Capítulo 47

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La libertad para amar


Los besos se profundizaron, al igual que las caricias. Cada vez más necesitados de sentirse cerca el uno del otro. Ninguno sabría decir con seguridad quién fue el que arrastro a quien hasta el sillón grande en la sala, pero de un momento a otro Alice se encontraba sentada en el regazo de Trihel, besándolo mientras él acariciaba su espalda.

—Margo nos matará si te abres los puntos —comentó Alice mientras hacía una pausa para recuperar el aliento.

—No te preocupes por eso —se movió para acercarla hacia él, sin embargo al hacerlo la rodilla de Alice lastimó su costado herido y no pudo evitar hacer una mueca de dolor—. Ah, solo movámonos con cuidado —dijo entre divertido y dolorido, pero con una sonrisa juguetona que hizo sonreír a Alice.

El peso que confesar sus verdades les había dejado se desvaneció. En esta ocasión no hubo rastro alguno de la timidez inicial de su primer encuentro. Había una necesidad más hambrienta, que marcaba sus caricias, eran dos cuerpos decididos a mantener algo del otro en ellos, pues no sabían cuanto tiempo más tendrían juntos. Se apresuraron a desvestirse, deseando sentir la piel que en los últimos meses se había vuelto tan familiar, y un refugio para ambos. Trihel guardó cada segundo en su memoria, cada detalle de Alice, cada curva, cada poro, el brillo que sus ojos verdes adquirían, todo.

Ya no había más secretos entre ellos. Cada uno conocía ahora las imperfecciones y pecados del otro, eran conscientes de lo que cada uno había hecho. Pero también sabían que en el fondo eran más que las acciones que habían cometido. Que podían ser más de lo que sus pasados determinaban para ellos. Y eso lo hizo sentir libre, una sensación desconocida para él y bastante abrumadora, ¿esto era la libertad? ¿La libertad para amar a la chica de la que se había enamorado?

Aquella sensación hizo que Trihel se perdiera cada vez más en Alice. El tiempo dejó de importar, se olvidaron de la maldición que anidaba en el pecho de Trihel, de la amenaza de Nebiros, olvidaron las confesiones que habían hecho, y el miedo a perderse que habían sentido. Minutos, horas, cada segundo se diluyó en la sensación de libertad, en el deseó, Trihel se dejó llevar y llevó a Alice con él.

Alice se vio hechizada por los brillantes ojos negros del demonio, eran oscuridad pura, como un trozo de noche atrapado entre sus párpados, y por primera vez al sentir esa oscuridad observándola no sintió miedo. Al contrario, la hizo sentir protegida. En aquellas pupilas oscuras Alice pudo verse reflejada, y por un segundo se miró a sí misma como lo hacía Trihel. Sintió como todo el amor y el deseó del demonio se desbordaban, inundando su corazón y el de ella, sintiendo en sus latidos todo lo que Trihel era. ¿Por qué las sombras, la oscuridad tenían que ser malévolas? Eran igualmente bellas que la luz, la oscuridad en los ojos del demonio era hermosa, Alice se dejó envolver por ella.

Trihel se detuvo por completo de forma repentina, apartándola un poco, como si de la nada hubiese recordado algo. Estaba sin aliento, y aún podía sentir las puntas de los dedos de Alice recorriendo su piel. Pero su mente estaba tan abrumada por lo que sentía, por experimentar aquella sensación tan embriagadora de libertad. Que se paralizo de miedo anta la idea de poder perderlo.

—¿Qué sucede? —preguntó Alice extrañada por la forma en que se había detenido y por como la miraba ahora, asustado.

—No quiero morir, Alice —dijo en un susurró, Alice se incorporó y lo rodeó con sus brazos, los hombros de Trihel se estremecieron—. No todavía, jamás he deseado tonto ser un humano como ahora. Tenías razón —murmuró contra su cabello—. Toda alma merece la oportunidad de ser salvada, incluso si es la de un demonio.

Alice le limpio las lagrimas con besos, y lo hizo volver a concentrarse en el ahora, en ese lapso de tiempo que tenían solo para ellos. Y una vez más Trihel encontró un refugio en ella. Tenía tanto que perder ahora, tanto a lo que no estaba dispuesto a renunciar, que la idea de luchar por su derecho a la libertad, por su alma lo invadió, alejando todas las creencias que había sostenido durante mucho tiempo. Por fin pudo creer que podía tener una segunda oportunidad. Aún si era un demonio, aún sí parecía imposible.

Se amaron por todo lo que restaba del día, y cuando cayó la noche no se separaron, permanecieron juntos, trajeron mantas y cobijas, y se recostaron frente a la chimenea, yacieron uno al lado del otro abrazados, cada uno aferrándose al otro. El calor de Alice ayudó a que Trihel conciliara el sueño. Lucharía por su alma, y haría todo lo posible por quedarse junto a ella. Ahora estaba completamente convencido de ello. 



***

Estamos de regreso después de una muy larga ausencia, pero con muchas ganas de seguir escribiendo. No olviden dejar un voto o algún pequeño comentario si lo desean, sigan disfrutando de esta historia que poco a poco va ganando más lectores. Infinitas gracias :3   

P.D: ¿Qué opinan de la nueva portada? Esperó les guste :) 

La Bruja y el DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora