¿Por qué? ¿Por qué lo he hecho? ¿Por qué a él?
¿Por qué he tenido que manipularle a él?
Este no es el primer beso que yo quería, no de este modo, no de esa manera, no para conseguir lo que quería.
Me doy asco.
Fox me enseñó a manipular a las personas, a utilizarlos para conseguir mis propósitos, me dijo que debía convencerles a través de tentaciones, como ponerle a un niño un caramelo en la boca, proporcionarle agua a alguien sediento en mitad del desierto.
Acabo de utilizar lo aprendido con West, y me siento como la mierda.
Y lo peor de todo, la parte oscura que ha empezado a surgir en mi interior, está deseando que sus sentimientos por mí sean tan fuertes que ese pequeño beso sea suficiente para traer de nuevo a West a mi lado.
Explotaré ese amor que dice tener por mí las veces que haga falta si con eso consigo lo que quiero, traerlo de vuelta, acabar con Pitón, desmantelar esa red asquerosa.
Una vez, diez veces, cien veces, mil veces. Sin pensarlo, sin dudar, sin sentir.
—Estás fatal de la cabeza —me dice Fox—. Pero fatal. Los pocos tornillos que te quedaban, los has perdido.
—Sí, ya te he escuchado las otras siete veces que me lo has dicho, Fox. —Respondo con desgana.
Estoy sentado en el sofá del sótano jugando una partida de War Zone con Dallas. Beck, Ty y Atom juegan a las cartas con otros chicos de la banda con los que no tengo tanta afinidad.
De hecho, es sorprendente que con Beck sí la tenga. El primer día que lo vi aquí abajo, Fox tuvo que retenerme porque casi me tiro encima para golpearle. Fue por puro impulso, la primera vez que intenté pelear de forma automática.
Beck es un conocido cercano de West, no llega a ser amigo pero ambos llevan mucho tiempo trabajando para Marco. Beck ya era de la banda de West Side antes de que West peleara con el antiguo jefe y metieran a Fox para controlar la zona oeste.
La primera vez que lo vi, fue cuando West me dejó su carta de despedida, el mismo tipo que me llevó a verle arrastrándome por el pelo en El Cubo, el mismo al que West le ordenó que me echase a patadas, es el mismo que ahora me ayuda a ir contra Pitón.
Las vueltas que da la vida.
—Y piensas ir solo —repite Fox.
Suspiro mientras no ceso de teclear botones.
—Sí.
—Llévate a alguien de la banda por lo menos —me dice.
—No me hace falta —insisto.
—Sabes que es una trampa, ¿no?
Termina la partida y dejo caer el mando sobre mis piernas estiradas. Al alzar la cabeza, nuestros ojos se encuentran y me la quedo mirando con los ojos abiertos como los de un gato.
—Mírala, si parece preocupada y todo.
Foxy chasquea la lengua disgustada y corta de golpe nuestro duelo de miradas, mi azul pálido contra sus oscuros ojos pardos.
—¿Sabes lo difícil que es encontrar a alguien con tanta disponibilidad? —argumenta.
Saco el teléfono de mi bolsillo para mirar la hora. Le paso el mando de la play a otro chico de la banda que hay justo sentado a mi lado, Wells creo que se llamaba.
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Trueno y Relámpago.
Teen FictionDe un segundo a otro, Mika se ve sin dinero, sin casa, con su familia rota en pedazos y una enorme deuda que no puede pagar. Su vida da un giro inesperado la noche en la que un chico desnudo le cae del cielo. West Sinone, un gamberro gracioso y cha...