Nos fuimos.

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Relato corto.

Nos fuimos.

La voz de resonando cansada por los altavoces del aeropuerto nos avisa de que el vuelo que debemos coger está a punto de cerrar sus puertas de embarque.
Parece mentira, casi tres años después vuelvo al mismo lugar del que prácticamente escapé sin decir nada a nadie.
Me costó varios días en los que mi madre apenas quería hablarme, varias semanas en las que nuestras conversaciones eran un hola y un adiós y algunos meses en que volviese a hablarme como siempre lo había hecho.
Le dolió que lo dejase todo de la forma en que lo hizo.
Ella había visualizado mi vida allí, casado con Carla, con un puesto fijo en la empresa de su padre. Siendo un hombre de familia como los antiguos lo eran, con un traje, corbata, y cara seria.

Pero yo no soy eso.
Mi pelo se resiste a ser peinado con gomina, va por libre, como yo.
No quiero esconder mis tatuajes debajo de una camisa y un traje de chaqueta gris o negro.
Me rehuso a que una corbata me apriete la garganta.

Siento como unos dedos se aprietan contra los míos, llamando mi atención mientras esperamos al final de la fila para subir a ese avión.

-¿Estás bien?
-Sí.

Solo vuelvo porque ella también lo hace, porque vamos a hacerlo los dos juntos.
Le sonrío y me inclino para dejarle un beso en los labios.
Me encanta poder hacer eso a cualquier hora del día.
Volvemos a la que un día fue nuestra ciudad, y lo hacemos juntos.
Desde ese día donde le dije que no quería que se fuese y ella me propuso que me fuese con ella, no nos hemos separado ni un segundo.

Al principio, cuando llegamos al piso compartido que tenía, a sus compañeras no les hizo demasiada gracia que un chico viviese allí.
Poco después, alquilamos algo los dos juntos.
Y ahora, con los ahorros que hemos conseguido, con ilusión y porque ese piso que solo tenía una habitación se nos ha quedado pequeño, hemos comprado una casa.
Una casa de dos plantas, con tres habitaciones, con un jardín y sitio más que suficiente para nosotros, en nuestra antigua ciudad.

No fue fácil la decisión de volver, pero tras mucho pensarlo, después de que nos concedieran el traslado en los trabajos, decidimos hacerlo.
A veces es necesario tener a la familia cerca, hablamos con los padres de Eva todos los días, vinieron a visitarnos cuando nos mudamos juntos, siempre me han tratado como un más de la familia, cuando solo éramos amigos y ahora que somos pareja también.
Me siento bien con ellos, es agradable estar con quienes no criticaron o juzgaron mi decisión ni un momento.
Solo nos preguntaron si es lo que queríamos, pero no hizo falta responderles con palabras porque lo vieron en nuestros ojos.

Le enseñamos el dni y los billetes a las azafatas que se quedan unos segundos de más mirando a Eva, yo carraspeo para que se den prisa, sé que le incómoda que la miren como si fuese un extraterrestre, que después le pongan una sonrisa amplia y ladeen la cabeza.

-Odio a la gente. -Sonrío apoyando mi mano en su espalda para ayudarla a caminar, para sentir que puedo ayudarla en algo más.-
-Mi amor, es normal.
-¿Nunca han visto a nadie embarazada?
-Nunca a alguien tan preciosa.

Me mira como si quisiera matarme y yo solo dejo salir una carcajada antes de coger su cara con mis manos y pararnos en mitad del pasillo hacia el avión para besarla.
Mi cuerpo aplasta con cuidado el suyo cuando su espalda toca la pared para que quienes vengan detrás de nosotros pasen sin problema.
Yo solo quiero besarla hasta que su ceño deje de estar fruncido.

-Idiota.

Ahora es ella quien sonríe y captura mis labios con fuerza.
Eva tiene ya el vientre bajo, apenas queda una semana para que salga de cuentas y la gente se fija en eso, en el brillo que sus ojos desprenden y que a mí me tiene aún más cautivo de ella.

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