Te dije que no te quedaras. Parte 4.

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Te dije que no te quedaras.

Parte 4. Final.

10 de enero.

Ya han pasado las fiestas, los operarios comienzan a desmontar las luces y adornos que han intentado traer alegría a las calles.
Todo tiene un comienzo, y un final, el de estos alumbrados ha llegado ya, tendrán que volver a esperar al año que viene para ser encendidos de nuevo.

Camino hacia el hospital, me toca turno.
Aunque mi vientre no esté aun muy abultado, lo acaricio casa poco tiempo.
Ya todos saben de mi embarazo, y estén de acuerdo o no, no me importa.

No fue buscado, solo ocurrió.
El frio aun no se ha ido, parece que quiere quedarse al menos unos meses más.
Y no hay nada que se lo impida.

Escondo mi boca detrás de la tela para tratar de buscar algo más de calor, evitar el viento que quiere colarse por mis huesos.

-Buenos días Eva.
-¿Cómo has pasado las navidades, Olivia? -En el ascensor una chica joven, casi de mi edad, apenas comienza como enfermera. Lleva pocos días y recuerdo que para mí, esos días no fueron nada fácil.-
-Muy bien, en familia.

El ascensor se abre en mi planta, una sonrisa como despedida y suspiro al entrar de nuevo aquí.
Después de los días que me pedí de permiso, no sabia que me costaría tanto volver a pisar esta planta del hospital.

Camino hasta los vestidores, donde dentro de mi taquilla espera la bata colgada, impaciente por que me la ponga de nuevo a intentemos salvar las vidas que podamos.
Abro la pequeña puerta de metal y lo primero que veo es una foto de Hugo y mía.
Es reciente, detrás hay otra, la primera que nos tomamos.
Parece que han pasado años pero solo fueron unos meses de diferencia entre una y otra.

Sonrío antes de llevarla hasta mis labios para dejar un beso impreso en el papel, y volver a dejarla donde estaba.

-Eva. -Me giro para encontrarme con Luis, me ayudó bastante cuando empecé.- Has vuelto pronto, te esperábamos más tarde.
-Aquí, al menos, hago algo.
-Claro que sí. Venga, que te llevo a ver los nuevos pacientes.

Me pongo la bata blanca, que no me hace sentir mejor, más bien me lleva de vuelta al pasado al que intento seguir aferrada.
Sigo los pasos del doctor, que alegre va poniéndome al tanto de las novedades, que sinceramente, no estoy escuchando.

Mi cabeza está recordando cada momento vivido en este lugar con un chico rubio.
Nos paramos delante de una habitación, entramos y valoramos al paciente, así vamos haciendo la ronda por toda la planta.
Hasta llegar a la habitación 246.
Suspiro antes de que Luis abra la puerta y me deje sola en el pasillo.
Las lágrimas vuelven a agolparse en mis ojos, quieren volver a recorrer mi cara sin obstáculos.
Con los dedos intento retirarlas antes de que caigan, pero al notar mis mejillas mojadas me doy cuenta de que es demasiado tarde.

Me resisto a entrar, escucho la voz de Luis y el paciente no es Hugo.
Él ya no está en esta habitación, él ya no está aquí.

"Espero nerviosa en la puerta del quirofano, de un lado hacia otro, andando y desgastando el suelo.
No hay nada que pueda calmarme, solo quiero que salga el doctor y me diga que todo ha salido bien.
Ese seria mi regalo perfecto de Navidad.
Que Hugo esté bien.

El café frío en mis manos acaba en el cubo de basura.
La puerta se abre, un señor con un gorro y cara de pocos amigos sale, sus ojos se encuentran con los míos a la vez que se quita la tela que le cubre la cabeza para tirarla en el mismo cubo donde hace unos segundos ha acabado el vaso de la máquina de café.

-¿Eva? -Asiento con la cabeza. Preparándome para sus palabras. Rezando por dentro, sin ser creyente, para que sean buenas noticias.- Hemos tenido complicaciones, sabe el riesgo que tenía la operación. -Vuelvo a hacer el mismo movimiento de cabeza, esta vez con una mano sobre mi boca. No me gustan esas palabras que intuyo que va a pronunciar.- Lo siento, hemos hecho todo lo posible."

Una triste palmada en mi hombro y ese hombre desaparece de mi vista como lo ha hecho la vida de Hugo.
Corríamos el riesgo, lo asumimos y perdimos.
Jugamos a ganar una vida juntos, y no hemos sido afortunados.
Desde ese día, mis ojos no saben expresar otro sentimiento que no sea dolor y tristeza.

Me dieron unos días libres, pero volver en menos de dos semanas a donde lo conocí, solo abre más la herida que no tengo claro cuando va a dejar de doler.

Recuerdo sus últimas palabras antes de entrase para no volver a salir de quirofano.

"-Te quiero Eva, y aunque te dije que no te quedaras, me has alegrado los días que me quedaban."

Era una despedida, él lo sabía, y yo no quise asumirlo, tenía la estúpida ilusión de que saldría bien.
Él sabía que no volvería a verme, que no habría más tiempo para los dos.
Me dejó un usb, donde se grabó hablándome, tocando la guitarra y hablándole también a nuestro bebé.

Eso es lo único que me queda de él, los recuerdos, ese pequeño dispositivo y nuestro bebé.
Hugo llegó para revolucionar mi vida, para hacerme probar el verdadero amor y marcharse.
No quiso pero no tuvo más opción, lo intentó hasta el final, y todo por mí, por un nosotros más duradero.

Me doy media vuelta, no soy capaz de entrar en esta habitación y no verlo, ver a otra persona en la cama donde siempre me esperaban con su eterna sonrisa.

No estoy preparada todavía para esto.
Camino hacia los vestidores, dejo la bata en la taquilla y salgo del hospital.
Me he equivocado, era demasiado pronto para volver allí.

Él me sigue a todas partes, mire por donde mire lo veo, me vienen recuerdos de nosotros.

No me acostumbro a no verlo, a no escuchar su marcado acento andaluz.
Mis labios anhelan los suyos y mis manos lo buscan entre las sábanas de la cama.
Pero no hay nada, esta vacía, solo estoy yo en ese colchón que ahora se me antoja incómodo.

Paro el coche frente al cementerio, el lugar donde más tiempo he pasado últimamente.
Conozco el camino de memoria hasta él.

-Hola, otra vez estoy aquí. -No espero una respuesta por su parte, me conformo con dejar que mis dedos acaricien el frio mármol y delineen las palabras escritas sobre la lápida.- Te echo mucho de menos. No me acostumbro a no verte. -Las lágrimas caen al suelo del que empiezan a salir brotes verde de lo que intenta ser un césped.- Me dijiste que no me quedara, pero aquí estoy, contigo, aunque ya no estés, y así va a ser siempre, Hugo.

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Y fin.

Espero que os haya gustado 😊

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