Relatos Cortos

¿La última vez?

Relato corto.

¿La última vez?

Muy pocas veces en la vida no tenemos la oportunidad de saber cuando va a ser la última vez de algo y no aprovechamos esos momentos como después quisiéramos haberlo hecho.

¿Cuándo es la última vez de un abrazo a tu madre?
¿Cuándo es la última vez de unas cervezas con un amigo?
¿Cuándo es la última vez para sentir a la persona que te enseñó a hacerlo de verdad?

Instantes diarios que no valoramos, como si la vida nos fuese a durar para siempre, como si fuese... eterna.

"Mamá te quiero."

Suspiro con el teléfono en las manos que tiemblan sin que yo pueda controlarlas. Consigo retener las lágrimas en mis ojos, aunque queman y escuecen porque quieren salir.
Me duele el pecho y cada centímetro de mi cuerpo, está dormido y como si quisiera despertar de esta pesadilla.

El frío sonido del silencio me golpea la cabeza, porque el silencio suena, lo hace a pensamientos, a golpes en el pecho, latidos del corazón, a ella, porque siempre está, aunque no esté.

Su risa vive en mis oídos, sus susurros en mi piel y su voz en mi garganta, como si yo fuera suyo y solo necesitase un beso para seguir siéndolo.

"-Hugo ¿Estás bien? ¿Qué pasa?
-No, no lo estoy, mañana vuelvo a casa."

Me quedo para mí los motivos que mi madre no necesitará escuchar de mi garganta porque los verá en mi cara. Nunca he sabido esconder lo que grita mi interior.

Alzo la cabeza para seguir reteniendo las lágrimas en los ojos, el techo parece que se acerca a mí y me quiere atrapar, las paredes de la habitación también, el suelo se mueve y yo siento que me ahogo.

Hace unas horas, unos minutos, entre voces y risas mi cabeza estaba en pausa, en soledad le da rienda suelta a eso que trato de mantener atado, aquí no me vale sonreír sin que esa sonrisa me llegue a los ojos y decir que está todo bien para cambiar de tema al segundo.

Aquí estoy yo, solo, y no me gusta estarlo, a mi me gusta estar con ella, me falta y siento que me sobra el mundo. Cuando ves el precipicio, un barranco,  por donde no hay más tierra por la que andar, el mundo te oprime.
Nunca pensé ver esto cuando la vi por primera vez.

Me levanto demasiado rápido de la cama donde estaba sentado, no quiero prestarle atención al mareo que me sacude y salgo de la habitación.
Nada, nadie, no hay nadie aquí, y aunque lo hubiese... no sería quien quiero que sea.
Mi guitarra descansando en el soporte, la luz apagada, el sofá con los cojines sin ordenar, la cocina repleta de cajas de comida y vasos, todo lleno y yo vacío.

Cojo el chaquetón del perchero, las llaves de donde están colgadas y la cartera de la mesita.
Fuera del piso trato de respirar, de hacerlo despacio pero el frío de la noche de enero me hiela por dentro.
Ni siquiera he sido consciente de que he salido con un pantalón corto y los zapatos de andar por casa, pero no me detengo, no quiero ni puedo hacerlo.
El tiempo corre en mi contra y yo... corro también, sabiendo que no puedo alcanzarlo ni detenerlo, que solo puedo dejar que pase y sentir que me muero un poco más.

Llego casi sin aliento al parking donde tengo el coche, acelero contra el tiempo para llegar lo antes posible, como si hubiese algo que empujase mi coche desde atrás me salto un par de semáforos en rojo. Por suerte no hay coches en la carretera, nadie corre como lo estoy haciendo yo.
Como si la vida se me estuviera yendo... y realmente se me está yendo ella.

Tardo minutos en llegar, en dejar el coche en una zona en amarillo sin remordimiento a la multa que me pueda llegar.
Las llaves suenan en mis manos, no encajo la llave a la primera, ni a la segunda, porque sigo temblando.
Abro la puerta del portal, la luz se enciende sola y yo prefiero subir por las escaleras, de dos en dos, hasta pararme frente a su puerta.
El corazón me golpea el pecho acelerado, como solo se acelera por su culpa, pobre músculo enamorado que nunca va a dejar de estarlo, aún dolido sigue latiendo, aún medio roto quiere hacerlo.
Despacio abro su puerta, la oscuridad me recibe, el silencio otra vez duele. Cierro con cuidado y dejo que mi corazón guíe mis pasos, hacia ella, hacia Eva.