Capítulo 48

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Sacrificio


Alice no podía apartar la vista del rostro dormido de Trihel. Amaba ese rostro. Dibujó con la punta del dedo el contorno de la mandíbula y acaricio el borde de los labios, lo que sea que estaba soñando lo estaba haciendo sonreír. No pudo evitar imitar su gesto por un breve instante. A pesar de todo seguían juntos, pero ¿por cuanto tiempo más? Afuera la noche reinaba, los envolvía una tenue penumbra dorada, provocada por los restos del fuego en la chimenea. Tras las amplias ventanas de la casa el mundo parecía contener la respiración, o eso le parecía a Alice. Quizá solo era un reflejo de como se sentía por dentro. Estaba aguantando, resistiendo hasta que todo se desmoronara. La maldición avanzaba y la amenaza de Nebiros seguía ahí, igual que una sombra acechando. Se acercó más a Trihel, rodeándolo con su brazo, quería mantenerlo a su lado.

El demonio sintió el contacto y abrió los ojos. Alice extrañaba sus ojos humanos, no iba a negarlo, pero comenzaba a gustarle la forma en que aquellos orbes negros reflejaban su rostro, eran como trozos de noche.

—¿Ahora eres tú la que me mira dormir? —preguntó el demonio con voz adormilada, no pudo evitar sonreír—. Estaba soñando —hizo una pausa para despejarse, giró el rostro hacia ella—, soñé que era humano, te invitaba a salir y teníamos una cita.

Alice reflexionó que en verdad su relación no se había dado en los términos más normales. No le había pedido formalmente que fuese su novia, y ella tampoco lo había hecho; nunca habían tenido una cita romántica o algo por estilo, pero ¿que importancia tenía? Ella no era normal, él tampoco, sin embargo se sorprendió deseándolo. Citas en el parque, paseos, toda esa clase de ridiculeces que hacían las parejas y de las que tiempo atrás se había burlado. Pero a pesar de que su relación no había comenzado de la manera más normal, tenía muy buenos momentos con él, y lo amaba.

Habían construido una relación a su modo, no estaba dispuesta a renunciar a ella. No se resistió y lo besó. Trihel le correspondió, hasta que se apartó de forma repentina. En su cuello las venas negras se movían, casi parecían palpitar, evidenciando como su esencia de demonio se agitaba en su interior. Reprimió un jadeó, y mordió sus labios tratando de controlar el dolor. Se llevó una mano al pecho.

—Lo siento —dijo sin aliento, se incorporó tratando de recuperar el aire.

—¿Cuánto tiempo crees que... tengamos? —no pudo evitar expresar lo que realmente temía: que Trihel no tuviese mucho más tiempo. No podía olvidar también que la influencia que tenía sobre él también lo afectaba, por primera vez en su vida Alice deseó no ser bruja, con tal de que eso pudiese darle más tiempo a Trihel.

—No lo sé. No mucho —la mirada del demonio se tornó triste.

Alice le apartó la mano del pecho y pasó los dedos por el sigilo, las venas negras lo envolvían como las raíces de un árbol, se preguntó si harían lo mismo con el corazón del demonio. "Es mío, no dejaré que me lo quietes" deseaba decirle a aquella magia retorcida que aprisionaba el alma del Trihel.

—Creía que nos habíamos encontrado por algo. Que yo debía de ayudarte, que tal vez yo podría salvarte. ¿Por qué nos encontraríamos tu y yo si no era por algo especial?

—En verdad me has salvado Alice —tomó su mano entre la suya y la apretó con suavidad—. Cuando terminé en este mundo, atrapado en el cuerpo de un mortal, creí que moriría. Estaba herido y completamente solo en un mundo que solo había experimentado a través de la insensibilidad, no sabía lo que eran el hambre o el frío, y desde luego nunca los había sentido, realmente pensé que eso acabaría conmigo —Alice lo escuchó atenta, interesada por saber un poco más de su pasado—. Hasta que un hombre me encontró, él me mostró lo que era la compasión y la empatía, me dio todo, una identidad, un lugar donde quedarme, un nuevo propósito. Gracias a él conseguí esta casa, íbamos a reconstruirla, después la venderíamos y comenzaríamos a viajar. Sin saberlo, aquel hombre me estaba enseñado a ser más humano y deseaba que siguiera haciéndolo. Pero enfermó y al poco tiempo murió. Y una vez más me sentía perdido y solo, abrumado por este mundo maravilloso y cruel. Tan solo esperaba que Gamal viniera a castigarme, los recuerdos de la muerte de mi hermano me atormentaban, y más que nunca deseaba que el sello terminara conmigo. Fue entonces cuando nos encontramos.

La Bruja y el DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora