PAUL-Vístete,- le digo, Lindsey salta fuera de mi cama y se empieza a subir sus bragas, se coloca su brasier y luego le paso su vestido.
-¿Seguro que no quieres que me quede?- me pregunta, niego y ella sale de mi habitación, odiaba que me visitara en Oxford, siempre terminábamos en sexo, ella empezaba a tocarme y yo aceptaba eso dejándome llevar y la desvestía.
Tenía hambre, me vino a visitar antes del almuerzo, eran las cuatro de la tarde, y ella había llegado a mi a las dos, me mire al espejo, «todo estará bien Paul» me dije mientras alcanzaba mis pantalones del piso. No me duché y salí de la habitación, caminaba por los pasillos de una universidad valiosa y me sentía común aunque esta era la mejor universidad de Inglaterra y del Reino Unido, miraba las paredes con las imágenes de los ex estudiantes, hasta el príncipe había estudiado aquí, bajé las escaleras del campus y salí del edificio, el hermoso ambiente universitario, vi mi auto estacionado junto a otros autos y me acerqué lentamente, busqué las llaves en mi bolsillo y las saqué, iba a ir a una cafetería cerca para almorzar y luego debía seguir estudiando.
Me iba bien, no era uno de los mejores estudiantes pero me mantenía, de todas formas había llegado a Oxford hace tres meses y la universidad apenas estaba empezando, abrí la puerta de mi auto y me metí, dude un segundo para encenderlo e irme pero de todas formas lo hice, conduje por unos minutos y llegué a mi cafetería.
Ordené un café y un sándwich, la chica de la caja estaba coqueteando conmigo pero hice el que no me di cuenta y tomé mi pedido, sentándome junto a la ventana, es primavera. Sonrío.
-Paul, una coincidencia encontrarte aquí,- me dice Marco, estaba sentado en la mesa de atrás con dos chicas y su laptop, miré a las dos chicas despreocupado, una morena y otra rubia, ninguna me llamaba la suficiente atención y además actualmente solo me acostaba con una sola chica. Marco sigue hablando,-Te presento a Constanza Campagna y a Deb, lo siendo Deb, no me recuerdo de tu apellido.
La rubia le sonríe y yo decido acercarme a ellos, pongo mis manos sobre su mesa.
-Es un placer.
Constanza se ríe y Deb no demuestra ninguna expresión, Marco me señala una silla junto a la suya y yo me siento, les sonrío a las dos chicas. Lo primero que aprendí de ellas es que una era amable y alegre y que la otra era fría y poco amable.
-Soy Paul Korshting,- me presento, había empezado a usar el apellido de mi madre desde que entré en la universidad y además era Korshting legalmente.
-¿Eres nieto de la duquesa?- pregunta Constanza, me sonríe y continua- Woow, me siento importaaante - nuevamente se ríe y eso me hace reír también, la chica tiene una risa encantadora, además de ser bonita claro.
-Si, es una de mis virtudes- le respondo yo mirando hacia otro lado, me recordé de mi abuelo por alguna razón y me sentí extraño por alguna razón.
-¿Estas bien Paul?- me pregunta Marco, giro mi mirada hacia ellos y me disculpo.
Hablamos de todo, de nuestras preferencias, de nuestros sueños, de qué queríamos hacer en el futuro, si alguna vez habíamos amado a alguien y ahí me recordé de ella. De lo que paso en mi vida que me cambio, de que aún tengo el corazón roto, de que ella me haya dejado. Estaba devastado, me sentía vacío, en un mundo aparte de mi realidad como dueño de un titulo, y no le había hablado a nadie sobre mi dolor, de que mi vida no valía nada. Y con esa realidad me di cuenta que mi padre me lo había advertido y yo no le había prestado atención, y realmente no quise admitirlo y por eso mi vida se me hace mas sencilla al no pensar que cometí un terrible error en dejarla ir.
Todos los días me tenía que recordar que ya no estaba ella , que ya no debía escribirle, tenía que aferrarme a la idea de que lo que paso entre nosotros fue un error y aunque me sentía maldito y deshecho cada vez que follaba con Lindsey... eso era lo mejor para mi.
Ahora vivía para el deber y no para la felicidad.
Conocer a Constanza fue lo mejor que me pudo suceder en ese mes, había conseguido a una valiosa amiga cosa por lo cual no pasa todos los días y me sentía a gusto con nuestra amistad. Era la única con la cual me atreví a hablarle sobre mi relación con Lindsey, ella entendió todos mis problemas y ahora entendía mejor mi vida. Su buen sentido del humor me tenía atrapado en felicidad, o al menos en algo parecido a felicidad, salía de la universidad a verla (debido a que no estudiaba en la universidad de Oxford) y los momentos que salíamos en grupo eran geniales. Con ella me reía, me sentía cómodo y hasta creo que me estaba enamorando un poco de ella.
En vacaciones de dos semanas de la universidad fui a trabajar en Londres, había empezado pero mis clases limitaban mi trabajo a fines de semana que podía bajar a Londres, los pasillos de la compañía se acortaban para mi y mi tío y el socio de mi abuelo me enseñaban todo lo que debía saber del negocio. Aunque trabajaba en mensajería y aveces en computación se me permitía de vez en cuando cerrar un trato o participar en las reuniones de estadísticas. Además de eso tenía que visitar a otros "con títulos" sobre pendejadas aristocráticas.
No había llegado a conocer a su majestad de Inglaterra, pero mi abuela si, habían conversado sobre el país y sobre los otros reinados que aún existían, y nada más.
-Vístete- le susurro a Lindsey amablemente, no sabia si estaba despierto o dormido pero si sabia que no quería seguir viendo sus pezones rosados, había pasado un mes y tres horas desde la ultima vez que habíamos tenido sexo, Lindsey se levanta perezosa de la cama y se pone su vestido, enseguida voltea hacia mi.
-¿Nunca me amaras cierto? - me pregunta y yo no se que decir, me agarro desprevenido y además estaba desnudo, ella continua,- ¿¡Nunca me amaras como a ella verdad!? - ahora esta llorando histérica, la observo confundido ¿Qué carajo? -Paul, no puedo seguir, me estas lastimando demasiado y yo no quiero seguir, he pensado en suicidarme Paul, he pensado en eso mil veces, incluso aunque se que tu no te inmutaras de mi muerte.
-Lind, cálmate, no se a que te refieres por favor. Baja la voz.- le susurro cogiendo mi ropa interior del piso, me la pongo y ella sigue allí llorando, me acerco, coloco mi mano en su hombro.
-No me toques,- me dice apartándose de mi, acabábamos de tener sexo y ahora no quería que la tocara, las mujeres están locas. Ella continua- siempre supe que no me amarías como ella pero... Pensaba que la habías superado, pensaba que me amarías a mi. Justo como yo te amo Paul.
¿Me amaba? Dios, ahora si que la cague.
-Lindsey... Yo...
-Sigues amándola Paul- me dice ella sollozando más fuerte aún y yo me empiezo a repetir «todo estará bien Paul, todo estará completamente bien Paul» y luego me despierto.
Me despierto sudado y a las dos de la mañana, lo peor es que ese no era una pesadilla si no un recuerdo de lo que había pasado realmente hace un mes cuando conocí a Constanza y a Deb, mire por la ventana la oscuridad de la noche, mi compañero de cuarto estaba dormido, no tenía con quien hablar, Marco dormía pacíficamente arropado hasta la cabeza, no se podía escuchar su respiración cosa por lo cual me asusté.
Me acerque a mi compañero lentamente, bueno, acerqué mi oído, si despertara ahora y me viera haciendo eso seria muy incómodo, lo escuche soltar el aire y exhale, me reí, me puse mis tenis y salí de la habitación vestido, eran las dos de la mañana, decidí entrar en la biblioteca de mi universidad y estudiar, caminé por los pasillos vacíos, no había ni un solo ruido, solo el de mis pasos, me escuchaba respirar y afuera estaba lloviendo a cantaros.
Me metí por fin en la biblioteca (empapado) y las luces estaban encendidas, miré a mis al rededores los libros interminables, miré el archivo táctil de los libros y busque "Economía y negocios" me salió en donde se encontraba y yo me lancé en su búsqueda, agradecido con mi abuelo que me había enseñado a buscar en las bibliotecas, esta era de al menos cinco pisos y las estanterías ocupaban casi todo, pude haber buscado el archivo del libro en mi cuenta online de la biblioteca pero prefería buscarlo en físico en vez de leerlo por mi tableta inteligente. Lo encontré en la hilera que me decía en el archivo táctil, jalé el libro hacia mi y escuché que alguien me llamaba si no como "chico" y casi me caí de la escalera.
Baje la mirada y allí estaba ella, una chica con lentes y el cabello negro, lucia húngara por alguna razón, bajé cuidadosamente la escalera y nos miramos de frente, la chica me sonrió y yo le devolví la sonrisa.
-¿Sabes que la biblioteca abre al público a las seis no? - me pregunta la chica, yo me empiezo a reír, la biblioteca era 24 horas todo el año, estaba equivocada.
-Estoy en mis derechos de estar aquí- le respondo fríamente, fue una frialdad que a mi mismo me impresiono, la chica mira hacia los lados avergonzada.
-Solamente estaba bromeando- dice ella sin mirarme a los ojos, « a Constanza le encantara esta historia» me digo a mi mismo.
-Esta bien, no se por qué te respondí de esa forma, lo lamento.- digo amablemente, la chica sonríe. Yo me aparto de ella, camino hacia una mesa, no tenía ganas de nada y menos de conocer a una persona nueva, me encierro en mi libro y luego me doy cuenta que me he sentado justo en donde ella también lee. Hablo de nuevo -. Es extraño encontrar a alguien aquí cuando quieres estar solo- le comento sin dejar de mirar el libro, siento la mirada de la chica y enseguida tengo que mirarla de vuelta por cuestiones de autoritarismo.
-Lo mismo pensaba- dice la chica de cabello negro y ojos excesivamente azules.
-Son las tres de la mañana y decir que después de todo no es tan malo tener compañía a esta hora de los muertos- digo con un tono demandante y aterrador, a la chica le da un escalofríos y luego se ríe.
-¿Y si eres un fantasma?- me pregunta, yo me empiezo a reír también, ella continua - tendría sentido, estas mojado, pálido y tienes bolsas debajo de los ojos.
-Eso le ocurre a cualquiera en su primer año aquí- le digo, la chica afirma.
-Lo de las bolsas debajo de los ojos y las noches en vela me lo creo, lo mojado no, fantasma.
-Me llamo Paul y esa fue la lluvia chica extraña cuidadora de libros- le respondo dejando mi libro en la mesa no planeando leer más.
-Soy Emma, ¿Quieres que te de una sabana o algo para secarte?
-¿Algo para secarme?
-Es un secreto, aveces traigo un sabana para dormir aquí, siempre encuentro paz entre estos libros, tantos conocimientos impartidos en tantísimos años..
-Bueno... Si puedes... no quiero pudrir las sillas- le digo, la chica sube un morral negro a la mesa y saca una toalla.
-No me recordaba que eso estaba allí-admite y agrega- tienes suerte Paul- le susurro "gracias Emma" y me seco, me saco la camisa y seco mi cuerpo, ella había girado la mirada hacia otro lado pero repentinamente sus ojos estaban clavados en mi y ella estaba sonrojada.
Hablamos por horas, Emma era una chica muy tratable, inteligente como a nadie había conocido antes y era también su primer año en Oxford. No se ni cuando ni como pero terminamos la noche besándonos en el suelo, su aroma a ropa limpia y a perfume delicioso, su suave cabello negro, su preciosa voz, sus labios suaves, agotadores que me pedían por más, sus manos pequeñas, y sus dedos gentiles que repasaban mi espalda y me recordaban a otra.
Cuando desperté estaba de vuelta en mi habitación, tenía un nuevo contacto en mi celular y estaba agotado tanto emocionalmente como corporalmente. Luego de las clases que me tocaban ese día fui de nuevo a la biblioteca en búsqueda de Helena... Digo, de Emma, no Helena,no Helena Grant. Habían pasado ocho meses desde la última vez que habíamos estado juntos, no quería recordarme de ella pero era mi martirio, mi soporte que me apartaba de la locura, mi sustento de vida, y la maldita me dejó, y yo la dejé ir porque soy un imbécil. Golpee la pared de la ira y luego me lancé a la cama con los brazos entre la cabeza sintiéndome como basura y empezando a sollozar sin soltar ni una lagrima, luego de pasar unos minutos así como chequee mi celular y tenía que ir a almorzar a Londres con el socio de mi abuelo, salía tres horas antes para llegar a tiempo y la gasolina ni el estudiar me lo podía impedir, deber y labor Paul Houben, deber y labor.
Llegue a Londres y las calles estaban vacías, fui a mi casa a saludar a mis padres y encontré a Phillip en la puerta, lo saludé, el niñito de 1,54 centímetros se dio la vuelta y me abrazo.
-Es lunes ¿Qué haces en Londres?
-Tenía cosas que hacer- le respondo, cada vez que lo miraba me daba asco, me recordaba a su hermana demasiado.
-Vine a ver a Tom, pero según el mayordomo no hay nadie, - me dice él encogiéndose en hombros, agrega,- mi mamá no vendrá por mi si no dentro de dos horas.
-Le diré al chofer que te lleve entonces- le respondo, entro en la casa, le doy las instrucciones a mi chofer y después lo veo llevarse a Phillip, no me quede en la casa de mis padres mucho tiempo, me subí en el auto y me fui al restaurante, llegaba una hora antes así que tendría en qué pensar cuando estuviese ahí.
El restaurante estaba en el centro, muy extravagante y de dos pisos, me lo debí imaginar, le lance las llaves al parquero y luego caminé hacia adentro, me acerque a la recepción del restaurante, la mujer me señalo una mesa que quedaba en el segundo piso junto a la ventana, me senté, me puse a chequear mi celular.
-Paul Korshting, una foto, sonría- me dice un tipo, dejo de mirar mi celular y el paparazzi me toma una foto, el flash hizo que me quedara ciego por un segundo y después la vista vino a mi nuevamente, si , de un gran poder viene una gran popularidad. El tipo después se fue y yo me sentía raro, volví mi mirada al celular, vi el contacto de Helena, me quedé un rato mirando su foto y después bloquee mi celular, «todo estará bien Paul» me animé, luego vi a mi tío Matt acercarse con el socio de mi abuelo, llegaban temprano y me alegre de haber salido horas antes,
-Señores- les digo poniéndome de pie, estrechamos nuestras manos y después ellos se sientan, empezamos la junta, y ya estaba entendiendo todo mejor, ya no era ese simple aprendiz, era parte de la compañía. Después de almorzar con ellos me quede charlando con mi tío un rato sobre todo un poco, su esposa estaba embarazada, tendría un nuevo primo.
Mientras me hablaba tenía mi mente en otro lado, adentro de mi me preguntaba sobre Emma, quería hablar con ella, y quería seguir besándola. Al terminar de charlar decidí devolverme a Oxford, había estudiado lo suficiente las actitudes del viejo ese y mi tío, no necesitaba saber más. Para salir de Londres fue sencillo y me alegré de estar en una época con automóviles, si fuera el siglo dieciocho tendría que irme en carruaje y me tardaría dos días en llegar.
Llegue a Oxford a las ocho de la noche, entré a los dormitorios, fui por el pasillo que conocía y me metí dentro de mi habitación, solamente faltan tres años más para irme de aquí me recordé mientras me desvestía y me metía en el baño para darme una ducha.
Me lavé el cabello y me afeité la cara (y otras partes, por supuesto no con la misma afeitadora) salí de la ducha con mi hombría y mi cara sin pelo y me puse mi pijama, me lancé en la silla del escritorio y me puse a responder mails y adelanté trabajos.
-Paul, ¿No recibiste mi mensaje?- me pregunta Marco, aparto mi mirada de la laptop, la cierro.
-Lo siento, no he revisado mi celular en todo el día- le respondo aburrido, cojo mi celular y veo ¨MARCO:Cena, hoy a las ocho ¨
-Bueno, Constance preguntó por ti. Fuimos a el restaurante Italiano que te gusta...dice que le gustaría que le escribieras.
Afirmo mientras me disculpo por no haber ido, eran las nueve, así que no se habían tardado nada en comer, él seguia hablando de comida y yo no había tomado un bocado desde el almuerzo, la cafetería de la universidad ya estaba cerrada a esa hora así que mi única solución era comer de las maquinas expendedoras, un sandwich quizás.
Marco continua hablándome y hablándome mientras me sigue por el pasillo hasta llegar al límite de los dormitorios de los hombres, había una gran puerta que guiaban a las escaleras de emergencia del dormitorio de mujeres, generalmente pensaba que eran dos edificios diferentes pero por casualidad quedaba ahí y no quería preguntar por qué. Abrí la puerta y vi la maquina expendedora rodeada de chicas, hoy en día nadie tenía tiempo en salir, me coloqué detrás de una de ellas.
-Dios mío, es el duque de Korshting chicas- dice una de ellas, las chicas que estaban despeinadas se empiezan a peinar con sus dedos, las otras se miraban el reflejo en el vidrio de la maquinas, las otras reían o tapaban sus pijamas de conejitos. Yo les sonrío
"¡Dios santísimo es tan guapo" susurra una, la que estaba de primera en la cola me miro sosteniendo la respiración.
-¿Necesita algo de comer milord?- me pregunta y yo afirmo, las chicas se empiezan a derretir y Marco observa todo confundido, si es así conmigo no puedo imaginarme cuando el príncipe estuvo aquí.
-Sin embargo puedo esperar señoritas- les digo viendo cuando todas ya se disponen a sacar billetes, una suspira y siguen comprando una a una.
Treinta minutos después pude sacar mi sandwich y también pude comprar algo de beber, las chicas seguían rodeándome, Marco llego a mi y me sacó del tumulto de chicas, le di mi primer mordisco al sandwich cuando estábamos de vuelta en la habitación.
-Habían unas muy bonitas allí- me dice
-No estoy interesado.
-¿Lindsey?
-Ella y yo rompimos (aunque no teníamos nada)
-Bienvenido a la soltería Paul.
-Gracias amigo.
Las semanas siguientes pasaron lentas, nunca más vi a Emma en la biblioteca y no me atrevía a llamarla, era muy raro si lo hacía.
En Diciembre de ese año fui a pasar navidades con el grupo, fue cuando vi nuevamente a Lindsey, ella estaba cambiada y aunque no tenía novio ya no me miraba a mi, White supo al fin y al cabo todo lo que pasó entre su hermana y yo pero no le tomó importancia que me cogiera a su hermana menor.
La casa de los Glover lucía muy vacía, Will estaba en Australia con Sky, Lucy estaba en Liverpool con mis primos y Lana igual, estábamos el hermano de Marty que sigue llamándome Laul, Marty, Lucy, la hermanita de Lucy, mi hermano y Robert. En la noche no hablamos mucho, esperamos a vísperas de navidad para entregarnos nuestros regalos, recibí un CD de Artic Monkeys, otro de Metallica y otro de violín clásico, Artic de Marty, Metallica de el hermano de Marty y violín clásico de la que más me conocía en ese grupo que es Prudence.
Me pasé el resto de las vacaciones de invierno escuchando una y otra vez el album Lighting de Metallica, una y otra vez, una y otra vez, en mi habitación a todo volumen, nadie se molesto por el rock, de todas formas estaba solo en la casa, invité a Constanza un día y ella me rechazo terriblemente, los días de invierno pasaron y nuevamente regrese a mi habitad universitario, ya no pensaba tanto en la chica Grant...nop, imposible olvidar.
Su cabello, su sonrisa, su cuerpo al rebotar en el mío, el sexo, su aroma después de hacerlo duro y sin compasión, los días de sexo sin fin, mi Dios era tan feliz y ella también lo era ¿Cómo lo estará pasando sin mi? Un año y tres meses se cumplieron antes de carnaval y sentía que habían pasado muchísimos más años.
El estudio, la universidad, todo me consumía, hasta que vi ese día de carnavales una invitación. La invitación me llegó a mi correo electrónico, era una invitación para una fiesta de carnaval en Venecia.
Italia. No conocía Italia, no he salido del Reino Unido como tal, me habían invitado a Alemania pero yo no fui. Acepte a la invitación, pensé en que llevaría a Marco conmigo, después de todo no tengo novia y aveces es bueno pasar tiempo con amigos.
Marco se negó a mi invitación, después de carnavales que eran el dieciséis de febrero tenía prueba, no tenía muchos amigos así que recurrí a mi única amiga (cerca) que era Constanza. Constanza se extrañó cuando la llamé, tenía unos tres meses sin hablar con ella y de todas formas acepto.
Cuando entré a clases tres días antes de la fiesta la gente a mi al rededor solo veía el reloj para ver cuando demonios nos dejarían ir, era un día libre el único día libre que tendríamos en muchísimo tiempo, todos estaban emocionados, el profesor de economía miraba también el reloj.
-Los dejaré salir cinco minutos antes- nos dice, -no suelo hacer eso pero... Acabo de recordar que tengo una cita con el rector.
La gente se levantaba en segundos de sus asientos, todos salían apresurados, yo miré a la pizarra una vez mas, chequee que tenía todos mis apuntes en la laptop y me fui de último.
-¡Joven Korshting!- me llama el profesor, lo miro extrañado y me acerco.
-¿Pasó algo?- le pregunto, el profesor me entrega mi celular, lo miro avergonzado.
-Tranquilo, pasa todo el tiempo- me dice sonriente, mira a alguien detrás de mi, alza una mano, volteo y miro al rector, el profesor se aleja.
«casi te pierdo» le digo a mi celular con la mente mientras me lo guardo en el bolsillo. Sigo caminando por la facultad, salgo del edificio y me llevo a la biblioteca para entregar antes de irme un libro que había tomado prestado, me acerqué a la bibliotecaria, ella me señalo un montón de libros, lancé el mío con esos y la miré.
Emma, era como haber visto un fantasma, ella me miro de vuelta pero tenía un vuelo que tomar así que me di la vuelta y salí de la biblioteca, Constanza estaría esperándome en el aeropuerto privado.
-¡Paul!- me grita la voz conocida, veo a Emma en la puerta, «no te devuelvas Paul» me dije pero mi cuerpo ya estaba en frente de ella en un abrir y cerrar de ojos.
-Emma- le respondo y enseguida le doy un abrazo, no se por qué lo hice pero necesité hacerlo, había pasado mucho tiempo desde aquella noche, desde aquella lluvia de primavera.
-Tienes barba- me dice, yo le sonrío mientras acaricio mi cara, la barba es algo común en un casi veintiañero, agrega,-Se te ve bien.
-Gracias...Ehm yo quisiera seguir hablando contigo pero me tengo que ir, tengo un vuelo a Italia dentro de media hora.
-Lo entiendo..- me dice ella triste, en vez de moverme e irme continuaba allí en frente suyo, mirándola a los ojos, ella vuelve a hablar-¿No tenías que irte?
-Oh si, lo siento... Quisiera poder invitarte pero...ya le dije a otra persona.
-A Constanza, lo se.
-¿cómo lo sabes?- le pregunto, ella me sonríe.
-Ya es hora de que te vayas Paul.
Afirmo y le doy un beso en el cachete mientras me apresuro a llegar a mi auto, abro la puerta, me meto adentro del auto y me voy.
Es un magnífico día soleado en Oxford, estaba enfermo de la ciudad así que me supo a mierda lo bonito del clima, conduje rápido y sin compasión, salí de la ciudad, llegue al aeropuerto privado, el chofer estaba ahí, le di las llaves de mi auto, vi a Constanza y ella me saluda con la mano súper contenta, debería estar ahí con Emma pero Constanza es genial y siempre ha estado para mi presente.
-¿Sabes que vi a Emma hoy?- le digo, Constanza se quita sus audífonos, mira por la ventanilla del avión privado.
-¿Esa Emma, Emma de la biblioteca? - pregunta, apartando la mirada de la ventanilla y mirandome a mi, afirmo, ella agrega emocionada,-¿¡Y qué pasó!?
-Le dije que me iba y me fui, creo que sabe quién eres tú.
-Todo internet dice que estamos juntos...es un poco loco.
-¿Y quieres que eso sea realidad?- le pregunto colocando divertido mi frente en su hombro.
-Me gustan los morenos o los asiáticos- responde ella con ironía empezando a acariciar su cabello, -tampoco sabes bailar, me gustan los que bailan.
-Sabes perfectamente que tendrías algo conmigo- le suelto ahora con mi boca peligrosamente cerca de la suya.
-Mierda- suelta ella sonrojándose y empezando a reír, aparto mi boca y paso mi brazo por su cuello.
-Ja, te agarre.
-Claro que no,- dice Constanza sin dejar de reírse, me aparta y se levanta, -,¿Cuanto fanta para llegar?
-No lo se.- admito poniéndome de pie, activo la música y le digo para bailar.
Lo próximo fue dos personas bailando sobre las nubes.
Ni conté el tiempo que nos tardamos en llegar, la aeromoza bailo con nosotros, el copiloto también, después estábamos siguiendo a un guía por callejones en el medio de la oscura noche, olía los canales, veía a los tipos en las góndolas, pasamos por una iglesia repleta de gente, el italiano iba contando cosas pero yo estaba distraído. Finalmente cuando llegamos al hotel que quedaba a 200 metros de la plaza de San Marco, la recepción cubierta en madera italiana, todo exclusivo, escaleras espectaculares, Constanza y yo nos acercamos a la recepción anonadados.
-Señor Korshting, es un placer, benvenuti all'Hotel Danieli. Su habitación fue preparada cuidadosamente para su llegada, es la suite, el botones los llevara con mucho gusto, señorita Campagana también es bueno en verla. Bienvenidos.
Constanza y yo nos miramos por un segundo buscando la afirmación del otro y afirmamos, siguiendo al italiano por las escaleras.
La habitación daba a la laguna, había una leve luz entrando de afuera, grandes ventanales, muebles del siglo XIV, televisión en la sala de estar, dos habitaciones, un baño adentro de cada habitación, muebles italianos, música italiana saliendo de la estéreo.
La cama es una de las camas mas suaves en las que he tenido que acostarme en mi vida, Constanza saltó a mi cama.
-Que bien es tener amigos como tu.
-Interesada..- le suelto divertido mientras la observo, Constanza me lanza un zapato riéndose.
-Ven, saltemos, vivamos Paul, esto es algo que se repetirá jamás en mi vida.
-No todo los días conoces al duque de Korshting.
-No, conmigo eres Houben por favor.
Y me fui a la cama con ella a saltar sin zapatos riendo y viviendo, a los pocos minutos tocan la puerta y yo voy descalzo, dejaron en la puerta dos cajas, Constanza se me acerca y me dice que las abramos, meto las cajas, dejando algo de euros en el piso como propina, y la subo en la mesa de la sala de estar.
Abrí la primera caja y tenía envuelta una mascara de carnaval veneciana de hombre plateada con escarcha negra y un traje del mismo color, había una nota encima que decía "Un regalo de bienvenida. Giampaolo Martelli"
Abrimos la otra y había un vestido de carnaval veneciano, un antifaz fino dorado, con brillos a los dos costados y plumas, y unas zapatillas delicadas.
-Pruébatelo- le digo mientras también me levanto para ir a la habitación, ella afirma entre risas y cada quién se encierra y sale a los veinte minutos con su disfraz. Era un vestido bastante moderno para estar basado en uno de varios siglos pasados, la piel oliva de Constanza brillaba con ese verde esmeralda, y el antifaz definía sus rasgos delicados y sus largas pestañas se confundían con las plumas de ganso.
Me veía elegante, y me recordé de cuando le pedí matrimonio a Helena en la fiesta de Els, no eran muy diferentes los trajes pero supe enseguida que este no era trabajo de Patricia Weiss la madre de Todd y de Jaimie Blood, este era del mismísimo Giampaolo Martelli, mi costurero preferido de las pasarelas Neoyorquinas en la semana de la moda, estábamos usando su ropa y ahora entendía quién era él.
-Me siento como cenicienta, lo que falta es el hada madrina y que tu seas mi príncipe azul- dice riéndose, le indico que nos tomemos una selfie para la envidia de los otros y después cambiarnos y dormir debido a que el otro día sería un día bastante largo.
Me puse mi pijama y me fui a dormir, cuando desperté tenía a Constanza durmiendo sobre mi hombro y eso me hizo reír, ella dormía con una bata provocativa... Quería... No, elimina eso de tu mente Paul, se que tiene nalgas perfectas pero... Emma.
Bajamos a desayunar vestidos de turistas, nos tomaron unas fotos y uno de los amigos de mi abuela que estaba en la ciudad me invitó a desayunar con él en el mismo hotel, hablamos de cosas de la burguesía, hablamos de modales y otras cosas y podía ver a Constanza aburrirse tras cada palabra, debía ser Paul Houben para ella, no Korshting.
Luego de desayunar pedí en la recepción un mapa turístico de la ciudad, teníamos todo el día para conocer Venecia y en la noche seria la fiesta. La calle no estaba tan repleta de turistas pero si podías verlos por ahí con máscaras de carnaval tomando fotos a todo, bueno, yo mismo tomaba fotos con mi cámara Nikon que mi padre me había regalado antes de irme de Brasil cuando cumplí dieciséis, tenía fotos de todo, de gente de luces, de arte, de estructura, de góndolas, de Constanza, de los canales, de las gaviotas junto a la laguna, del helado que me comí.
A la seis de la tarde habíamos visto casi todo así que tomamos uno de esos barcos que llevaban a las islas por ahí y vimos la fabricación del vidrio y le regalé a Constanza un collar de ahí.
A las siete estábamos de vuelta en el hotel con una góndola esperándonos para llevarnos a la locación secreta de la fiesta, se que íbamos juntos pero estaba decidido en conocer chicas italianas, a ver si aprendía algo más de ese país y de esa ciudad.
Estar en la góndola por los canales era genial, me imaginaba una escena de acción en ese lugar con mil tipos malos y yo como su James Bond golpeando y pateando y... Si, estaba feliz.
La locación secreta si era secreta, se abrió un portón que no está a la simple vista y nos metimos en el oscuro lugar, un hombre misterioso nos ayudo por la oscuridad con una vela, Constanza y yo íbamos riendo todo el camino, ella me ayuda a ponerme mi mascara y yo también le ayudo con lo suyo, nos decomisaron los celulares antes de entrar y vimos las escaleras que guiaban al cielo.
Subimos cada escalón juntos y el mismo hombre (que personalmente no se de donde salió) abrió la puerta y adentro había música de Vivaldi, y todas las personas giraron a vernos. Desconocidos, todos desconocidos, de nuevo ¿quién me había invitado a esa fiesta?
Y las luces cambiaron, las del salón se volvieron tenues y las de la tarima principal se encendieron, la música repentinamente dejo de ser lenta y aparecieron los músicos, todos escondiendo sus caras tras mascaras venecianas, me quede mirando a la violinista, parecía estar hecha de porcelana, blanca con un vestido rojo, zapatillas que parecían de bailarina clásica negras con listones que amarrados le llegaban a las rodillas, peluca negra de madam. Le sonreí pero su mirada estaba clavada en su violín mientras los chelistas, flautistas y demás trataban de culminar la sonata.
Apareció un tipo gordo, los músicos se detuvieron y con una voz tenor exquisita empezó a cantar líricamente, Constanza y todos los demás aplaudían, yo estaba anonadado, no podía moverme del sitio, miraba todo, era como un sueño, quería estar allá arriba de esa tarima con mi violín, tocando a Mozart o a cualquier otro compositor.
La música sigue y la gente se empieza a dispersar, esta era la fiesta mas extravagante que jamás haya tocado, había principado noruego creo y habían otros burgueses extremistas por ahí, pensar que yo hacia parte de esos subordinados de la sociedad me hacia sentir enfermo. Necesitaba algo de aire, me aleje de Constanza y salí al balcón.
Abajo del balcón solo había agua, se veían unas luces pero no podría decir de donde salían, trataba de diferenciar sonidos, saborear el vino que me había agarrado pero todo me era igual, miré hacia el horizonte y si fumara al menos tendría algo que hacer aquí afuera solo.
Me devolví al salón y allí mire a una chica que vestía un vestido azul, me volví a poner mi mascara y fui tras de ella, estaba subiendo unas escaleras en Caracol de madera a toda prisa, no dejaba de llamarla señorita mientras la seguía al segundo piso del establecimiento secreto.
-¡Madam!- le grité agotado en el último escalón, la chica gira su cabeza y ya no tiene su antifaz puesto, lo lleva en su mano y no es otra que Emma, -¿Emma?- le pregunto, ella afirma. Maldición es hermosa, Emma es hermosa, sus ojos azules hacían juego con su vestido, su cabello negro caía en forma de cascada sobre sus hombros, no es un fantasma.
"¿Qué haces aquí?" Le pregunto en voz lo suficientemente baja para no escucharme, Emma se coloca el antifaz que llevaba en su mano.
-Fui invitada- dice acercándose, su antifaz negro hacia sus ojos brillar, el antifaz se confundía con su cabello.
-Eres bonita, ¿lo sabes?
-¿Me estas admitiendo que te gusto?
-No afirmo ni niego nada- digo con ironía mientras mi mano busca en tocarla, ella se deja, mi cuerpo busca aferrarse al suyo y así sucede, enseguida juntando mis labios con los suyos. Ella se aparta de mi cuando la beso y me da una cachetada, creo que se me salió un "perra" y luego ella me miro con rabia.
No dice nada, y yo me quedo mirando con expectación, ya no era la misma emoción que tenía cuando la besé la primera vez, ahora me daba pena y enojo, Emma me hace a un lado y yo me quito mi mascara, empezando a reír, no la había besado de verdad, le cojo la mano y nos miramos cara a cara, ella se sonroja.
-No te reconocí con la mascara, te salía un acento italiano con eso puesto , da algo de miedo, ¿no podías ponerte un antifaz masculino y ya?
-Fue un regalo, además sabias que era yo.
-No lo sabia- admite sonriendo, - me hubiese dejado besar.
-¿Por qué? - le pregunto cerca de su cara nuevamente, soplo en su rostro, ella se sonroja.
-He estado pensando en ti los últimos meses, - me dice en voz baja.
-¿Pensando en mi? Solamente nos hemos visto una vez.
-Eres real Paul, real y famoso. Todos te conocen y todos hablan de ti.
-Lo sé Emma, lo sé, ¿quieres bajar y beber algo?
-Primero bésame Paul y luego vamos.
Acerco mi boca a la suya lo suficiente para que nuestros labios choquen pero me retracto, doy unos pasos atrás y bajo las escaleras sin voltear a verla.
-No todo se consigue tan rápido- digo, ella me sigue y luego estamos de vuelta en la pista de baile, Constanza está bailando, los músicos ya no están y ahora hay un dj, había música electrónica y la gente bailaba demasiado bien para mi gusto, usaban sus cuerpos de instrumentos, incluso con unos vestidos que no son para nada aptos para bailar ese tipo de música. Las chicas se arrancaban los vestidos y quedaban en tops y en shorts, perdí de vista a Emma para ver el espectáculo, la gente aplaudía, miraba todo impresionado, era un show, todo era un show.
-Emma está aquí Constanza,- le digo, ella acerca su oído a mi boca y yo repito,-¡Emma está aquí Constanza! Lleva un vestido azul y un antifaz negro .
-¡¿Si, esa Emma?! - grita ella sin dejar de bailar, veo a Emma pero esta se me escapa de vista.
Decidí no preocuparme mas por ella y divertirme en la fiesta, mis manos olían a pan y sudor, mi boca me sabia a vino y mi mente vagaba entre recuerdos de un pasado perdido y Emma. Por fin, dos horas después de llegar y de estar bailando apareció el que nos invitó a todos, llevaba una mascara puesta y era todo un momento de expectativa, a el hombre quitarse la máscara lo miré y no era otro que Federico Bocchio,
-Ese hombre es bello- me dice Constanza
-Te gustan los italianos más que yo, debí suponerlo de ti- mi respuesta sonó mas a un puchero pero Constanza no le tomo importancia y empezaba a hablar con la persona a su lado en italiano, suspiro y me le alejo, veo a unos fotógrafos y Federico empezó su discurso, Federico era otro aristócrata del nuevo siglo, nunca me habían invitado a una de sus fiestas pero mis padres solían ir cuando yo estaba pequeño.
Al terminar el discurso decidí acercarme a él a saludar y agradecerle la invitación, él me miró de pies a cabeza y sonrió.
-Eres igual que tu abuelo de joven- me dice, Federico tiene unos años menos que mi abuelo por eso sabe cómo era a mi edad, es un cumplido así que le agradezco, luego Constanza se acerca a nosotros y yo los presento, él dice - me encanta que hayas traído a tu novia, es una joven hermosa.
«Y no ha visto a helena» pienso dando unos pasos atrás.
-No es mi novia- le digo, Constanza afirma y Federico sonríe.
-No entiendo a los jóvenes de hoy en día. En mis épocas...
-Federico- le interrumpe una mujer, Federico se disculpa y se va con ella, nosotros nos miramos en búsqueda de algún signo de risa o comportamiento, no hacemos nada.
Finalmente nos vamos de la fiesta a las tres de la mañana, estaba medio borracho y Constanza más sobria que nunca, cuando nos subimos en la góndola vi a Emma, grité y Emma volteo y nos miro, iba caminando en la acera así que se acercó a la canal, Constanza ya estaba medio dormida así que no reacciono.
-¿Quieres la recorrida?- le grité en portugués casi gritando, me retracto y repito -¿Quieres que te dejemos en tu hotel? - ahora en ingles.
-No quiero molestar- dice ella en voz normal, yo le sigo diciendo que se venga con nosotros, ella acepta, el gondolero la ayuda a subir y luego nos lleva cantando al hotel ( o al menos una calle cerca) nos bajamos, le pague, el hombre me devolvió el dinero debido a que Federico le había pagado.
Lo ultimo que se de esa noche es que Constanza dijo que quería compartir cama con Emma y yo caí muerto en mi cama.
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Lo propio
RomanceLo último que pensaba era llegar a amar, lo único que quería era diversión y conocer a un nuevo país. Un brasileño le cambia completamente su vida al conocer a la chica que ama, ¿Una obsesión? ¿Un sentimiento adecuado? Ella sigue siendo la hija de u...