Capítulo 26

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Salve Frater


Trihel bajó las escaleras sintiendo el peso de la noche en vela sobre sus hombros. No había logrado dormir en absoluto, aunque tampoco se había esforzado mucho por conciliar el sueño. Encontró a Alice en su cocina acariciando al pequeño gato que había terminado adoptando después del ataque del perro. Se apoyó en el marco de la entrada y la observó. No podía negar que el tenerla a su lado aún tras todo lo ocurrido en los últimos días lo hacia sentirse en extremo feliz, hacia demasiado tiempo que no contaba con el apoyo de alguien, sin embargo casi al mismo tiempo la preocupación por mantenerla a salvo había alcanzado niveles que nunca se creyó capaz de sentir. El miedo por los seres queridos, era un efecto colateral del afecto y cariño hacia ellos. El amor siempre venía acompañado de otros sentimientos menos agradables; eso lo había aprendido por las malas durante su estancia en el mundo humano.

Alice sintió su presencia, ella tampoco había logrado dormir eso estaba bastante claro. Su expresión, sin embargo parecía ensombrecida por algo más que una mala noche, Trihel entró con cierta duda en la cocina.

—No me habías dicho que tenías un gato —dijo la bruja con una sonrisa, que no fue suficiente para ocultar el cansancio que marcaba su rostro. Trihel se sintió en extremo culpable por ello, consiente de que las malas noches que tenía Alice eran causa suya. Justo la noche anterior la había escuchado ir y venir de un lado a otro en su habitación, pero no se atrevió a ir a ver como estaba, él no era la mejor compañía en ese momento y temía empeorar todavía más la situación con su presencia de demonio, ahora se arrepentía de su decisión. La había dejado sola.

—Viene y va a su antojo, creo que sabe que soy un pésimo dueño —él también trató de sonreír sin un buen resultado, su atención estaba puesta en el rostro de la bruja tratando de descifrar que era aquello que le ocultaba.

—¿Tiene nombre? —preguntó mientras acariciaba las puntiagudas orejas del minino, el cual comenzó a ronronear de placer.

—No, aún no pienso en uno —Trihel se acercó y comenzó a acariciar el lustroso pelaje negro del gato, que comenzó a restregarse contra él. Estaba muy cerca de Alice por lo que sin querer la rozó con su brazo, ella se apartó con brusquedad, como si su contacto le provocase miedo. Al ver lo que había hecho de forma casi instintiva se apartó el cabello de la frente esperando que con ese gesto pudiese justificar la manera en la que se alejó de él. No dio resultado.

—¿Estas bien? —preguntó dándole una leve mirada.

—Por supuesto —respondió mientras le daba la espalda, por lo que no pudo descifrar su expresión, pero hizo más evidente que estaba ocultándole algo.

Confundido y sin saber que hacer o como continuar la conversación, Trihel se distrajo abriendo las puertas de las alacenas, y el refrigerador buscando algo para el desayuno, por desgracia ya llevaba varios días sin prestar atención a su cocina, por lo que no se había percatado de la grave falta de comestibles. Se había habituado a sobrevivir con simples barras de cereales y uno que otro sándwich preparado con lo mínimo. Sin duda no estaba acostumbrado a las visitas.

—Te ofrecería algo de desayunar pero... bueno creo que olvide comprar comida. De nuevo —dijo tras mirar apenado sus vacías alacenas y refrigerador.

—Esta bien, pensaba pasar por algo camino a la Universidad —Alice empezó a tomar sus cosas, se colgó su bolso en el hombro ignorando deliberadamente la mirada alarma de Trihel al escucharla.

—¿Iras a clases? —Trihel sintió que palidecía, de ninguna manera la dejaría ir a clases. No pensaba apartarla de su vista, no con el otro demonio tan cerca.

La Bruja y el DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora