47. Héroe. Villano.

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Ya es la segunda noche que no duermo.

Tengo como sesenta llamadas perdidas de mi padre y estoy seguro de que ha debido movilizar a la mitad del cuerpo de policía de North Side para encontrarme. No he vuelto a casa desde la tarde en la que descubrimos el informe secreto del doctor Blackburn.

Tampoco he sido capaz de ir a ver a West.

Me aterra no saber qué voy a encontrarme.

Era fácil enfrentarlo cuando solo era Trueno, cuando no sabía quién era. Era fácil plantarse frente a él y ser sarcástico, era fácil dejarse llevar, era fácil no temerle.

No consigo comprender del todo lo que me explicó Fox de las dos personalidades que viven en el interior de mi novio. Está West, el chico del que me enamoré y su otra cara es Trueno, el sabueso que se encargaba de arreglar los trapos sucios de Marco Dante.

Me negaba a afrontarlo, a creerme las palabras de Fox, hasta llegué a pensar que me estaban gastando una broma, que aquello no podía ser cierto, que no era posible hacerle algo así a una persona y que en cualquier momento alguien saldría de entre las sombras gritando; ¡Inocente!

Pero ni era veintiocho de Diciembre, ni con el paso de los días venían a decirme que la broma había dejado de ser graciosa.

Quizá ahora tenga más sentido lo seguro que me sentía en presencia de Trueno, esa familiaridad que a veces me abrumaba. Esa atracción magnética e irremediable que notaba al estar con él aun llevando aquella aterradora máscara.

Estoy siendo descuidado, no he visitado a los chicos en sus habitaciones para saber cómo se encuentran. Se que Troya ha estado preguntando por mí los días anteriores, que llamaba a mi puerta de madrugada y yo hacía como que no le escuchaba y a los pocos minutos terminaba marchándose.

No es que pretenda desentenderme de ellos después de rescatarlos. Se que están bajo el cuidado de Beck que es como el padre de todos desde que lo conozco y eso me tranquiliza, pero tengo mis problemas, primero debo encontrar la manera de ayudar a West, luego la de ayudarles a ellos.

Creo que sacarlos de aquella jaula fue suficiente para darme unos días de libertad y centrarme solo en mi propio problema personal.

Oigo el crujido de la madera a lo largo del pasillo segundos antes de que la puerta de la habitación se abra.

—Te he traído una tila —dice Atom asomando la cabeza por la puerta.

Extiende el brazo mostrando una taza negra con el asa de color rojo. Un fino hilo de humo sale del interior del vaso.

—No gracias, prefiero un café —respondo.

—Deberías descansar un poco, Mika —contesta él. Entra en la habitación y deja la taza humeante sobre el escritorio al lado de mi ordenador portátil rodeado de hojas llenas de anotaciones. El portátil del doctor Blackburn descansa en una esquina con la tapa bajada—. No has cerrado los ojos ni para parpadear, no te estás haciendo ningún favor. Ni a ti, ni a Trueno.

Levanto la cabeza con tanta rapidez que la vista se me nubla unos segundos y me siento mareado.

—No se llama así —suelto con brusquedad.

Atom levanta las manos en señal de rendición.

—Mis disculpas —dice—. La costumbre.

Froto mis párpados cerrados con el índice y el pulgar fuertemente. Estoy cansado y asqueado.

—¿Te puedes ir ya?

Él se limita a alzar una ceja y mirarme desde arriba.

—¿Vas a permitir que alguien te ayude?

Trueno y Relámpago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora