Samuel.
Hay tanto silencio en el salón que si cayera una aguja al suelo, seríamos capaces de escucharla a la perfección. El silencio se alarga de forma preocupante.
Y en lo más profundo de mi interior, allí dónde escondo mis sentimientos más fuertes, soy incapaz de descifrar qué siento ahora mismo.
Le ha llamado Samuel.
Creía que era de los pocos que sabían de su auténtico nombre. ¿Por qué cada vez que sorteamos un obstáculo, aparece otro?
Me gustaría poder decir que no me ha molestado escuchar a Troya llamar a West por su nombre de la infancia, me gustaría decir que no me importa, que no puedo sentirme molesto por no ser la única persona que ha conseguido tener tanto acceso a West.
Pero si dijera eso, estaría mintiendo.
Mentiría porque siento el aguijón venenoso de los celos apuñalándome el corazón, pudriendo mis bonitos sentimientos y transformándolos en algo oscuro y peligroso.
—Sabía que el nombre me sonaba de algo, solo que no conseguía caer de qué. ¿Cómo has terminado aquí, Troya? —pregunta West, curioso—. Hace siglos que no sé nada de ti.
—La pregunta debería ser como he conseguido salir de allí —murmura Troya bajando la cabeza.
Una conversación que tuve con Fox hace tiempo se hace hueco en mi mente recordándome algo que había olvidado por completo.
West se encargaba de reclutar a pardillos para ponerlos a repartir droga para Marco, sin saber que en realidad lo que hacía era conseguirle a Marco nuevos juguetes para sus clientes más despreciables.
Tomo el control de la situación antes de que todo se salga de madre y perdamos la armonía estable que habíamos conseguido a pesar del bombazo de Trueno.
—Empecemos por el principio —digo.
Y despacio, con cuidado y mucha paciencia, sin prisas y haciendo pausas necesarias cada vez que West lo ha necesitado, le cuento la realidad que hay detrás de todos los pardillos que él ha conseguido para Pitón.
Le explico lo que sucede en La Mansión cada primer sábado del mes cuando Marco organiza una fiesta. Hablo de los chicos que viven bajo sus pies ocultos y pagando con su cuerpo una libertad que no conseguirán jamás.
Le hablo de la lista de policías corruptos, le cuento lo que ocurrió la noche en la que rescatamos a Troya, menciono como maté a aquel hombre, cómo Pitón me disparó en el hombro cuando huíamos de los laboratorios con el ordenador como premio con cuatro chicos en ropa interior asustados y un tipo de seguridad al que amenacé para que me ayudara.
Le informo de cómo llegamos hasta aquí, de cómo descubrimos que le habían implantado un rastreador y de cómo se envenenó de Talio y la forma en la que casi muere.
Y lo último que le hago saber es cómo mientras él estaba siendo operado por su hermana mayor y uno de los hombres de Marco, Atom y yo nos colamos en mi antigua casa para recuperar los documentos utilizando el acertijo que había conseguido descifrar.
—¿Los tienes entonces? —pregunta cuando finaliza mi explicación—. ¿Has conseguido los documentos?
Asiento vacilante. Sinceramente, no esperaba que sus primeras palabras fueran esas.
Han sido demasiadas confesiones en muy poco tiempo, muchas cosas que asimilar y creía que su primer punto sería el de los pardillos que hay encerrados en casa de Marco. Suponía que comenzaría por disculparse o intentaría explicarse haciéndoles saber que no tenía ni idea de lo que ocurría una vez los entregaba a Marco.
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Trueno y Relámpago.
Fiksi RemajaDe un segundo a otro, Mika se ve sin dinero, sin casa, con su familia rota en pedazos y una enorme deuda que no puede pagar. Su vida da un giro inesperado la noche en la que un chico desnudo le cae del cielo. West Sinone, un gamberro gracioso y cha...