Capítulo 27

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Los días siguieron, tres concretamente, al igual que lo hicieron todas las personas, menos yo. El mundo se volvió más frío desde que sabía que alguien importante estaba encerrada en una cárcel improvisada de mala muerte; desde que los alumnos me miraban con cara de pena por el simple hecho de que se habían enterado de que una psicópata pretendía matarme; y sobre todo, desde que mi familia había sido reubicada a otro lugar, el cual no conocía, por los altercados que había creado Nicole. ¿Quién había decidido incendiar el césped de mi casa? ¿Quién había seguido a mi hermana hasta el trabajo? ¿Quién había intentado matar a sus guardaespaldas? La psicópata de Nicole, claramente.

-Buenos días.-me sobresalté al oír esa voz tan hiriente por detrás.

-¿Qué quieres?-le pregunté sin dejar de corregir los exámenes de mis alumnos.

-Tan solo he venido a ver como estabas.-me giró por primera vez para verla.-¿Qué pasa? ¿Ahora no puedo?

-¿Qué quieres Blanchett?-crucé los brazos en busca de su respuesta.

-He de decir que la pequeña...-paró un segundo mientras sacaba un pequeño frasco azul de su bolsillo.-...chapucería de la señorita Edevane está más que conseguida.-se levantó de mi cama y con un paso seguro se acercó hasta mí para cogerme de la cara.-Aunque aún quedan algunos estragos del veneno de hombre lobo, bueno...mujer loba. ¿No es así?-sonrió con malicia.

-¿No tienes algo mejor que hacer?-aparté su mano con fuerza.-¿Ya no te gusta torturar almas?

-Verás, la señorita Edevane no ha querido decirme que contiene, y he pensado que igual tú podrías sacarle información.-volvió a sentarse en mi cama.

-¿Qué te hace pensar que me lo diría?

-Oh bueno, ahora que sois casi compañeras, pensaba que os lo contabais todo.-chasqueó su lengua.-Una pena que no sea así, igual sigue sin confiar en ti.

-¿Para qué quieres saberlo?

-Mera curiosidad.-apenas logré interceptar el frasco, el cual tiró hacía mi con ganas.-Ya me irás contando.-con la elegancia de siempre, se levantó dirigiéndose hacía la puerta.

-Espera.-espeté antes de que saliera.-¿A qué te refieres con casi compañeras?

-Tan joven y tan ilusa, me sorprende que no lo sepas.-se miró las uñas, con aires de poder, antes de mirarme fríamente.-Los licántropos necesitan morder a sus compañeros para unirse al cien por cien.-nada más decirlo se me heló la sangre.-Y créeme, no es para nada apetitoso si no eres uno de ellos.

-Hija de puta.-susurré cuando ya había cerrado la puerta con fuerza.

¿Cómo que tenían que morder a sus improntas? ¿Cómo podía existir algo así? Y lo más importante, ¿por qué yo no lo sabía?

-Agg.-me dejé caer en la superficie en la que mi antigua enemiga había dejado su perfume.

-¿Qué pasa?-abrí los ojos como platos.-¿Chloe, estás bien?

-Si, todo bien.-intente sonreír mientras miraba al techo.

-He visto a Cate salir de aquí hace nada.-Eva me agarró de las manos para poder incorporarme.-¿Te ha hecho algo?-me preguntó buscando mi mirada.

-¿Tu sabias que los licántropos tienen que morder a sus improntas?-su piel palideció por segundos.

-Si.-admitió con pena mientras se sentaba a mi lado.-Pero es algo que se puede elegir.

-¿Qué pasa si se niega?-intensificó su agarre en mis manos.

-No creo que quieras saberlo.-acarició mi pulgar con delicadeza. La miré con súplica, aunque ya lo supiera, necesitaba oírlo de su boca.-El licántropo muere.

Nada tiene sentidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora