Veinticuatro horas me tardé en llegar a China, y Shanghai, la tierra del comercio contuvo mi mirada un largo tiempo, el avión empezaba a descender y no podía creer en dónde estaba, nunca había visto algo semejante, le tomé una foto con mi celular y seguí admirando hasta que estábamos muy bajo y las ruedas del avión tocaron suelo. Un anciano estaba sentado junto a mi, dormía plácidamente así que no me molesté en despertarlo y esperé que una aeromoza lo hiciera por mi. En historia habíamos estudiado sobre Shanghai, todo sobre la guerra del opio, la influencia inglesa, etc. Llegaba de sorpresa a la ciudad así que tenía que arreglármelas para llegar al hotel en el que Todd se quedaba, el aeropuerto era una cosa extraordinaria, no quería perderme, aunque ya me sentía perdida, fui a buscar mi maleta, seguí a las personas de mi vuelo, no tuve la oportunidad de chocarme con el anciano que estuvo a mi lado pero cuando recogí mi maleta, me hice amiga de una americana con orígenes chinos, y ella me ayudó a llegar al taxi y le dio las instrucciones de llevarme al hotel, me recordó "la mayoría de las personas no hablan inglés así que ten cuidado" le di un corto abrazo y me subí al taxi con todo y maleta, no me aprendí su nombre.
-Este es su hotel señorita, despierte- me dice el taxista, creía que no hablaba inglés, estaba demasiado cansada para charlar, veinticuatro horas de vuelo, media noche en Shanghai. Salí del automóvil, le pagué en moneda china, y me dirigí a la recepción.
-Mihao, ¿habla inglés?- le pregunté al hombre de la recepción, era muy chino, con su piel amarilla, flequillo recto, mirada perdida.
-Si, si ¡Bienvenida sea al Shanghai Gold Hotel! ¿Tiene reselvación?
-De hecho vine de sorpresa, mi novio está registrado en el hotel, es Todd Blodd...-bostecé, el hombre chequeo en la computadora de la recepción.
-Usted debe ser la señorita Grant, ¿cielto?- me pregunta el chino, afirmé sonriendo, le mostré mi pasaporte y por consiguiente me estaba hablando del país mientras me registraba. China en su esplendor, China en su comunismo, China como dueña del mundo. - ¡Listo! Deslice la tarjeta en el ascensor, y es la suite número dos, al final del pasillo, piso diez. ¿Necesita un botones?
-No gracias, yo misma puedo llevarla.
Mientras subía en el ascensor me recordé de Colin, la última noche había sido una de las mejores noches de mi vida, el polvo que me cubría fue limpiado y ahora brillaba, brillaba como una desgraciada. ¿Y qué iba a hacer ahora? Estaba en China, apunto de ir a Todd Blodd. Llegué a la puerta y dudé un poco antes de abrirla, lo que había pasado en los últimos tres días no tenía una explicación, y volví a pensar «tu eres tu dueña, tu decides» y abrí la puerta de la suite. Suite, sweet...era extremadamente grande, estilo asiático, habían columnas doradas, pinturas de geishas de tres metros, ventanales, y las cortinas eran rojas rubí. Me sentí en un burdel chino y el estampado de escamas de dragón de las paredes me recordó a una imagen que vi en el avión del interior del castillo imperial.
Me acerqué a la primera puerta que vi, la deslicé, era un baño, tan extravagante como toda la suite, cerré la puerta silenciosamente y fui a la puerta que le seguía a esa. Una cama imperial, con sábanas chinas florales, había un cuadro que decía cosas en chino, Todd dormía allí, era la primera vez que lo miraba dormir, tragué saliva, y me quité los zapatos, coloqué mi maleta en el suelo y me lancé a la cama. Toddy, estoy aquí.
-Todd, - le susurré, me metí debajo de las sábanas y llegué a su lado, se veía pacifico mientras dormía, mantenía una respiración continua. -Todd- le susurré nuevamente, estaba peligrosamente cerca de su boca, bostecé con cansancio y froté mi cabeza contra su pecho acomodándome para dormir. Escuché un pequeño sonido salir de su boca, y después abrió sus ojos, me quedé inmóvil, no podía creer que a ese chico lo había engañado, sus ojos azules como el mar, azules como el cielo que iluminaba las noches, y su boca, esa boca alguna vez me había hecho estremecer. «te acostaste con otro» me recordé, cerré mis ojos.
-Hena, ¿¡Mi Hena!?- dice Todd, con repentina emoción, sacó su mano rápidamente debajo de las sábanas y le dio al interruptor de la lámpara que tenía a un lado. Sus ojos viajaron por mi rostro como si fuera una especie de diosa a la cual se le podía rezar, abrí mis ojos y la culpa me llenaba los intestinos, quise vomitar. Respiré y Todd me dio un beso en la mano. Lo miré desconcertada - Que hayas llegado aquí sin previo aviso es lo mejor que me ha pasado en la vida- me dice, acaricia mi cara y yo le sonrío, adentro de mi corazón un pozo sin fondo se empezaba a ampliar.
-M..- las palabras no salían de mi boca, quería decir "mi Toddy" pero no me salió, él se paró de golpe de la cama.
-Es una lastima que llegaras hoy, mañana nos vamos a Japón, volvemos en una semana a Shanghai, y después seguiremos el recorrido, iremos a Beijing, y muchos sitios más, ¿estás cansada? Podríamos salir ahora mismo a conocer Shanghai.
-Todd, acabo de llegar y son las dos y media de la mañana, creo que me dormiría de pie si me muevo de esta cama- le dije sinceramente, Todd me sonrió, se lanzó en la cama y apagó la lampara.
-¿Usas jeans para dormir?- me pregunta, me empiezo a reír, no era así, solo me sentía muy cansada como para ponerme unas pijamas.
-Estoy muy cansada- le digo, siento sus manos desabrochar mi jean, nunca había hecho algo semejante, me sonrojé, los deslizó hacia bajo y me los quitó, no dijo una palabra, ahora estaba en bragas.
-De nada- me dice, era la primera vez que Todd y yo nos acostábamos en la misma cama, llevaba dos días consecutivos con sexo con otro hombre, y nunca había sido capaz de tener un momento como los que tuve con Colin con mi supuesto novio.
-No puedo creer que venga desde Nueva York y tu no has sido capaz de darme un beso- le digo, me retracté después de que lo dije, ¿cómo se supone que lo voy a dejar si continuo pidiéndole besos? Mala costumbre.
Lentamente aferró su cuerpo al mío y me dio un suave beso.
-Gracias,- le dije, él me sonrió en la oscuridad.
-Gracias a ti por venir, no sabes lo que significa para mi verte, te extrañaba, no hemos pasado verdadero tiempo juntos, tu siempre estas ocupada y yo de igual forma, sentía en este último mes que nos habíamos alejado tanto así que temí que nuestra relación terminase. Pero sentirte hoy a mi lado...- no lo escuché más, me quedé dormida bajo sus brazos.
Al día siguiente Todd me despertó a las seis de la mañana porque debíamos tomar un vuelo a Japón, me di una ducha antes de irnos, no hablamos casi esa mañana.
-Señores, esta es mi novia, Helena Grant- me presentó Todd ante un grupo de hombres, después me agarró del codo y me arrastró con él para presentarme al resto del equipo.
-Helena, este fue mi profesor en Julliart, El señor Albretch. Es un excelente violinista y pianista.
-Mucho gusto- le dije al hombre, él me dio un suave beso en la mano y seguimos nuestro camino; conocí a todo el equipo en menos de una hora, y subimos después al avión, habían muchos músicos y yo no me solía codear con ese tipo de gente, el único músico con el que me solía codear era Todd y eso se debía a que yo era más deportiva y aunque sabía como tocar el violín a medias, todos los que me rodeaban eran prodigios.
-Estas seria, ¿En qué piensas? Escucharemos unos concursantes juveniles de Japón, ellos quieren ir a los recitales mundiales, me recuerdan a mi- Todd estaba orgulloso, pasó su brazo por mi cuello y me dio un profundo beso, puede besarme, era mi novio pero eso no apartaba el asunto de que ahora me parecía un extraño. -wooow, sentí tu rechazo, ¿estás molesta conmigo? Oh, sabia que era mala idea esto lo de Asia, no has dormido lo suficiente bien.
-Mmm.- dije, miré por la ventanilla del avión y adiós Shanghai, fue breve nuestro encuentro.
-Dios, en serio, ¿qué te pasa?- me pregunta Todd, yo no sabia que responder, estar a su lado no llenaba el vacío de mi alma, quería tumbarme en un sofá y besarme con Colin, eso era lo que realmente quería.
-No estoy molesta contigo, estoy es...cansada, has sido muy amable en haberme invitado y yo...no se como reaccionar a nuestra situación.
-Debes sonreír, y esperar a escuchar a los concursantes, ¿¡No te emociona!? La música es un lenguaje que ambos hablamos, ¿acaso no recuerdas como tu violín seguía mi melodía cuando estábamos en Inglaterra? Tu sonido y tus interpretaciones eran únicas, tocabas las mejores sonatas de Beethoven, hasta que perdiste el oído...y con esto me refiero a que dejaste el violín.
No podía creer que se recordara de eso, había recibido lecciones de violín desde pequeña, era normal que en la época que hicimos el dueto, cuando tenía quince años era una admirable intérprete. Un poco después Lucy se metió al equipo de fútbol femenino y yo la seguí, y me gané una beca en deporte y no en música.-Eres buena, solo tienes que retomarlo- me dice Todd, la música era su cosa, no la mía. Mi madre también había sido bastante buena en el piano y había terminado sus once años de estudio en el conservatorio, en el momento que tenía que decidir entre ser pianista y ser otra cosa ella decidió ser otra cosa, por la presión. Ahora me debía meter en los zapatos de Todd, él ha estado luchando para mantener su standard en la música, practicaba desde las cinco de la mañana hasta las doce del medio día, después de salir del trabajo hasta media noche. Y cuando no tenía el piano tenía una partitura debajo del brazo, casi como un autómata, vagando por el apartamento y navegando sus dedos por cualquier superficie como si fueran el instrumento.
-No soy como ustedes, no soy un prodigio musical, se las notas, se los tiempos pero no siento que puedo hacerlo de la manera que tu y la sinfónica lo hacen. Va más allá de mis límites, soy débil Todd, no soy tan fuerte como tu. - le dije, mis ojos se empezaban a llenar de lágrimas, él me abrazó y me dio un suave beso.
-Haré que vuelvas a tener confianza en ti misma, puedes volver a ser la Helena violinista que una vez conocí. Y créeme que desde que te escuché tocar me enamoré de ti. Tenías el cabello suelto y eran las seis de la tarde, el profesor de música del instituto me había pedido que buscara unas partituras, vi la silueta de una chica en el salón, y tu música me transportó a otro lugar, en ese entonces era novio de Victoria, tu música estaba llena de tristeza y me atrapó, nunca te pude preguntar qué te sucedía...y te admiré en secreto por años hasta que el destino nos unió- me dice, palidecí, no me recordaba del momento exacto que nos conocimos, para mi era un niño engreído que sabia tocar bien el piano, nada más. ¿Recuerdas lo que te dije?- y enseguida vino a mi el recuerdo, él me dijo "un campo de girasoles"
-Un campo de girasoles, eso fue lo que dijiste- me dejé sonreír, - figuré que esa fue tu visualización tras escuchar lo que había tocado, luego te diste la vuelta y no te vi hasta que nos asignaron a tocar juntos.
-Estaba locamente enamorado de ti, cuando dejaste de ir a clases de música sentí que había perdido una parte importante de mi vida.
-Eso fue hace mucho, - (ojalá hubiera sentido eso por ti)-, yo no sabía quién eras, y verte de tercer lugar en mi lista de admiradores me extrañó, pensé que habías pagado para estar allí. ¿Sabes algo gracioso? Mi hermano Robert dijo que iba a ser tu novia y se cumplió.
-¿Y yo soy tu novio?- me pregunta, este era el momento indicado para decirle que no pero sus labios tocaron los míos en un respirar.
-¿Te habías imaginado alguna vez que terminarías a mi lado?- le pregunté cuando dejó de besarme, yo no me imaginaba a su lado, lo vi alguna vez solamente como ese amigo guapo, me sentía interesada en Jaimie no en Todd. Pero debo admitir que si me gustó, me sentí atraída por él y por eso ahora era su novia y aunque no sentía que lo amaba o que nuestra relación fuera verdadera, me importaba lo suficiente.
-Muchas veces, me preguntaba como sabrían tus labios, en cómo olería tu cabello, si tus manos eran suaves...quiero que seas mi novia formal, de esas novias que conocen a los padres y eso, nos hemos llamado novios pero ¿es realmente así? Se mi verdadera novia Helena, no el engaño de novia que creía que eras. Tengo algo para ti.
Me alegré al saber que no era la única que pensaba que nuestra relación era una farsa, Todd sacó del bolsillo de su chaqueta una cajita de regalo cuadrada y azul, me la entregó, era un collar hermoso, enseguida me lo coloqué.
-Debo suponer que aceptas- me dice esperanzado, no podía decir que si...me había acostado con otro, afirmé lentamente, no podía hacerle eso a Todd.
-Por un nuevo avenir Todd Blodd- le respondí y él tomó mi mano nunca le había visto una felicidad como se la veía ahora.
-Gracias por aparecer en mi vida.
Y eso lo podía llamar un nuevo comienzo con Todd, quizás Jaimie tenía razón con lo que me dijo, tenía que darme un chance para quererlo de la manera que él me quería a mi, he sido inconsciente y había dormido con otro chico (que no estoy para nada arrepentida),le sonreí y tomé su mano.
-No, gracias a ti por aparecer en la mía. Hagamos que funcione ¿si?
-Si.
Cuando llegamos a Tokio dormía en el hombro de Todd, me despertó con una suave palmada en mi cara, bajamos del avión y estaba en otro país asiático sin saber, miré con una sonrisa en mi cara a Todd mientras seguíamos a los de su equipo.
Tokio me pareció un lugar en donde viviría tranquilamente, estaba acostumbrada a las grandes ciudades, eran tan espectacular como Shanghai pero había un toque especial, quizás eran las propagandas en las pantallas gigantes de la ciudad, los anuncios en japonés y las bandas pop japonesas de la radio, todo lucia muy japonés y empecé a creer que las cosas que veía en las animaciones japonesas en mi niñez eran ciertas.
-Iremos directamente al concurso de piano, es en otra ciudad, los llevaran a Nara, escucharemos a los intérpretes de ahí y después a los de Tokio. - nos avisa uno de los hombres japoneses.
-¿Qué tocaran para nosotros los extranjeros?- le pregunta Todd con una sonrisa, el japonés le da una palmada en el hombro.
-Será Fantasie Impromptu, Op.66 la misma que tocaste hace nueve años para nosotros, ¿lo recuerdas?
-Cho-pin, estuve apunto de morir cuando terminé ¿lo recuerdas?- le dice Todd con una sonrisa. - Helena no sabe lo dotado que soy todavía.
-Vives practicando, me se la melodía de las canciones que tocas y tocas. Tocas conciertos de Ravel, Beethoven, Chopin, Strauss, Rachamninov, Debussy...podría continuar. Se lo bueno que eres.
-Gracias querida, cada dolor de muñeca es por ti. Sabes lo que estoy pensando es que deberías acompañarme con Love's sorrow de fritz kleisler.
-¡Wow!- dijo su amigo japonés, no conocía esa, miré a todos en el auto, y todos me miraron de vuelta.
-¿Eres músico?- me pregunta el profesor de Todd, me sonrojé y busqué auxilio pero nadie me auxilió, me sentía como una zebra entre una manada de leones.
-No soy algo semejante a ustedes. - Dije rápidamente, Todd sonrió.
-Harás ese dueto conmigo, hablaremos el mismo idioma por la primera vez.
Y el resto de mi tiempo en Asia, lo pasé con un violín colocado en mi hombro, perfeccionando mi torpe técnica con el ex profesor súper exigente de Todd, y me di cuenta que su mundo no era fácil, mucho esfuerzo y mucha disciplina. Los jóvenes de Nara y Tokio habían sido maquinas, con márgenes de error casi nulos, Todd entendía porqué no todos ganaban y mientras observábamos susurraba las notas y algunas veces susurraba si había un error de tiempo o si la interpretación transmitía algo. Lo había escuchado conducir en Taiwán, lo había escuchado en un coro con unos niños cantoneses, no lo había oído en el piano pero sabia que tocaba en los momento que yo no estaba presente, cuando algunas chicas del equipo de Todd me arrastraban con ellas a los mercados asiáticos para comprar algo. Había conseguido un Yukata en Japón, tenía un uniforme de Kung-fu chino, escrituras taiwanesas, y otras cosas, mi pequeña maleta estaba casi repleta de souvenirs.
-Ya estas lista- me dice el profesor, lo miro y seco el sudor de mi frente, tenía los dedos entumecidos, faltaba un día para regresarnos a los Estados Unidos, casi no había dormido en un mes y no había tenido tiempo de pensar en nada, y no podía negar que los pocos momentos que tenía con Todd eran maravillosos, íbamos a parques juntos a leer, me obligaba a tocarle alguna canción en el violín que no fuera la que íbamos a hacer en el dueto, y compartíamos la misma cama, me estaba acostumbrando a su presencia a mi lado y mi pensamiento durante el sexo con Colin había sido acertado, no podía dejar a Todd, había algo inexplicable en ese chico que me hacia que me importara y me sintiera extraña, sabia que no era lo mismo gustar a querer pero yo si quería a Todd, y quizás lo estaba empezando a amar un poquito.
Solté el arco del violín cuando me dijo aquello, quería salir corriendo a ir a ensayar la canción en conjunto con Todd, él se agachó, recogió el arco y lo puso sobre una silla.
-Hubieras podido irte por el camino de la música sabes...talento tienes.- me dice, me sonrojo y esas eran las palabras que quería escuchar, bajé el violín, lo coloqué en su estuche junto al arco, es muy buen violín, uno antiguo, no reconocía la marca. De caoba.
-No pensé que tocar diera tanto trabajo, creo que respeto un poco más a mi novio después de esta experiencia diabólica y dolorosa- sonreí y le entregué el estuche en sus manos, él me lo devolvió.
-Regrésamelo cuando sientas que es necesario regresármelo. Le has devuelto el sonido, que sea así por un tiempo. Gracias por tu atención Helena.
-¿Sigue con planes de irse a Rusia?- le pregunté, el señor Albretch sonrió y afirmó, le di un abrazo y él se quedó quiero como una estatua, lo dejé de abrazar.
-Gracias por enseñarme.
-Fue un placer señorita Grant, le deseo un excelente futuro al lado del joven Blodd, hacen una atractiva pareja . Suerte en su dueto. Y recuerde regresarme el violín algún día.
-Entendido- le dije, y me di cuenta que había sido seducida por la música, ya no pensaba en mis noches con el marino Duparque, ya no pensaba en el beso de Jack. Pensaba en mi futuro con Todd y en el largo camino que debíamos recorrer ahora como novios formales.
Salí del salón y me fui en búsqueda de Todd, lo encontré en el auditorio frente al piano, vestía unos jeans y su cabello estaba despeinado. A nadie le pareció tonto que él quisiera tocar un dueto con su novia, o quizás si les pareció pero nadie dijo nada.
-Me despedí del señor Albretch, - le dije, Todd giró a verme y lloraba, algo se rompió en mi cuando lo vi llorar, quería lanzarme a sus pies y confortarlo para acabar con su pena.
-Lo siento, me metí mucho en cómo quería que Love's sorrow sonara,- ahora sonreía y se sonrojó, dijo - hoy llevas el cabello de una forma diferente, me gusta.
-Gracias- no pude evitar sonrojarme, Todd se puso de pie.-Debemos ensayarla juntos, muero por escuchar tu piano,- Todd se acercó a mi y puse con cuidado el estuche en el suelo.
-Lo podemos hacer cuando regresemos, ahora deseo besarte.
El beso de Todd me movió el piso, le sonreí entre labios mientras lo abrazaba, el auditorio se hacia pequeño con nuestros pasos hacia el piano, mi espalda golpeó contra la parte trasera a del piano, nos empezamos a reír.
-Me gustas Todd,- le dije, estaba abriendo los botones de su camisa, sus ojos brillaron y me besó con más intensidad, sus ojos eran como las corrientes del Caribe, abrazaban mi mirada y me inspiraban a continuar con nuestros besos. Él detuvo mi mano en el último botón.
-Aquí no Helena, sería excelente pero aquí no.
-Todd yo...- me sentía apenada, entró una persona al auditorio y se devolvió al mirarnos juntos.
-Eso es a lo que me refiero, no tienes nada que lamentar, ¿te parece si nos vamos de acá al hotel? Tengo lunares que te aseguro que no has visto.- me dijo, afirmé y este era nuestro momento a solas desde hace días, pensar que Asia era el país adecuado para descubrir mis verdaderos sentimientos era tan erróneo como pensar que Colin Duparque era malo en la cama.
Caminamos fuera del auditorio y fuimos por los pasillos del establecimiento en el cual habían sido invitados los de la sinfónica, tuvimos la suerte de no chocarnos con alguno del equipo, nos subimos a un taxi y me gustaba esta ciudad, tenía un buen clima, las personas eran amables y había bebido el suficiente té verde.
En el hotel subimos a la suite sin dirigirle la mirada a nadie, sentíamos la misma inexplicable calentura, tuve un recuerdo de cuando había vivido algo así con Jaimie cuando nos encontramos en la embajada, el pensamiento me puso en onda, me quedé mirando a Todd a ver si se daba cuenta de que quería un beso. No suelo mostrar mis emociones mucho, y por eso me solían llamar la frívola, no estaba muy segura de cuando esa actitud había cambiado pero Sara y Manuel ahora estaban más cómodos conmigo.
Nos empezamos a desnudar al tocar la suite, fue una especie de baile, las prendas volaron fuera de nuestros cuerpos y nos admiramos por un segundo, su cuerpo era indescriptiblemente bello, se veía delicado a simple vista, Todd se acercó y besó mi cuello.
-Eres hermosa,- susurró, mientras tomaba mi mano y me arrastraba con él a la habitación, la cobija era de seda china, así que al lanzarme sobre ella mi espalda se deslizó y mi cabeza golpeó una de las almohadas, miré a Todd, no tenía nada que decir, solo que...más le valía ser bueno en la cama, así como lo era en el piano.
-Espero que tus talentos te acompañen nuestra primera vez...- le susurré, una de sus manos tocó mi trasero, y mi piel se puso de gallina.
-Ninguna chica se ha quejado.- me responde, y pensar a Todd con otra chica me sacaba de mi, él se veía como ese chico sensible y virginal de una película, no como un hombre de muchas mujeres.
-Bésame.
Por consiguiente me besó y mi cuerpo conoció a un nuevo contrincante y aunque era un poco torpe para hacerlo, sentí una tonta felicidad al hacerlo con este maravilloso novio que tenía, Todd había ganado la batalla de la cama. Aunque habíamos esperado unos seis meses, me quedaba claro que aveces la espera si valía la pena, alguna vez había escuchado que cuando el miedo se iba la pasión entra y aquello, pronunciado por una boca famosa era ahora mi nueva filosofía, no supe de mis pensamientos claros si no hasta las siete de la mañana del otro día, habíamos estado en esa cama ¿cuantas horas? Dios, cada hora era mejor.
-Despierta,- le dije a Todd, seguíamos desnudos, y los platos de comida estaban acumulados en la repisa de la habitación, habíamos pedido comida al cuarto; quise ver su cuerpo mientras dormía boca abajo, destapé nuestros cuerpos y simplemente me encantaba la curvatura de sus glúteos, su espalda, su cabello despeinado que ahora se veía rojo como la sangre.
-fíjate en los lunares- me dice, le sonrío y me pongo mis bragas, luego mi sostén y subo en sus glúteos, recorro mi mirada en su pequeña y delicada espalda, no veo nada. - están en la ingle. Bajé mi cuerpo, luego demandé en ver su ingle, perfecto, eran los lunares más bonitos que había visto.
-Me gustan- le dije, no me estaba mirando pero yo si lo miraba a él.
-Hacen un triángulo,- tenía una tonta sonrisa en su cara y tracé el triángulo con un dedo, si, era el triángulo mas bonito del planeta.
-¿A qué hora sale nuestro vuelo?-le pregunté, Todd se arrastró hacia mi y recostó su cara de mi vientre.
-Sale a las doce del medio día Hena. - acaricié su cabello con cuidado y él me dirigió una mirada azul, acompañada de un toque de sexualidad.
-¿te animas una última noche Helena?- me preguntó Todd.
-¿Cómo?- dije abriendo mis ojos como platos, eso...no, nunca lo dijo Todd, mi tonta imaginación lo fabricó, Todd me miró con curiosidad.
-A las doce del medio día querida,- repite, le doy un besito.
-Lo sé, gracias.- dije.
-Quiero que te mudes a mi habitación devuelta en Nueva York, me gusta que duermas a mi lado, es reconfortante.
-Y así tenemos sexo más seguido- dije para mi, pero lo dije en voz alta así que Todd puso una mirada picara.
-Helena Grant, la diosa del sexo.- me dice en broma, nos empezamos a reír y nuestros cuerpos se volvieron a conocer esa mañana.
En el vuelo de regreso a Nueva York estuvimos riéndonos y recordándonos de las últimas semanas, mientras él dormía, yo verificaba que todas las fotos que habíamos tomado durante el viaje eran perfectas, y aproveché a tomarle una foto, se veía lindo durmiendo...¿Helena Grant mirando a alguien mientras duerme? Aparté mi mirada y miré la pantalla táctil del asiento , poniéndole play a una película. Estaba emocionada por llegar a Nueva York, extrañaba a mis amigos, extrañaba a Jack, y mi trabajo.
-Me acosté con Colin,- le susurré a Todd mientras me recostaba en su hombro para dormir, él no se movió, pero mi consciencia ahora se sentía más liviana.
Horas después me estaba bajando en el aeropuerto con Todd, enseguida encendí mi movil y llamé a mi madre, le avise que había llegado sin problema. Por consiguiente fui al lado de Todd, el cogió mi mano y me dio un beso.
-Estamos en casa.
Le devolví el beso y su chofer nos llevó al edificio, llegamos en media noche, así que no podía esperar que Jaimie o alguna otra persona estuviese despierta, abrimos la puerta y en mi estómago sentí un vacío cuando recordé que Colin ya no estaba, cerré mis ojos con fuerza, me armé de valor y entré junto a Todd, hogar dulce hogar, hogar dulce perdición.
-¿Vendrás a mi habitación?- me pregunta Todd, afirmé mientras subíamos las escaleras, llevé mi maleta devuelta a mi cuarto, encendí la luz, miré todo, seguía igual, pero sentía que faltaba algo, las sábanas eran las mismas, estaban muy bien tendidas, trabajo de Colin me percaté. Suspiré y subí la maleta sobre la cama, la abrí, estaba en su perfección. No saqué nada, me di la vuelta y abrí la gaveta de las pijamas, había un sobre encima de la ropa, lo cogí junto a mi pijama.
Me cambié, sin dejar de mirar el sobre, lo había lanzado en el borde de la cama y no tenía ningún indicativo. Apenas al terminar de vestirme desgarré el costado del sobre y saqué una carta.
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Lo propio
RomanceLo último que pensaba era llegar a amar, lo único que quería era diversión y conocer a un nuevo país. Un brasileño le cambia completamente su vida al conocer a la chica que ama, ¿Una obsesión? ¿Un sentimiento adecuado? Ella sigue siendo la hija de u...