Capítulo 40

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Perdido


Por supuesto que Trihel no estaba. ¿Por qué habría de esperarla? Encontró su nota, al menos volvería. Ella le contaría lo que Gamal le había dicho y de nuevo habría esperanza. Tal vez sí sabía que no terminaría en el Infierno, lograría convencerlo de luchar por su alma. Todo se aclararía y habría la posibilidad de un futuro juntos. Volvió a leer la ultima línea de la nota Te amo. Su corazón se acelero un par de latidos al recordar la noche que habían pasado juntos, los besos y las caricias de Trihel en su piel. Soltó un suspiro triste, no le quedaba más que esperar a que volviera.

Odiaba esperar.

Fue a su habitación y abrió uno de los cajones de su mesita de noche. Sacó una pequeña caja de madera, y con un poco de duda la abrió. Dentro solo había un dije en forma de cuervo sujeto a una delgada cadena de plata, algunas flores secas, y una instantánea algo descolorida. Tomó la fotografía, ahí estaba ella mucho más joven. La Alice a la que había intentado dejar atrás. A su lado un chico pelirrojo la rodeaba con su brazo, estrechándola contra él, el chico se veía sonriente y radiante, e incluso ella misma tenía una sonrisa tímida en el rostro. Habían pasado casi cuatro años desde que esa foto había sido tomada. Cuatros años desde que decidió enterrar su pasado y dejar que él descansara en paz. ¿Y si Gamal tenía razón? Tal vez en el fondo una parte de ella sí estaba obsesionada con salvar a Trihel solo porque no había logrado salvar a aquel chico pelirrojo, tan dulce e inocente. Él también le había dicho que lo esperara, que arreglaría todo y tendrían un futuro juntos, eso nunca paso. Cerró los ojos con fuerza cuando sintió que el miedo volvía a extenderse por su mente, llenándole la cabeza de ideas lúgubres."Trihel no es él" recordó sus propias palabras, todo era diferente ahora, ella era diferente, la historia no se volvería a repetir. No iba a perder de nuevo a quien amaba. Dio un último vistazo a la fotografía, acarició con su pulgar el rostro del pelirrojo y volvió a guardar la instantánea en la caja. Trihel no era él.

Regresó al grimorio que había robado de la librería de Bellini. Tenía que haber algo que hubiera pasado por alto. Ahora que sabía más del sello que marcaba a Trihel, podría encontrar la forma. Si su alma terminaría recorriendo el camino de los muertos, sería más fácil liberarla. La necromancia existía por una razón, si estaba la posibilidad de establecer una conexión con los muertos, por fuerza debía de existir una forma de abrir una puerta que llevara a ese plano. Y aún si Margo le había advertido mantenerse alejada de los senderos de la mano izquierda, ese tipo de brujería que buscaba la sombra, lo oscuro, a la muerte como fuente de poder, Alice siempre había sido una bruja muy práctica, al contrario de Margo. En su opinión si para obtener lo que quería era necesario recorrer las sendas de la oscuridad lo haría.

Siguió estudiando el grimorio hasta muy entrada la noche. Por desgracia sus ojos estaban en extremo cansados, lo cual hacía difícil descifrar la caligrafía del libro. Muy a su pesar decidió tomar un descanso. Tomó su celular y escribió un mensaje a Trihel, no quería que su orgullo los siguiera separando. Necesitaba saber que se encontraba bien y a salvo. El sonido de un timbre la hizo fijarse en su sala, descubrió la mochila del demonio en el piso, había dejado sus cosas. Al tratar de levantarla se le resbaló de las manos y el contenido cayó al piso, maldijo un poco. Comenzó a recoger las cosas con algo de curiosidad. Ahí estaba la edición de coleccionista de El Paraíso Perdido de John Milton, el libro preferido de Trihel, su iPod, los audífonos, un par de lápices bastante gastados, y una libreta negra, la abrió movida por la curiosidad. Contenía dibujos hechos por Trihel, aunque estos eran más de cosas cotidianas y nada parecidos a los que decoraban su habitación. Sonrió al ver un dibujo de ella. Al pasar la página descubrió un autorretrato del demonio, o más bien del rostro humano que portaba. En verdad amaba esas facciones, aún si en el fondo sabía que ese no el verdadero rostro de Trihel, ¿cómo lucia realmente un demonio cuando no llevaba su mascara humana? Acarició las facciones del rostro. De forma súbita un escalofrío la paralizó. Dejó caer la libreta.

La Bruja y el DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora