32. Más oscuro que su alma.

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West Sinone.


El taxi nos recoge en la puerta de Sweet D. a las tres y media de la madrugada. He terminado pagando una hora más porque Mika parecía tan tranquilo y relajado que he preferido dejarlo dormir un poco más, no quería arriesgarme a que volviera a sentir dolor en sus partes íntimas de nuevo.

Ha actuado extrañamente tranquilo, tanto que eso me hace sospechar que en cualquier momento la bomba que guarda su vergüenza estalle y me lleve por delante.

Mika es el primero en entrar, se acomoda en la ventanilla del lado izquierdo del coche y yo entro detrás, estoy a punto de sentarme en el otro lado del coche, pero Mika, tirando del tirante del mono tejano que llevo me pide en silencio que me siente junto a él.

Obedezco sin emitir palabra alguna.

No hemos hablado absolutamente nada desde que despertó en el reservado medio desorientado, mirando en todas direcciones preguntándose dónde narices estaba. Después se ha echado hacia atrás golpeando su cabeza con el gran cabezal de la cama.

Se por el tono que ha adquirido su piel que lo ha recordado absolutamente todo. Se miraba las piernas, entre ellas seguía habiendo un evidente bulto pero no se ha quejado de ningún tipo de dolor, así que he preferido no sacar el tema.

Doy la dirección de Mika al taxista y emprendemos nuestro recorrido como llevamos haciendo hasta ahora, en silencio.

La mano de Mika me rodea el brazo y aprieta.

—¿De... de verdad... ? —cierro los ojos y aprieto con fuerza, llegó el momento del reproche a mi atrevimiento—. ¿De verdad Pitón lo utilizó contigo para probarlo?

Mis párpados se abren a toda velocidad y mis rizos peinados y recogidos escapan de la goma y me ocultan parte de la visión al ponerse justo frente a mi campo de visión.

Estaba esperando un: ¿De verdad has sido capaz de hacerme algo así? ¿De verdad eres tan despreciable?

Me relajo un poco, pero no del todo. Con Mika, últimamente nada está asegurado, no sé por dónde me va a salir ni con cual de ellos me voy a topar. ¿Será el de siempre? ¿Será el Mika que conocí? ¿El frío y el manipulador? ¿El que se duerme entre temblores abrazado a mí? ¿El que no me necesita?

Es una incógnita y me aterra. Si no hubiera sido tan idiota para intentar hacer las cosas por mí mismo, si no me hubiera cegado tanto con la idea de mantenerlo protegido quizá él no habría llegado a esto.

Si tan solo... si tan solo lo hubiera mantenido a mi lado él me estaría ayudando, pero sin haberse sentido obligado a dar nada a cambio. Sin sacrificarse a sí mismo.

Asiento despacio.

—¿Por qué no me lo dijiste?

Su voz es débil, seguramente igual de débil que su interior en estos momentos.

Elevo mis hombros y suspiro.

—Supongo que es algo que prefiero no recordar —respondo—. Además, no soporto que la gente sienta lástima por mí como estás haciendo tú en estos momentos.

—¡No es lástima! —exclama, y ejerce fuerza con la mano que me rodea el brazo, clavándome las uñas en la carne—. No eres el único que se preocupa, ¿sabes?

—Lo siento —suelto de pronto.

No estoy seguro de si es por lo que ha pasado, si es porque no se lo conté, si me disculpo por estos sentimientos tan intensos. Quizá sea por todo.

Trueno y Relámpago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora