos del chico, era él, aquel joven de en la mañana, cara a cara una vez más. Por su expresión a él también parecía sorprenderle verla de nuevo, ambos se observaron sin saber que hacer o decir, un sudor frío recorrió la espalda de Alice, no entendía por qué ese chico la ponía tan nerviosa. No podía ni moverse.

—¿Puedo ayudarte en algo? —habló el jefe de Alice para su alivio.

El chico se vio obligado a apartar la vista, Alice agradeció mentalmente la intervención de su jefe, se dio cuenta de que había estado conteniendo el aliento.

—No, sólo estoy mirando —aquella voz resonó en su interior, era suave y profunda, casi aterciopelada, aún así erizó el vello de su nuca y sus manos comenzaron a sudar. Su intuición parecía advertirle que se alejara de aquella voz.

Intentó aparentar una calma que no sentía mientras el desconocido merodeaba por los libreros. Lo observaba cada que podía. Se dio cuenta de que no se había equivocado, su aspecto realmente era algo descuidado, como si hubiese dormido con la ropa puesta. Tenía unas marcadas ojeras, pero aun así sus facciones resultaban algo atractivas, no podía verlas con más claridad debido a la distancia. Se dio cuenta de que él también la observaba de vez en cuando, con mucha atención y cuidado, casi con cierta desconfianza, aunque también con algo de curiosidad. Alice se preguntó si él sentiría lo mismo que ella, parecía haber algo que lo disuadía de acercarse más, estaba casi tan nervioso como lo estaba ella. Sus ojos de nuevo se encontraron, Alice no sabría decir de que color eran, pero si que parecían brillar, como si fuesen de cristal, no parecían unos ojos normales. Su corazón se aceleró, sintió de nuevo aquel miedo inexplicable, y una vez más la sensación de estar en un grave peligro si seguía mirando a aquel chico, apartó la vista de él, sintiéndose abrumada por lo que sentía.

La Bruja y el DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora