¿Qué hacemos ahora? Parte 2.

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Relato corto.

Parte 2.

¿Qué hacemos ahora?

-Despierta.

Siento como unos dedos van dejando pequeñas cosquillas por mi cara. Un pequeño dolor de cabeza me recuerda que anoche volví a beber después de hace años.
Un escalofrío me recuerda por qué unos dedos están acariciando mis mejillas.

Sonrío sin abrir los ojos, con ambos brazos busco el cuerpo de la chica para abrazarlo contra el mío. La risa de ella hace que muestre los dientes al sonreír.

-Tengo que irme, y dijiste que me acompañarías. -Inconscientemente mi cabeza se esconde en su cuello, quiero respirar un poco más de ella.-
-¿No te dije que te iba a secuestrar?
-Idiota.
-¿Estás segura? -Abro los ojos justo cuando ruedo por la cama y dejo su cuerpo debajo del mío, ambos desnudos. Le sonrío a la vez que inclino mi cabeza para dejar un beso corto en sus labios.- Hola.
-Hola bello durmiente.
-¿Qué hora es? -Miro la abundante claridad que entra por la ventana.-
-La hora de que me vaya.
-¿Quieres desayunar? -Mueve su cabeza de un lado a otro, negando mi propuesta. Sus uñas se deslizan hacia arriba por mis costados, dejando una placentera sensación que me hace mover la cabeza de un lado a otro como si un gran escalofrío se apoderase de mi cuerpo.- No te vayas todavía.
-Tengo que hacerlo.

No hubo forma de convencerla para que se quedase. Muchos besos, caras de pena, caricias robadas... Esa chica tenía claro que tenía que marcharse y yo estaba sentado en la cama mientras miraba como se vestía, solo con mi ropa interior puesta.

Recreando con mis ojos lo que disfruté la noche anterior.
Guardando mis deseos de arrancarle el vestido que se estaba colocando de nuevo.
Manteniendo mis ganas de traerla de vuelta a la cama y volver a escucharla gemir.

Mi reloj marcaba las 11 y veinte de la mañana, si alguien la esperaba, debía de estar bastante preocupado.

Salimos de mi habitación, yo delante. Parecía no haber nadie en la casa. Solo una camiseta acompañaba a mi ropa interior.
Ella sin embargo, iba casi perfecta, mirándose en el espejo de mi habitación había peinado su largo pelo castaño, con unas toallitas del pequeño bolso había retirado el exceso de maquillaje y con sus manos había quitado las arrugas que el vestido había cogido al pasar horas tirado en algún lugar de mi habitación.
Y aún así, se veía realmente preciosa.
Ella es realmente preciosa.
Abrí la puerta para salir y la voz de Tomás a mi espalda hizo que el corazón casi se me saliese por la boca del susto.

-¿Hugo? -Me giré asustado, mi hermano alternaba la mirada entre la chica y yo.- ¿Tú le has abierto la puerta a Eva? No he escuchado el timbre.

No entendí lo que dijo, mi cabeza se había bloqueado y no era capaz de procesar toda la información que estaba recibiendo.
¿Eva?
Tomás se acerco a nosotros y saludó con dks besos y un abrazo a la chica que hace unos minutos estaba en mi habitación y que la noche anterior la había pasado en mi cama.

-¿Qué? -Apenas salió con un hilo de voz esa palabra de mis labios, pero suficiente como para que ambos pudieran escucharla.-
-Te presento, Hugo ella es Eva, mi amiga, la que avisé que iba a venir. Eva él es mi hermano Hugo.

Y allí estaba, no se llamaba María, era Eva, la amiga de mi hermano. La chica de la que tanto nos había hablado por videollamada, esa misma chica a la que está empeñado en conquistar y a la que yo le iba a ayudar.
Me sonríe consciente de la situación. Ni ella se llama Maria ni yo me llamo Víctor. Y ambos nos acabamos de enterar.
Se le escapa una carcajada.
Es un poco surrealista la situación.

-Ya nos conocemos, Tomás. -Mi hermano gira levemente la cabeza hacia la derecha, y mi rostro cambia. No puede enterarse de nada de lo que ha pasado entre nosotros. Y ella lo lee en mi mirada, aunque no entiende el por qué.-
-Claro, le he abierto la puerta ahora mismo.

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