De vuelta al piso franco, Atom es incapaz de mantener el silencio en el coche.
Tampoco es que me moleste que hable, al contrario.
Parece que el silencio, ese que antes siempre había sido mi aliado, se ha vuelto mi enemigo. O quizá mi enemigo sea mi propia cabeza y por eso el silencio, que antes era como unas suaves manos que me arropaban, ahora parecen unas grandes garras opresoras que se dedican a torturarme cada vez que me permito tomarme un descanso.
No tener nada que hacer es lo peor que me puede pasar.
Mis pensamientos se amontonan en el interior de mi mente, como una explosión de burbujas en mi cabeza y cada una de ellas es algo que no consigo controlar, algo que me atormenta, algo que me preocupa.
Esas burbujas se amontonan unas sobre otras y cuando explotan, siento que colapso.
¿Podría West haberse dado cuenta de lo que me estaba ocurriendo y por esa razón ha permitido a Atom venir con nosotros? ¿Por qué habla tanto que no te da tiempo a ahogarte en tus propios pensamientos?
—¿Vamos a contar al resto lo del topo? —quiere saber—. No me gusta ocultarles cosas. Somos un grupo. O al menos lo éramos...
Me sorprende la forma en la que lo dice. Está tratando de hablar con seriedad.
Es West el que responde.
—Lo mejor es que actuemos con normalidad —dice—. Los chicos creen que hemos ido al local a buscar el portátil de Mika. Uno de ellos ha destrozado el sótano, si nos lo callamos sabrá que sospechamos de alguien de dentro.
—¿Y qué les explicamos? —Inquiero—. Podríamos decir que creemos que Marco ha averiguado algo, quizá mencionar alguna banda rival...
West desde el asiento del conductor, niega.
—No hay bandas rivales en North Side —explica—. Todas las bandas pertenecen a Marco y tienen un territorio establecido, por eso nunca ha habido problemas de ese tipo, porque todas forman parte del mismo núcleo.
—¿Y no podría tratarse de otra cosa? —insiste Atom—. Es decir, no somos agentes de la CIA ni nada por el estilo, las probabilidades de que hayamos cometido algún error o no haber sido del todo discretos son bastante elevadas.
—Sabían qué buscar y dónde buscar Atom —digo—. Destrozarlo todo solo ha sido una manera de despistarnos. Si se limitaba a coger el ordenador y marcharse habría levantado muchas sospechas.
Atom se deja caer hacia atrás en el asiento trasero y suelta un bufido de exasperación. Puedo comprenderlo a la perfección. Llevo menos tiempo que él en compañía de Tyson, Dallas, Beck y Fox. Pensar que cualquiera de ellos podría haber estado con Marco desde el principio me duele.
Me duele porque de verdad sí los consideraba amigos. Al principio no tenía intención de volverme amigo de ninguno de ellos, mi único propósito era salvar a West de los colmillos de esa serpiente.
Pero las cosas han cambiado y mi única motivación ya no es salvar únicamente a West. Es hacerle pagar a Marco todo el daño que ha causado, es darles a esos chicos desaparecidos la auténtica vida que se merecen.
He convertido esa motivación y a todas esas personas encerradas en jaulas en mi responsabilidad. No porque quisiera, sino porque alguien debía hacerlo.
Y me ha tocado a mí.
Por eso comprendo tan bien a Atom. Él ha pasado años con ellos, ha crecido perteneciendo a la banda de West Side y averiguar que uno de sus amigos nos ha estado engañando ha sido como haber recibido una bofetada con la fuerza de un huracán.
ESTÁS LEYENDO
Trueno y Relámpago.
Teen FictionDe un segundo a otro, Mika se ve sin dinero, sin casa, con su familia rota en pedazos y una enorme deuda que no puede pagar. Su vida da un giro inesperado la noche en la que un chico desnudo le cae del cielo. West Sinone, un gamberro gracioso y cha...