Capítulo 5

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Alessandro D'angelo



Ha llegado el día de la "reunión" que de seguro va a tener como cien invitados, parece y no conociera a mi madre, echara la casa por la ventana y esa hermana que Dios me dio es otra que no se queda atrás. Ambas han esperado este día con ansias y no desaprovecharon la ocasión para hacerme millones de preguntas y Alana, la pobre tampoco podrá salvarse.
Hablando de ella, esta mañana no quise despertarla era muy temprano y se veía tan bien durmiendo que no quise molestarla. Tenía que estar temprano en la empresa para resolver algunas cosas cuanto antes, además, debo de retirar el vestido de Alana. Supuse que no tendría nada que ponerse así que decidí comprarle uno, podría mandar a alguien pero prefiero ir yo mismo. Alessandro D'angelo jamás haría tal cosa y mirenme voy a retirar un vestido, es mejor que nadie se entere de esto.

– Señor — llama Ana a mis espaldas, volteó y la encuentro en el umbral – el señor Diego se encuentra aquí — ya presiento que está reunión no será de mí agrado.

– Hazlo pasar — asiente y se retira.

Me alejo del gran ventanal que me da una hermosa vista de toda la ciudad de Florida. Me siento en mi silla a esperar a Diego que no se hace esperar.

– Si soy tu mejor amigo, ¿Por qué debo de enterarme por medio de tu madre que te vas a casar? — pongo los ojos en blanco, ya sabía que su repentina aparición tenía que ver con esa bendita reunión de mi madre.

– Buenos días yo también me encuentro bien Diego — hace un gesto quitándole importancia a lo cual solo sonrió.

– ¿Quién es la desafortunada? —  pregunta este intrigante.

– ¿Y así dices ser mi mejor amigo? —  cuestionó. Hace un ademán con la mano y se siente frente a mi

– Déjate de tonterías Alessandro y dime ¿Quién es y desde cuándo tienes novia? ¿Por qué es que no la conozco? — suspiró irritado.

– Es una larga historia y un poco rara — es lo mejor que se me ocurre decir, frunce el ceño.

– ¿Raro? — asiento – Está bien si no me quieres contar no me cuentes pero por lo menos dime su nombre, como es —  me mira suplicante.

– Se llama Alana —  enarca una ceja – es todo lo que te voy a decir y si la quieres conocer lo harás está noche en la fiesta de mi madre – se desploma en su asiento frustrado.

- Por lo menos se su nombre, ¿es bonita? —

– Muy bonita — me mira y sonríe pícaro.

– Ya quiero que llegue la vendita noche — sacudo la cabeza en negación, este hombre que tengo como amigo nunca cambiará.

– Bueno cambiando de tema hablemos de negocios ¿Cerraste el trato con los japoneses? — asiento.

– Si lo hice y la verdad no sé cómo pero lo hicimos y es el mejor trato que pudimos haber hecho —  seguimos hablando sobre los japoneses una hora más, luego se retira diciendo que debe de ir a comprar un nuevo traje para la fiesta, a lo cual le dije que no exagerara pero no le importó.

Pasan las horas y ni siquiera puedo ir a almorzar por lo ocupado que estoy. Le envío un mensaje de texto a Alana informando que no podré ir a almorzar, responde solo con un "está bien".

Levanto la vista de mi laptop cuando alguien toca la puerta, Ana  asoma la cabeza, mi secretaria – Señor acaban de llamar informando que ya puede retirar el vestido —

- Oh el vestido, gracias Ana casi lo había olvidado – asiente y se retira, cerrando la puerta tras ella.

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Matrimonio por ConvenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora