53. Secretos y desconfianza.

35 2 13
                                    

De vuelta al piso franco, sigo sin dar créditos a las palabras de mi madre. ¿Ser un agente en activo del FBI? ¿No se necesita no sé... un curso como mínimo para ello? No tengo ni idea sobre investigaciones policiales más que lo que he visto en las series policiacas.

¿Cómo espera que trabaje con ellos?

—¿Eso significa que llevarás placa? —pregunta Atom.

Se deja caer sobre el sofá del salón.

Fox todavía no ha llegado, Beck está a la espera de que Nathan aparezca para informarle de cualquier cosa, los chicos están viendo la televisión y Kenai duerme en la habitación que se le asignó.

Cerrado con llave desde fuera, por supuesto.

Dallas y Tyson juegan a las cartas en la mesa.

—¿Quién va a llevar placa? —quiere saber Beck.

Noto un ligero tirón en mi camiseta. Me doy la vuelta y veo a West tras de mí intentando llamar mi atención en silencio.

—¿Podemos hablar un momento? —me pregunta.

Afirmo meneando la cabeza de arriba a abajo y sin responder a la pregunta de Beck abandonamos el salón internándonos en el pasillo hasta acabar en mi nueva habitación.

Nos quedamos a solas encerrados en el silencio de estas cuatro paredes, casi creo ser capaz de ver el torbellino de emociones que envuelve a West, siento ese extraño vértigo en el estómago, como cuando estás en un sitio muy elevado y cometes el error de mirar hacia abajo.

Es una sensación reconocible que detecto como miedo e incertidumbre. Todo ha ido bien desde que conseguí que volviera a ser West hasta que nos sentamos a hablar todos juntos en la mesa.

Más concretamente cuando Troya mencionó su nombre.

¿Algo se ha quebrado y no me he dado cuenta?

—¿Estás molesto? —comienza preguntando.

—¿Molesto? ¿Por qué iba a estar molesto?

West suspira y se sienta sobre la cama.

—Troya fue uno de los chicos que conseguí para Pitón —explica.

Sí, hasta ahí había llegado yo también.

—Es quizá, a parte de ti, la única persona que no intentó aprovecharse de mi posición —prosigue—. No es que nos hiciéramos amigos ni nada de eso, nos llevábamos bien y siempre me trató como si yo no fuera hijo de Marco Dante, pero me costó mucho conseguir que confiara en mí, por eso lo del nombre.

—Comprendo.

—No quiero que pienses que teníamos una relación íntima o muy estrecha —continúa—, porque no es así, solo hice lo que mejor se me ha dado siempre, ganarme a la gente. Antes he querido hablar con él porque... se merecía una disculpa, todos se la merecen. ¿Cómo no me di cuenta de lo que en realidad ocurría frente a mis narices, Mika? Los entregué yo, a muchos de los que hay ahí abajo los entregué yo mismo y luego seguí con mi vida como si nada.

—No podías saberlo... —murmuro.

Me acerco a West hasta que mis rodillas tocan las suyas, que están flexionadas siguiendo la forma del colchón.

—Podría haber investigado un poco, o haberme preocupado al menos de que estaban bien.

Coloco ambas manos alrededor de su cuello y alzo su cabeza para obligarme a mirarlo.

—No eres una mala persona —aseguro—. Tú no. Lo es él, todo es por él.

West cierra los párpados con fuerza, sus largas pestañas negras le rozan los pómulos como un abanico hecho polvos de cabrón.

Trueno y Relámpago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora