Capítulo 5

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-Buenos días.-salude mientras entraba a la piscina.-¿Qué hacéis que todavía no estáis en el agua?-les pregunté mientras dejaba mis cosas en el banco.

-La nueva no ha llegado todavía.-me contestó Tom, estaban acostumbrado a que si alguien faltaba, no podían entrar a la piscina.

-¿Alguien sabe algo de ella?-pregunte preocupada.

-Nosotras la vimos adentrarse en el bosque.-dijo Marta señalando a su hermana pequeña.

-¿Y ahora me lo decís?-menos mal que todavía no me había quitado la ropa.-¿Se lo habéis dicho a alguien más?-ambas negaron con la cabeza.-Quedaos aquí, sin entrar al agua. Si no vuelvo en quince minutos avisar a la señora Paulson.-dije mientras me encaminaba hacia la puerta de salida.-Luca.-lo llamé.-Serás el encargado, de acuerdo?-asintió con la cabeza.

Los miré por unos segundos más y salí corriendo hacia el bosque. Tan solo habían pasado tres días desde su llegada y ya estaba dando problemas. ¿A quién quiero engañar? Yo tuve problemas hasta en mi primer día.

¿Cuál era el problema ahora? El bosque era demasiado grande y peligroso. De verdad que sigo pensando en que a quien en su sano juicio decidió no poner vallas o algo de por el estilo para evitar que los alumnos entrasen en él.

-¡¡Anna!!-grite lo más fuerte que pude. No se escuchó ninguna respuesta.-¿Dónde se habrá metido esta chica?-me adentre aún más en el bosque, con la esperanza de no tener que llegar hasta el río.-¡Anna!-volví a gritar después de unos minutos, de nuevo, la respuesta fue nula.-¡Anna!-me di la vuelta tras escuchar algo caer al suelo, nada, no había absolutamente nada. Volví a darme la vuelta, justo a lo lejos se divisaba una silueta, comencé a correr hacia ella.-¡Anna!-grité cuando me encontraba a pocos metros de ella, seguía sin contestarme.-¿Anna?-pregunté colocándome delante de ella. Sus ojos estaban negros, sin vida. Seguía caminando hacia delante, sin un rumbo fijo, por lo que me vi en la obligación de caminar hacia atrás.-Anna, estás_.-nada más posar mi mano en su hombro una fuerte sensación de adrenalina viajó por todo mi cuerpo, obligándome a cerrar los ojos.

-¡Chloe!-alguien me movió la cabeza de un lado para otro.-¡Chloe!-volvió a gritar. Comencé a abrir los ojos poco a poco.-Agg, al fin.-se quejó Sarah, la cual se encontraba de rodillas en el suelo.-¿Qué demonios te ha pasado?

-¿Dónde está Anna?-pregunte preocupada mirando por todos los lados, no había pista de ella por ningún lugar del bosque.

-¿Quién es Anna?-preguntó mientras me ayudaba a levantarme.

-La nueva alumna, Gray.-le conteste limpiándome la tierra de mis pantalones.

-Está esperándote en la piscina, junto a los demás.-respondió con rabia mientras me examinaba por completo.-¿Dónde está tu pulsera?-su mano fue a parar a la mía.

-N_no lo se.-le contesté confundida.

-Sabes que no puedes quitártela, Chloe. ¿Qué hacías aquí en mitad de la nada?-volvió a preguntar preocupada.

-Esta_estaba buscando a Anna.-su cara de preocupación se tornó seria.

-No deberías de haberlo hecho.-dio un paso hacia a mi.-Esa no te merece.-colocó una mano en mi mejilla.

-¿Qué te pasa?-pregunté apartando mi cara de su mano rápidamente.

-¿Qué pasa, Chloe? ¿Ya no te gustamos?-dio otro paso hacia a mi, acorralándome en el tronco de un árbol.

-¿De qué estás hablando?-pregunté confundida mientras intentaba escapar de la situación.

-Es tarde, no deberíamos de estar aquí.-sus ojos se tornaron rojos.-¿Ahora no quieres caminar a mi lado?-preguntó cuando vio que me había quedado estática.

-¿Qué?-camine hacia ella.-¿Te pasa algo?

-¿A mi nada? ¿Por qué lo preguntas?-intentó hacerse la ofendida.

-Estas muy rara.-me separe un poco de ella.

-¿Qué pasa? ¿Ya no te pongo?-me cogió del brazo con fuerza.-¿Ahora te pone la nueva? ¿Por eso la buscabas?

-Sarah, enserio, no se que te pasa.-me estaba comenzando a asustar.

-¡¿Qué no sabes lo que me pasa?!-alzó la voz.-¿Que no sabe lo que me pasa?-susurró para ella.-Camina.-su agarre en mi brazo seguía sin romperse.

-¿Puedes soltarme?-pregunte amablemente para no agravar la situación.

-He dicho que camines.-su agarre aumento, obligándome a caminar.

-Sarah, me estás haciendo daño.-intenté apartar mi brazo de su mano, fue imposible, tenía demasiada fuerza.

-¿Sabes? He intentado hacerlo por las buenas, pero temo decirte que será por las malas.-chasqueo sus dedos, unas esposas negras con espinas se colocaron en mis ambas manos.

-¡Ahh!-me queje cuando estiro de las esposas para que siguiera caminado.-¿Qué demonios haces?-pregunte enfadada. Intente soltarme o teletransportarme, nada.

-Yo no lo intentaría. Estas esposas impiden tus poderes y te hacen más débil.-dijo sin dejar de caminar.

-¡¿Me puedes decir qué demonios te pasa?!-grité intentando hacer fuerza con mis pies para que parara.

-Esa chica no te merece, solo nosotras, solo nosotras.-se giró a verme, sus ojos seguían rojos.-Solo nosotras.-caí al suelo por un movimiento brusco que hizo, no me hizo caso y siguió estirando. Mis muñecas ya se encontraban sangrando, intentaba dar patadas a cualquier sitio.-Solo nosotras.-volvió a repetir.

-¡Eva! ¡Stefani!-grité al ver a donde me estaba llevando, el sonido del río comenzó a escucharse.

-No te oirán, están demasiado ocupadas matando a Anna.-dijo soltándome cerca de la orilla.

-¡¿Que?!-pregunté preocupada intentando ponerme de pie, su pie en mi pecho me lo impidió por completo.

-Solo nosotras.-su voz sonaba demasiado ida.

-Mátala.-escuche el susurro de una mujer al otro lado de la orilla.-Mátala, mátala, mátala.-no paraba de decir eso. Gire mi cabeza, encontrándome con una extraña sombra negra.-¡Mátala ya!-gritó con fuerza. Rápidamente mire a Sarah con preocupación, la cual ya se encontraba encima de mí, con ambas piernas a mis costados.

-¡Sarah!-la llame intentando despertarla de esa especie de ida que tenia.-¡Sarah!-seguía sin hacerme caso.

-Tranquila, será rápido. Así nunca podrán separarte de nosotras.-una sonrisa macabra se colocó en su cara.

-¿Que? No.-intente moverme cuando sus manos se acercaron a mi cuello.-Sarah.-gemí de dolor al notar el agarre. Miles de lágrimas salían de mis ojos.

-Tranquila, será rápido.-pego sus labios a los míos por unos segundos. Asco fue lo que sentí al tocarlos.

-Por favor.-pedí como pude al respirar con dificultad.

Sus manos apretaron aún más, de un momento a otro el agua helada del río golpeó mi cara. Mis pulmones comenzaron a llenarse de esa nombrada sustancia. Mis agarres con mis manos en su cuerpo cada vez se hicieron más débiles, al tal punto de que mis manos cayeron al suelo sin ninguna fuerza. Cada segundo que pasaba mi visión se volvía aún más opaca, borrosa, sin vida. La visión de Sarah ahogándome no paró hasta que escuché un pequeño clic en mi cuello, acabando con todos mis sentidos.

¿Así se sentía la muerte? Húmeda, fría y, sobre todo, sin sentimientos.

¿Así iba a acabar mi vida?



Nada tiene sentidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora