Capítulo 40

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Alessandro D'angelo

No entiendo porque carajos acepte hablar con esa loca, pero quiero oírla. Que me diga con su propia boca él porque intento matarla. A su propia prima. Con Dominik no he hablado, se ha mantenido alejado solo va y observa a Alana por una hora luego desaparece, no quiero molestarlo ya que su hija está en la cárcel y su exesposa muerta por manos de su hija es algo que le llevara tiempo procesar y aceptar.
René será juzgada dentro de poco en un tribunal de Italia ya que ella toda su vida ha estado aquí y el crimen también se cometió aquí. La estación de policías donde la tienen detenida se encuentra a dos horas del hospital.

Los días pasan y Alana sigue igual no sé qué hacer, no está en mis manos el poder hacer que despierte. No soy un Dios, no tengo poderes. Soy un simple mortal que no puede hacer más que rezar para que ella esté bien.
No llevo la cuenta de las veces que he visitado la oficina del doctor para que el siga diciéndome; No hay mejora.
Y no lo acepto, maldición. En estos momentos, ¿De qué me sirve el dinero y el poder?, el llevar el apellido D’angelo que tiene tanto peso, si eso no la hace despertar no me sirve de nada. Y me mata tal verdad; Que teniéndolo todo no pueda hacer nada.

Así que por el mismo pasillo que llevo recorriendo dos semanas me dirijo hacia donde ella está, el doctor me dijo que ya podemos pasar a verla ya que le hará bien, pues las personas en coma a veces pueden oír el exterior según él y bueno aquí voy.

Intento mantenerme fuerte, no puedo rendirme aún hay esperanza y la tengo confió en su fuerza y que podrá salir de esto. Tomando aire entro a la habitación, es amplia, un poco oscura y en el centro se encuentra en una cama dormida, con máquinas a sus costados y conectadas a ella. Me siento a su derecha en la silla que se encontraba en un rincón. Tomo sus cálida y pequeña mano entre las mías, deposito un suave beso en su dorso y sin soltarla la pongo de nuevo a su costado. Su piel ha perdido el color, sus labios están muy pálidos y resecos, su cabello esta suelto y aun así la veo hermosa. Trazo círculos en su mano y trago fuerte para que no empiecen a caer las lágrimas que amenazan con así hacerlo. No sé qué decirle, me quedo en silencio por varios minutos.

– Cariño — susurro en un momento de valor. No hay respuesta y me destroza.


– Cariño — vuelvo a repetir y tragándome el nudo que tengo en la garganta, continuo – por favor despierta no soporto verte en este estado, te extraño, extraño dormir contigo, Alana si me escuchas por favor ya no más, despierta y hago lo que quieras o es que sigues enojada conmigo, perdóname fue un idiota y todo lo que quieras agregarle, si quieres de rodillas te pido perdón, te cantó una canción tú dime o aprendo a cocinar — le doy un suave apretón a su mano – recuerdas que me dijiste que debería de aprender a cocinar y que tú me ayudarías, estoy dispuesto a hacerlo, pero no puedo sin ti, debes de despertar por favor y cuando lo hagas te estaré esperando, siempre lo haré, te amo —  me acerco a ella y beso su frente.

La esperaré el tiempo que necesite, sin embargo, seguiré insistiendo solo espero que de verdad me oiga. No puedo perderla, sin ella no soy nada.

Me costó dejarla, quería seguir con ella. Pero cuanto antes vaya a la estación mejor así me liberó de esa loca. Con el corazón oprimido en el pecho me dirijo hacia la estación. Marco a Dominik, pero nada no contesta. A Jacob tampoco lo he visto, solo a Jane. Y todavía no salgo del asombro, separarla de Alana para que vaya a comer o descansar es una guerra, en verdad que la quiere. Me gustaría saber su historia Alana solo me conto como se conocieron nada más, pero por lo apegadas que son debe de haber algo más.  Aunque bueno ambas se ven como hermanas, pero de seguro que Jane tiene familia, hermanos a Jacob debo de preguntarle, aunque él es muy reservado así que tampoco espero tanto. Pero es que me da curiosidad.

Matrimonio por ConvenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora