Capítulo 28

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El paisaje desde mi despacho era hermoso; la nieve había vuelto a hacer acto de presencia y había dejado todo blanco. Todo lo contrario a mi vida, que contaba con la mayoría de los tonos oscuros de una paleta de colores.

Nicole había decidido desaparecer por unos días; no se restriego, es mas, lo prefiero. "Necesitaba un descanso de tanta maldad".

No recibía llamada alguna de mi familia por lo menos de una semana, su localización era un secreto y no nos la íbamos a jugar con que pudieran interceptar una llamada.

Y Elizabeth...bueno, seguía en el calabozo y yo seguía sin atreverme a poner un pie en ese sitio. Le pedí a Stefani que la transfiriera a una habitación más cómoda. Cate se interpuso y optó por declinar mi petición, ya que Elizabeth seguía sin decirle la receta secreta del antídoto contra mi transformación. Por lo menos conseguí que le cambiaran a una celda más grande con todo lo necesario. Al fin de cuentas, no era una prisionera.

Todo era...deprimente.

Me asusté al notar como dos brazos fuertes se acoplaban en mi cintura. Apoyó su mandíbula en mi hombro y dejó un casto beso en mi cuello, que logró que lanzara un gemido.

–Hola.-susurró muy cerca de mi oreja.

–Hola.-comencé a seguirle el juego.-¿Qué tal las clases?-deje la mirada puesta en los árboles manchados por la nieve blanca mientras que comenzaba a esparcir besos por todo mi cuello.

–Muy largas.-se quejó con un soplido, causando así que se me erizara la piel.-No es justo que hoy terminaras antes.

–No es mi culpa que mi horario sea ese.-me gire para verla.-Es mas.-coloqué un dedo en su pecho señalándola.-Tu lo hiciste.

–No lo recuerdo.-volvió a abrazarme.-¿Sabes que me debes una, no?-la mire asombrada.

–¿Por qué si se puede saber?-intente sonar afectada.

–La cena del otro día.-susurró en mi oído.-No viniste como prometiste.-ahogué un gemido en cuanto me mordió el lóbulo de la oreja.

–Hubo un problema en los cuartos de primero.-me defendí con una risa.

–He de decirte que lo pasamos muy bien.-sacó su rostro de mi cuello para verme.-Muy bien.-me mordí el labio al ver como ella también lo hacía.

–Una pena entonces.-me escabullí de su agarre y caminé hasta mi mesa, la cual estaba repleta de folios sin sentido con información de Nicole.-Otro día...-me callé al sentir como me giraba con fuerza y me presionaba contra la mesa.

–Y si es ahora.-sus manos viajaron hasta el borde de mi camiseta, mientras que su rodilla comenzó a jugar un juego que ninguna de las dos querría perder.

–No estabas muy cansada.-me hice la desinteresada.-Que las clases habían sido muy largas.

-Esto...-ahogué otro gemido al sentir cómo colocaba su mano en mi cuello.-...si que va a ser largo.

–Eso ya lo ve... .

Sus labios se incrustaron con los míos y comenzaron a bailar en un ritmo demasiado descontrolado. El agarre de su mano en mi cintura se intensificó tanto que comenzó a clavar sus uñas con fuerza, de algo serviría ser sobrenatural.

Coloque ambas manos en su cuello intentando intensificar más el beso, como si eso fuera posible. Su mano en mi cuello comenzó a viajar hasta el final de mi falda, la cual no dudo en levantar.

Nuestras lenguas bailaban al son de la canción más rápida del mundo; como si no hubiera un mañana; como si este fuera el fin de nuestras vidas.

-Ahh.-gemí sintiendo como presionaba su mano por encima de mi ropa interior.

–Lo sabia.-susurró separándose de mis labios.-¿Tienes algo que decirme?-volvió a morderse el labio, pero lo hizo tan fuerte que sus colmillos se incrustaron en ellos y un pequeño riachuelo comenzó a bajar por su mandíbula.

No le contesté, me fue imposible. Su llamativo líquido rojo era lo único que pasaba por mi cabeza, por lo que no tardé en devorar esos carnosos labios. Eso, junto a su mano haciendo presión en zonas más bajas, hicieron que una fuerte descarga eléctrica recorriera mi cuerpo.

"Justo igual que cuando nos conocimos".

Nos separamos en busca de aire, no lo necesitábamos, pero era algo innato. Los iris de sus ojos estaban rojos como la sangre, al igual que deberían estar los míos

Agarró mis manos y las colocó en el borde de la mesa, la miré confusa.

-Agárrate, lo vas a necesitar.

Antes de que pusiera decir palabra alguna, su rostro ya se encontraba entre mis piernas. Comenzó a dejar húmedos besos en la zona alta de mis muslos. Minutos más tarde, esos besos se mudaron por unas mordidas fuertes y precisas, que hacían que el agarre de la mesa fuera más que necesario.

–¿Puedo?-susurró agarrando mi ropa interior.

–S...si.-cerré los ojos mientras ella se hundía en mí.-Si...sigue.-le pedí a regañadientes cuando su lengua comenzó a hacer acto de presencia.

–Tranquila, no pararé.-dijo antes de conseguir que gritara de nuevo.

Sus dientes dieron con la parte más sensible de mi cuerpo en esos momentos y no se quedaron atrás; lo chuparon, lo succionaron o incluso lo mordieron.

No aguantaba más, era imposible no caer ante tanta majestuosidad. Pero justo cuando estaba por llegar su cuerpo se irguió dejándome en el aire.

–¿Por... .-sus labios me atacaron.

En cuanto el primero gemido quiso salir de mi boca, dos dedos entraron en mi tan frenéticamente que no me dio tiempo ni a pensar en que acababa de pasar. Salían y entraban con rapidez, mientras que sus labios, manchados de sangre, atacaban a los míos.

–Di mi nombre.-demandó separarse de mi.

–Qu...-sus dedos entraron con más fuerza. Me agarré a su cuerpo y su mano libre se encargó de subirme a la mesa para tener una mejor perspectiva.-Sa...-me sorprendí al sentir como otro dedo entraba en mi.-¡Sarah!-grité en cuanto llegue al clímax.

Jadeante, volví a besarla salvajemente. Volvió a poner sus manos en mi cintura y en un bruco movimiento, ya nada nos podía separar.

–Vamos a mi habitación.



Nada tiene sentidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora