Capitulo 50- Alguien te amó

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ANNIE

Hasta que la muerte los separe, fue lo que escuché ese día de un padre, me aterré al saber que lo había hecho, que me había casado, ahora era Annie de Grant, mierda, ¿en qué estaba pensando? miré a Drake aterrada, él me guiñó el ojo, Mark me agarró el brazo, yo puse mi mejor sonrisa y supe que lo mejor que podía hacer para sobrevivir a ese día era emborrachándome, me acerqué a la barra tan pronto como cuando llegamos al sitio de la fiesta, la casa de los padres de Mark en Birmingham, miré a mis al rededores, me senté en una silla con mi celular en una mano y whisky en la otra, ¿desde cuando bebía Whisky? dejé el whisky en el suelo y me fijé en un mensaje de Tom que decía "¿Estas lista para escapar conmigo?" el solo pensarlo me sacó de mi y bloquee la pantalla rápidamente, hace nada pensaba en él, que más nunca sería suya, que ahora me había casado con un hombre bueno y atractivo.

Africa había cambiado a ese hombre del que me enamoré, el nuevo Mark era más desinteresado hacia mi, pero mejor en el sexo. El solo pensar en nuestra noche de bodas conllevó a un temblor en mi maldita entrepierna y vaya, de verdad en solo pensar en eso me hacia sentirme extraña por dentro. Mi dama de honor me buscó, me dijo que tenía que hablar para la cámara, no estaba lo suficientemente ebria como para conseguir el valor de decir mis votos nuevamente o decir nada, tenia treinta y cinco minutos sin hablar y seguía pensando en mi precipitación al casarme con el pobre hombre, que muy feliz estaba, hablando con mis hermanos y mi mamá. Mi mamá, con sesenta años, había viajado desde Venezuela con mi papá y mi hermano mayor, miré a mi hermano Javier con su esposa y dos hijos, les lancé un beso y me fui a sentar con Mark.

No habían rastros de Mark por ninguna parte, seguramente su padre se lo había llevado para algún lado a hablar, me senté, miré por encima de mi hombro a Drake, que bailaba con Emily y eso me robó una tonta sonrisa. Drake se dio cuenta que lo miraba así que me sonrojé y dejé de mirarlo, el se me acercó, colocó su suave mano en mi hombro desnudo y yo le indiqué que se sentara junto a mi, sus padres estaban presentes en la boda, los señores Tyson, Helena Tyson y Paul Tyson, Helena era rubia y tenía un cuerpo regular y era un poco baja de estatura, Paul sin embargo tenia rasgos mas finos, atractivos, alto, justo como Drake, un Drake un poco más añejo, sin embargo de ojos verdes penetrantes.

–¿Y tu esposo?– me pregunta Drake, me encogí en hombros mientras Drake me sonreía ampliamente, su mirada me recordaba que ahora era mi amante, y por alguna razón perversa me encantaba que lo fuera. Mi mamá se nos acerca, yo le sonrío ampliamente, ella mira a Drake, luego me mira a mi y se que sabía lo que había pasado entre él y yo, mi madre siempre ha sido una mujer muy persuasiva.

–¿Tu eres el padrino no?– le pregunta ella en español, un hecho, ella no habla inglés, Drake afirma y deja salir en un perfecto español que no conocía para nada: "si, señora Páez".

–¿Tu hablas español?– le pregunto a Drake, él afirma y se ríe, llevaba meses conociéndolo y nunca habíamos hablado en español, una señal que habían muchas cosas que no conocía suyas, ahora que lo pienso, ni siquiera sabia su carrera universitaria.

–Hablo español, trabajé en Honduras por un buen tiempo...

–¿Honduras?–le pregunta mi madre.

–En ese entonces estaba trabajando para una organización internacional para niños en apuros, me gradué de la universidad de educación y supuse que la mejor manera que podía otorgar mi ayuda era a través de una ONG – le dice, lo miré con ojos de platos, ¿qué mierda? ¿no es el el dueño de un bar en Suiza? Ok, si, no tengo mi puta idea de quién es él.

–Cuéntame más, Annie nunca me ha contado nada de ti, a pesar de tu ser tan cercano a Mark, – mi madre se sienta junto a Drake.

–Bueno señora Páez, nací en Boston, sin embargo estudié en Yale, esa universidad queda en Connecticut, me gradué y al poco tiempo estaba en Centro América dando clases de inglés, mis pagos eran bajos, pero me gustaba mi trabajo, me gustaba la rutina de enseñar, luego, un día recibí una llamada que cambió completamente mi vida, un tío, quiso que lo fuera a visitar en Suiza, yo acepté, mi tiempo en Honduras había culminado entonces no veía el porqué no.

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