Contrarreloj. Parte 2.

620 64 7
                                    

Relato corto.

Contrarreloj. Parte 2.

Han pasado dos meses desde esa fiesta de máscaras, desde la mejor noche de mi vida.
Dos meses desde que mis ojos no han vuelto a encontrar los suyos.
Dos meses desde que salimos de esa casa ya con la luz del día sobre nosotros, y desde que ella desapareció en un taxi.

Me dio su número de teléfono, pero de nada sirve si no me responde a los mensajes o contesta a las llamadas.
Yo quiero que siga en mi vida, quiero que me acompañe por siempre.
Pero parece que no es recíproco, aunque yo sintiera aquella noche que sí lo era.
La sentí mía y me sentí suyo.
Era algo de los dos.
Había mucho más que gemidos pasajeros.

Había un nosotros que podría haber sido eterno, que aún puede serlo

-Déjalo ya Hugo, no le escribas y llames más.
-Fue demasiado bonito para acabar ahí.
-Te enamoraste.
-Como no lo he hecho nunca. -Su mano se deja caer sobre mi hombro.-
-¿Preparamos la fiesta para tu cumpleaños?
-No quiero.

Me levanto del sofá y vuelvo a la habitación, la cama ha sido mi mejor compañera estos dos meses donde no he dejado de hablarle de ella, de soñar con ella, de creer que sonaba mi teléfono y con la esperanza de que cada mensaje fuese suyo.

No entiendo que me dejara a un lado así sin más.
No después de ver en esos ojos azules que yo tampoco era un rollo de una noche para ella.
Necesito explicaciones, necesito verla, que me lo diga a la cara.

Que me diga "Hugo no me gustas" y que sea creíble.

-¿Dónde estás?

He intentado buscarla en redes, pero solo sé su nombre. En Madrid hay demasiadas personas que se llaman Eva.
Me terminé rindiendo, lo dejé por imposible.
Es como si hubiese sido un fantasma, un fantasma con el que compartí demasiadas cosas.

He vuelto varias veces a ese jardín, a tumbarme en el césped, a ver amanecer dentro de la piscina.
Quería sentirla cerca y ese lugar me trae demasiados recuerdos de ella, cada hierba del césped grita su nombre.

Entro en la ducha, cada vez con menos esperanzas de poder saber algo de Eva.
Cada vez se desvanece la posibilidad de que me hable, de que vuelva.

-Hugo, ¿Puedo invitar a la chica que estoy conociendo a tu fiesta?
-Haz lo que quieras.

Me seco con la toalla, y salgo hacia mi habitación.
Bruno sigue empeñado en hacer una fiesta por mi cumpleaños, aunque a mí no me haga ilusión.
Me dejo caer en la cama, queriendo cerrar los ojos y volver a abrirlos solo el dia que vaya a volver a tenerla delante.

30 de diciembre, los días han pasado sin darme cuenta y ha llegado mi cumpleaños.
25 nada más y nada menos.
No me hace especial ilusión, y menos a segundos de que empiecen a llegar todas las personas que Bruno ha ido invitando.
Amigos, amigos de amigos, familiares, y gente que ni conozco.

Hay una mesa donde van dejando lo que hayan comprado, es el requisito para entrar en el local que mi amigo ha alquilado.
Luces oscuras, música y desfase.

Horas más tarde pienso que he tenido suficiente, me salgo al gran balcón que da a la calle para fumar.

-Hugo ven, tienes que soplar las velas.

Mi amigo me arrastra hacia dentro antes de poder salir.
Cientos de personas cantan el típico "Cumpleaños feliz" mientras que yo me esfuerzo por mantener una sonrisa.

-Pide un deseo.

Mi cabeza lo piensa un momento, pero grita con fuerza "Que Eva vuelva" cierro los ojos y apago las dos velas que han puesto encima de una enorme tarta.
Muchos aplausos y gritos se escuchan antes de que DJ vuelva a poner la música a más decibelios de los permitidos.

Después de volver a abrazar a mis amigos y familiares más cercanos, me dirijo de nuevo al balcón. Un cigarrillo en el bolsillo me pide que lo consuma.

Dejo que el frío de Diciembre golpee mi cara, que el humo se pierda con el vaho que mi boca suelta cada vez que la abro.
Suspiro, asumiendo que no voy a volver a verla, que se acabó, que no fui nada para ella.
Que quizás deba hacerle caso a algunas de las chicas que han querido ligar conmigo dentro.

-Felicidades. -Me giro al escuchar esa voz. Mis ojos se abren sin poder creer lo que ven. ¡Está aquí! Me pellizco para saber que es real, que no estoy en un maldito sueño.- ¿Qué haces? -Suelta una carcajada antes de que mi cuerpo avance y abrace al suyo. La estoy tocando, es real, está aquí.-
-Te pedí como deseo, quería comprobar que era real y no un sueño.
-Lo siento. -Me separo de ella para mirarla a la cara.-
-¿Por qué no me contestas? ¿Por qué desapareciste? ¿Cómo es que estás aquí?
-Parece que mi amiga tiene algo con tu amigo.
-¿Con Bruno?
-Sí. -Agarro su mano, y el mismo escalofrío de la primera vez me recorre. Han pasado algo más de dos meses pero todo está igual, siento lo mismo por ella que aquel día.-
-¿Por qué me ignoraste?
-Porque era lo mejor. -Deshace el agarre de nuestras manos, camina unos pasos y se apoya en la barandilla del balcón. Solo la luna y las estrellas alumbran la oscuridad del cielo.-
-¿Lo mejor? Te he echado de menos cada día. No era lo mejor para nadie.
-Hugo, no te conviene pasar tiempo conmigo, no te conviene quererme. Tuve claro que tenía que alejarme cuando me dijiste que me querías en la piscina.
-¿Te asusté? -Niega con la cabeza y yo me pongo a su lado, sus ojos me miran ahora a mí.-
-Yo también te quiero.
-¿Entonces por qué te alejaste?
-Porque no quiero que pierdas tu tiempo. -Vuelve a mirar al frente para que no vea como una lágrima se escapa de sus ojos, de esos ojos que me cautivaron desde el primer segundo en que los vi. Me acerco a su cuerpo, me coloco detrás de ella, un brazo a cada lado de ella. Mis manos queriendo rozar las suyas.-
-Nunca perdería el tiempo contigo. Dime que tú también lo sentiste, que sentiste que juntos era como teníamos que estar. -No contesta con palabras pero mueve su cabeza de arriba hacia abajo. Acerco mi boca a su oreja.- Déjame despertar contigo todos los días, déjame quererte como nunca nadie lo va a hacer nunca, déjame quedarme contigo siempre. -Eva se gira, mis manos agarran su cintura mientras que las suyas acarician mi cara antes de que sus labios vuelvan a besar los míos. He esperado demasiado por este momento y maldigo cuando unos estúpidos milímetros vuelven a separarnos.- Te quiero.
-Te quiero. -Sonrío y rozo mi nariz con la suya, su dedo me detiene antes de que pueda volver a besarla.- Ojalá te hubiera conocido en otras circunstancias.
-¿Por qué? ¿Qué pasa?
-No deberías pasar tiempo conmigo. -Acaricia mi cara con delicadeza. El azul de sus ojos se vuelve cristalino.-
-¿Por qué?
-No me queda mucho, tengo cáncer Hugo.
-¿No hay solución?
-No.

Su respuesta es tajante. He encontrado al amor de mi vida y una cruel enfermedad va a llevársela, va a arrebatarla de mi lado.
Una lágrima corre por su cara y es reflejo de la que se escapa también de mis ojos.
Es como si hubieran disparado a mi pecho acertando de pleno en mi corazón.
Puedo notar como se rompe y se desangra.
No es justo.
No lo es.

Me niego a aceptar que así sea, pero su cara me dice que no hay posibilidad de error, que no vamos a envejecer juntos porque ella se apagará antes.
Que sus ojos se cerrarán y privaran al mundo de enamorarse de ellos antes de lo que debería hacerlo.

Suspiro y la abrazo, pego su cuerpo al mío y su boca con la mía.
Necesito besarla a cada segundo.
Quiero desgastar sus labios antes de que el madito cáncer me prive de ellos.

Pero si hay algo que mi cabeza no deja de repetir, que no deja de gritarme.
No me quiero alejar de ella, quiero vivir enamorado de ella todo mis días, quererla todos los suyos.
Sacarle todas las sonrisas en el tiempo que el cáncer nos deje.
Disfrutar de ella cada segundo hasta que su corazón deje de latir y el mío comience a vivir echándola de menos.
Quiero vivir la vida que nos merecemos juntos, aunque sea menos de lo que nos corresponde.
Quiero estar con ella hasta su último suspiro.

-Entonces no quiero separarme ni un segundo de ti.

Relatos Cortos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora