Me quedo en silencio y totalmente a oscuras. Por acto reflejo, pego mi cuerpo a la pared y saco una de las navajas que me ofreció Atom cuando me hizo creer que eran las únicas armas que llevaba encima.
¿Cómo no lo vi venir?
Es la primera vez que Atom manifiesta sus emociones de una forma tan clara.
Lo quiero muerto o entre rejas.
Y yo que pensaba que no había nadie en este planeta que odiase a Pitón más que yo. Puede que estuviera equivocado.
Una planta sobre mi cabeza escucho un alboroto mayor a las fiestas que se montaban anteriormente en el sótano de la tienda de cómics, antes de darles a esos chavales un propósito de vida mejor que el de estar bebiendo y jugando a la play.
Oigo pasos a la carrera, tardo en darme cuenta de que vienen de plantas inferiores a la mía, así que, aprovechando la oscuridad que, quiero creer que está de mi parte, me interno un poco más en el pasillo en el que estoy y me escondo entre las sombras.
Pocos segundos después pasan lo que mis ojos registran como dos. Armados. Cómo no.
Suspiro y me obligo a mantener la calma.
Esto es cosa de Atom, es una locura de plan pero quiero pensar que ha sido pensado con antelación y detallado al milímetro y que sabe lo que está haciendo. ¿A quién trato de engañar? Hablamos de Atom.
Sin embargo, Atom ha conseguido llamar la atención de todos los integrantes de la casa, lo que me da cancha para moverme un preciado tiempo limitado por la segunda planta sin que nadie venga a por mí.
Dos arriba, derecha.
Estoy en la segunda planta, el pasillo se extiende a lo largo hacia ambas direcciones por lo tanto tendré que internarme por el corredor de la derecha.
Me cuesta ir con tranquilidad por la casa sabiendo que en la tercera planta está pasando vete a saber qué y más todavía si estoy en completa oscuridad. Podría sacar el teléfono para usar la linterna pero no me atrevo a delatar mi posición.
Coloco una mano en la pared de la parte derecha del cruce y avanzo por el pasillo despacio.
Dos arriba, derecha, siete.
¿Siete? ¿Siete pasos? ¿Siete metros?
Piensa Mikael, piensa.
Un paso mío es casi un metro, así que si hiciera siete pasos serían casi siete metros, puede que mi madre sea meticulosa pero no la veo midiendo el pasillo para marcar siete metros exactos.
Aún enganchado a la pared y usando la mano como guía doy siete pasos muy despacio.
Dos arriba, derecha, siete, cuadrado nueve.
Y aquí es donde se complica la cosa, amigos. ¿Cuadrado nueve? No veo nada a menos de medio centímetro de distancia. Si pusiera mi mano frente a mis narices no sería capaz de distinguir un solo dedo.
Todas las puertas están cerradas por lo que no entra ni una fina línea de luz que me facilite un poco el camino.
Debo estar a unos siete metros del cruce de la segunda planta. Desde la escalera no debería verse la linterna del móvil si la encendiera, ¿verdad?
Despego la mano que se mantenía sobre la pared, la derecha, la izquierda sigue sujetando con fuerza la navaja como si pudiera con ello hacer el arma parte de mi extremidad. Saco el teléfono del bolsillo del pantalón.
Estoy totalmente tenso, cualquier sonido que escucho, por lejano que sea, y creedme, no son pocos los que suenan, me crispa todo el cuerpo, me eriza la piel y veo ojos acusadores y enemigos por todas partes.
ESTÁS LEYENDO
Trueno y Relámpago.
Teen FictionDe un segundo a otro, Mika se ve sin dinero, sin casa, con su familia rota en pedazos y una enorme deuda que no puede pagar. Su vida da un giro inesperado la noche en la que un chico desnudo le cae del cielo. West Sinone, un gamberro gracioso y cha...