Capítulo 30

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Una imagen borrosa apareció en mi campo de visión. El bosque se movía de abajo a arriba, como si estuviera cabalgando, pero muy cerca del suelo. Corría y corría como si no hubiera un mañana o como si alguien me persiguiera.

El sonido de unas patas siguiéndome me tomó desprevenida, no estaba lejos y eso era lo que más me asustaba.

Conocía el bosque como la palma de la mano, así que sabía perfectamente que me estaba alejando de la institución. "¿Qué demonios pasaba? ¿Dónde estaban?"

Paré en seco en cuanto vi que el gran y revolucionario río se encontraba a mis pies. Bajé la vista a sus aguas cristalinas. Un sonido ahogado surgió de mis adentros al instante en el que vi un gran lobo de pelaje rojizo reflejado en el agua.

–¡Ahh!-grité asustada.

–Tranquila, tranquila.-unas manos se interpusieron en mis hombros, obligándome a tumbarme de nuevo.-Estás a salvo.

Abrí los ojos para encontrarme con el tan característico techo blanco de la enfermería de la institución. A mi derecha, se encontraba Eva, quien me miraba confundida y a la vez preocupada.

–Me he...-una tos inhumana salió de mi garganta.

–Shh, tranquila. Tómatelo con calma.-susurró Eva acariciando mi rostro.-Has dormido mucho.

La miré confundida, en sus párpados había un gran signo de insomnio. Al contrario de mi, ella no había dormido nada.

–¿Qué hago en...-otra vez la tos.-¿Por qué... .

–Shh. Estás en la enfermería.-interpuso una luz amarillenta en mis ojos, ocasionando que los cerrara de golpe.-La conversión fue más fuerte que otras veces. Toma.-me alzó un vaso de agua, el cual no dudé en tragar.-Gracias al universo.-la escuché susurrar.

–Gracias.-musité adolorida.-¿Me he convertido?

–No, no.-abrió los ojos como platos.-Para nada. Pero si no llego a ir a por Elizabeth, estarías perdida en el bosque a cuatro patas.-sus manos dieron con las mías.-Te salvó.

–¿Dónde está?

–En su nueva habitación. Stefani entró en razón y le dió una habitación en el edificio.-explica acariciando mis manos.-Pensé que te perdía.-de su rostro cayó una pequeña lagrima.

–Nunca.-intenté sonreír.-¿Y Stefani y Sarah?

–Han pasado muchas cosas desde que caíste en la camilla.

–¿Cuántos días he estado así?-pregunté preocupada.

–Cuatro.-bajó la cabeza.

–¡¿Y las clases?!

–Stefani los sustituyó por ti, están horrorizados.-se rió por lo bajo.-Ven, tenemos que enseñarte algo.-me ayudó a sentarme.

–Me estás asustando.-la miré mientras ella iba a por una de las neveras.-¿Ha pasado algo grave?

–Gracias al cielo, nadie resultó herido.-se acercó de nuevo a mi con una bolsa de sangre.-No hay de tu favorita y tampoco puedes beber de mi, necesitamos toda la energía para lo que vendrá en nada.

–¿Vale? Ahora si que me estás asustando.-bebí de aquella bolsa que marcaba el tipo de sangre B negativo.-¿Mi familia está bien?-intenté ponerme de pie pero una de sus manos en mi pecho me obligó a sentarme.

–Están bien, tranquila.-me aseguró.-No se han enterado de esto, ni de lo tuyo.

–Vale.-intenté mentalizarme por todo lo que podría haber pasado.-Ya estoy.-dejé la bolsa a un lado de la camilla.

Nada tiene sentidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora