Capítulo 4

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Alana Samuels




– ¿Estás loca? — Jane se puso algo histérica luego de que le contara todo, me está regañando como si yo fuera una niña – llevas un día que lo conoces Alana, no puedes hacer esto, te pido por favor que renuncies a esta tontería —

– ¿Crees que no se que esto es una locura?

– Por lo que veo no —

– Mira Jane, esto nos conviene a ambos entiendes, no es que solo él sale beneficiado sino también yo — me mira interrogante queriendo saber qué es lo que no le estoy diciendo.

– Si es por el restaurante ya encontraremos una solución — me remuevo incómoda en el asiento – no hay algo más ¿Verdad? — maldición, de esta no salgo sino digo la verdad – Alana responde — pide sería.

– No te lo he querido contar porque no quería molestarte — comienzo – no es solo el restaurante — toda su atención está totalmente en mí lo que me hace poner nerviosa – Por favor Jane, no te enojes —

– Claro que no lo haré, continúa — la miro como diciendo claro como no.

– Lo dices pero luego no lo cumples — pone los ojos en blanco.

– No des tanta vuelta Alana porque sino si me enojare —

– Ya te estás enojando — murmuró haciendo que me fulmine con la mirada – está bien, no tengo casa — abre los ojos de par en par – sabes que estaba a nombre de mis padres y bueno los mismos hombres que se quedaron con el restaurante también se quedaron con el departamento —

La muerte de mis padres fue realmente duro para mí, pero el hecho de que estaban hasta el cuello de deudas creo que fue aún peor. No sé en qué momento fue pero el caso es que mis padres empezaron a apostar, en dichas apuestas estuvieron los papeles del restaurante, del departamento hasta incluso su casa. El caso es que me quitaron todo, dejándome en la calle, en la completa ruina.

– ¿Por qué no me lo dijiste? — cuestiona, me encojo de hombros – ¿Dónde has estado durmiendo? O ¿Desde cuándo, Alana ? —

– Lo del departamento fue recién ayer, no te preocupes — niega repetidamente

– ¿Dónde pasaste la noche? — interroga.

– En la casa de Alessandro — susurro muy bajo.

Se cruza de brazos, eso lo hace cada vez que se enoja – entonces, preferiste dormir en la casa de un extraño y solo porque no querías molestarme ¿Verdad? — asiento – que te pasa te estás comportando como una niña, sabes que a mí jamás me molestaría, eres mi mejor amiga — miro el suelo apenada.

– Lo siento Jane, estaba cansada y él me ofreció quedarme y no le vi nada malo y acepte —

– Debes de tener cuidado no sabes si no es un sicópata — me río de su ocurrencia – no es para que te rías, tú sueles ser muy confiada con las personas — la miró incrédula.

– ¿Qué dices? — cuestionó.

– Recuerdas al vagabundo que llevaste al restaurante, luego no te lo podías sacar de encima, MJ nuestra compañera de cuarto la dejabas usar tu ropa, luego ya no te quería devolver, o recuerdas al chico de una noche — la callo.

– Ya está bien, suelo ser un poco confiada si —

– ¿Un poco?, Te robo todo Alana, y no exagero con el todo, dejó el departamento completamente vacío —

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