No le cuentes a nadie.

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No es buena idea beber con el estómago prácticamente vacío, y mi plato está casi sin tocar.
Quizá es culpa mía por prestar más atención a la copa de vino blanco que tengo en la mano que a la comida que está frente a mí, pero es mejor mirar las burbujas del líquido que hacerlo constantemente a la mesa donde está él.
Aunque esto último tampoco es que logre evitarlo demasiado.
Y tengo que parar.

-No has comido nada, Eva.
-Tengo el estómago cerrado.
-Ya. -La mirada de Marina me atraviesa, como si comprendiera mi situación pero a la vez me recriminase todo.-
-Vale, vale. -Dejo la copa en la mesa y cojo el tenedor para pinchar prácticamente algo de todo lo que hay en el plato y llevármelo a la boca.- ¿Contenta?
-Algo más, sí.

Me guiña un ojo a la vez que empiezan a sonar las copas de las personas golpeadas por los cubiertos.
Todos se ponen en pie y se forma un gran jaleo que me hace sonreír e imitarlos.

El tiempo corre en las manecillas del reloj y yo consigo dejar de mirar a Hugo, quizá el alcohol me ayuda a eso, a no prestarle tanta atención, a no ver si le toca el pelo, le pone la mano en la pierna o se inclina a darle un beso como hacia constantemente conmigo.
A no mirar si sus sillas están más juntas que la de los demás porque "bastante lejos te he tenido toda la vida como para que nos separen dos sillas".
De ahí su constante ímpetud por el contacto físico entre los dos, mordiendo su labio inferior al mirarme los míos y sonriendo al subir a mis ojos.

Tengo que parar, ojalá pararlo, porque los recuerdos me caen en cascada y yo estoy abajo sola con un flotador que va perdiendo el aire, a merced de un nosotros que ahora que no existe, hace daño.

"-¿Sabes donde he dejado el teléfono? Llámame. -Cojo aire para llamarlo y él se gira para mirarme con las cejas alzadas y el dedo en alto.- Bebé, con tu teléfono.

Se me escapa la risa junto con el aire que había cogido para decir su nombre en alto, quería devolverle la misma broma que tantas veces me ha hecho a mí.
Cojo el teléfono para marcar su número pero cierro los ojos cuando su cuerpo se acerca al mío en la cama y su boca besa brevemente mi cuello, haciéndome cosquillas.

-Hugo... así no puedo.

Suspiro al sentir un pequeño mordisco sobre la piel de mi hombro desnudo.
Normal que no encuentre su teléfono, se perdió en algún lugar entre las sábanas de la cama y el suelo de la habitación anoche cuando llegamos a casa.
Yo lo dejé a un lado antes de empezar con un juego de besos que interrumpió los videos haciendo el tonto que estábamos grabando con el suyo.

-Perdón, perdón. -Su cuerpo se separa del mío apenas unos centímetros y me inclino a besar brevemente sus labios, provocando una sonrisa en ambos.- ¿Y si llego tarde?
-¿Por qué ibas a llegar tarde? -Levanto la mirada de la pantalla del teléfono cuando le he dado a la tecla de llamar para ver a Hugo, que me sonríe y se desliza el abrigo por los hombros para dejarlo caer a un lado de la cama.-
-Quizá no me sonó la alarma. -Su teléfono comienza a sonar y rápidamente lo localizamos a un lado en el suelo.- O he pasado una mala noche y... -Giro la cabeza cuando sus labios pretenden besar los míos.-
-O vas a la reunión, vuelves para comer juntos y lo celebramos, porque va a ir todo muy bien.

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