¿Qué hacemos ahora? Parte 3

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Relato corto.

Parte 3.

¿Qué hacemos ahora?

Dos meses y quince días después.

Narra Eva.

17 de septiembre, mañana es mi cumpleaños y por primera vez desde hace muchos años no lo voy a celebrar en Galicia con mis amigos de toda la vida.
Pero no cambiaría el estar aquí ahora mismo.

-¿Estás preparada?
-Recuérdame por qué tengo que cantar.
-Porque perdiste nuestra apuesta anoche.

La maldita apuesta. Maldita la hora en que la que accedí a todos esos juegos con Hugo. Sabe jugar, sabe cuando apostar y después de perder varias veces no iba a volver a hacerlo.
Me sonríe y le enseño el dedo corazón de la mano.
Suelta una carcajada y me abraza, no le importa que estemos en mitad de la calle, y tampoco le importa para dejar un breve beso en mis labios, que me deja una tonta sonrisa en la cara.

-Te odio.
-Yo más.

Llegamos a una plaza, Hugo parece escoger el sitio y saca de su funda la guitarra.
Él tocará y a mi me tocará cantar.
Solo dos canciones.
Solo dos.
Esa era la apuesta.
Después podré salir corriendo si así lo quiero hacer.
Me mira, con sus dedos preparados, ha colocado en un segundos los micrófonos y no deja de sonreír.
Yo solo tengo ganas de quitarle esa sonrisa a besos, como hice anoche. Como en realidad hago todas o casi todas las noches desde que aquel día nos vimos en la discoteca.
Parece que somos dos imanes que han encontrado su polo y son incapaces de ser separados.

Suspiro.
Va a pagar por esto.
Que fuese yo anoche quien aguantase menos sin besarlo, lo va a pagar muy caro.

"-Vamos a jugar.
-¿Tienes tres años? -Rio desde la cama mientras que él se levanta solo con su ropa interior puesta. El reloj de la pared marca poco más de las dos y media de la mañana, una madrugada más en la que el sueño nos huye porque las ganas de estar juntos es mayor.-
-Venga, ven. Vamos a apostar. -Levanto una ceja. Hugo se inclina hasta agarrar mi mano y tirar de mi para sacarme de la cama. Las sábanas caen a un lado de mi cuerpo, que solo está tapado por la parte inferior de mi ropa interior.-
-Hugo. -Alargo la última vocal de su nombre.-
-Comprobemos quién aguanta más sin besar al otro. -Dejo escapar una carcajada que se ahoga en mi garganta cuando su brazo pega ambos cuerpos.- Si gano yo, mañana vamos a una plaza, yo toco la guitarra y tú cantas dos canciones.
-Una mierda. -Solo se limita a sonreír, con aire de saber que va a ganar. ¿Quiere jugar? Vamos a jugar.- ¿Y si gano yo?
-¿Qué quieres?
-Dejar de escondernos en tu habitación o en la mía.
-Trato hecho."

Y perdí.
El chico aguantó más de lo que pensé que lo haría. Me sorprendió y perdí.
Ahora sonríe victorioso sujetando su guitarra. Ha puesto la funda abierta delante de nosotros, dice que si conseguimos algo, lo invertiremos en preparar un picnic.
Otra noche en la que nos escabulliremos por la ventana, cogeremos el coche y nos iremos a donde nadie pueda mirarnos.

Un, dos y ...

Suenan los primeros acordes de la primera canción que acordamos que cantaría.
"The climb"

Cierro los ojos, aunque nadie esté pasando por delante de nosotros, la vergüenza sube por mi cuerpo, desde mis pies hasta poner coloradas la piel de mis mejillas.

No soy consciente de lo que pasa a mi alrededor, en mi cabeza, estoy en la ducha, con la música a todo volumen, cantando como si no hubiese un mañana y nadie me pudiera escuchar.

Puedo ver los azulejos de la pared, blancos, la esponja morada, las gotas de agua caer y hasta el vapor inundar el espejo encima del lavabo.

Escucho unos aplausos que no deberían escuchar, mi imaginación es amplia, pero tampoco tanto.
Abro los ojos y doy dos pasos hacia atrás cuando descubro a un semicírculo de personas que se agolpan y que nos miran. Que me miran.
Giro mi cabeza buscando los ojos verdes de rubio, necesito salir de aquí.

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