Capítulo 30

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Narrador: Omnisciente

Lágrimas de amor, rencor y rabia son derramadas.

Preguntas sin respuestas.

Mentiras al descubierto.

Y secretos por ser revelados.

Todos dicen que el amor es complicado, difícil, pero no, las personas lo son.

Hay veces que creemos que una mentira no hará daño, pero como bien dicen una vez que mientes no puedes dejar de hacerlo. Empiezan las preguntas y no sabes cómo responder. Siguen los secretos, a veces tormentosos, otros difíciles de confesar. Y es justo en ese momento en el cual te encuentras totalmente atrapado. Sin salida.

El día es sombrío, el cielo al igual que la mujer de cabello ondulado hasta los hombros no dejan de llorar. El primero no es solo lluvia, sino que también amenaza con una tormenta.

La segunda llora por amor. ¿Quién no lo ha hecho? Ese sentimiento que te quita el aliento, que parece que apenas y puedes respirar. Es como si te asfixiara el saber que has perdido a la persona que quieres, se te oprime el corazón en el pecho que duele. Duele tanto que ni siquiera sé cómo describirlo, pero te dan ganas de casar tu corazón entre tus manos y hacer que deje de doler, pedirle de por favor que ya no más. Que sea fuerte, en cambio, no lo consigues. Tampoco puedes controlar las lágrimas, solo para cuando ya no tienes más y a veces no lo hace y llorar sin lágrimas es peor.

Ella sigue hecha un ovillo la misma posición del día anterior. Su amiga intenta convencerla que coma, pero no logra más que el rechazo de esta otra. Y es que cuando el corazón llora no hay remedio.

Su amiga sale de la habitación preocupada, jamás había visto a su mejor amiga en ese estado. Nunca un hombre le había afectado tanto como lo está haciendo Alessandro D’angelo. Su advertencia se ha hecho realidad, Alana Samuels está enamorada y las consecuencias de amar le han agarrado desprevenida, como cuando un soldado va sin armas a la guerra.

Mientras en otro lugar un hombre de ojos azules se reprocha el haber ido al hospital, sabe que la ha cagado, pero no podía no ir a verla ella es importante para él.



– Dominik — lo llama el chico con la cicatriz fea en el rostro – Alana sigue en el departamento de su amiga, ella no ha salido desde el día de ayer que fue allí — le informa.


– Está bien Steve, solo no la dejes sola y sigue vigilando cualquier cosa me avisas — le pide al chico, este asiente, pero en su rostro se nota la confusión.


– ¿Puedo hacerte una pregunta? — el hombre mayor sin darle mucha importancia le hace un gesto para que continué – ¿Por qué te importa tanto ella? — cuestiona con curiosidad.


Conoce a Dominik hace ya bastante nunca le importo tanto una persona como aquella mujer, está bien era un niño no entendía, pero luego lo hizo y también vio el gran cambio que tuvo este hombre que tiene junto a él. Si bien Dominik siempre ha sido reservado, pero cuando alguien ama se nota, no importa que intentes ocultarlo siempre resaltara.



– Porque Alana es familia — responde sorprendiendo a este otro – ella es mi sobrina — confiesa el hombre que hace años conoce y nunca supo que tenía una sobrina. La verdad es que nunca hablo de algún familiar.


– Pero, ¿cómo?, ¿cómo es que nunca me lo dijiste? — cuestiona el chico saliendo de su sorpresa.


– Sabes que no me gusta hablar mucho, que prefiero guardármelo todo y bueno — se encoje de hombros y es cuando el chico se da cuenta que es hora de retirarse, pues este no dirá nada más.


– Entiendo, bueno iré con ella — informa Steve, este otro asiente.


Se retira dejando a Dominik sumido en sus pensamientos. Steve le informo que Alana salió llorando de la casa y no puede dejar de culparse, si él no hubiera ido al hospital ellos estarían bien. Pero no, el querer verla le hizo ir y bueno sucedió aquello. Los errores de su pasado están viniendo a su encuentro y en el proceso están metiendo a su sobrina. Sabe que es su responsabilidad, que debe de cuidarlas. Pero, ¿Cómo hacerlo?




No obstante, no es el mismo en sentirse culpable. Alessandro D’angelo se encuentra sentado en la terraza con la misma ropa del día anterior, creo que hasta durmió allí con su amiga la botella de wiski. Si bien la culpa con el alcohol no se irá, pero por lo menos no será tanta.

Se reprocha así mismo el maldito imbécil que fue con ella, sabe que no debió de decir aquellas palabras, pero la rabia era tanta que le cegó. No supo lo que había provocado hasta que vio sus lágrimas. No pudo protegerla de él mismo, le daño y ahora no sabe cómo solucionarlo. Ir y pedirle perdón no será suficiente.
El daño ya está hecho.

La botella que sostenía entre sus manos es hecha añicos contra la pared. Un grito de dolor sale de entre su garganta tan fuerte como el trueno que lo acompañó. Es que el día refleja su estado de ánimo. La silla al igual que la mesa que allí se encontraban tienen el mismo destino que la botella, es que la impotencia y la bronca es tanta que lo único que hace para tranquilizarse es tirar todo lo que encuentra a su paso. Pronto la sala está hecha un desastre de nuevo, toma otra botella de wiski, la destapa y toma un largo trago sentándose en el suelo. La quiere de vuelta, pero no sabe cómo lo logrará después de toda la mierda que le dijo y es que conseguir el perdón de Alana será difícil.

Así como ayer se lo dijo su primo; Si no arreglás tu mierda, le pides perdón si es necesario de rodillas estarás jodido, perderás lo único realmente importante.

Y él sabe con certeza que perderla no es una opción.



                   ************



En otra parte del mundo dos personas se encuentran en una bodega abandonada. Sombría al igual que solitaria. Muchas emociones reflejan sus rostros, uno arrepentimiento, enojo, bronca. Y el otro solo sonríe con malicia, no le importa que su aliado no esté de acuerdo, hará lo que quiera.


– No se suponía que mandaras a incendiar su restaurante, y si ese chico no le salvaba, ¿es que acaso no te importa? — le pregunta con cierta inquietud en su voz.


– ¿Por qué debería de hacerlo? — le responde este otro en tono frío y distante. Este otro niega repetidas veces como si no creyera lo que oye.


Comienza a caminar de un lado al otro, toma su cabeza en sus manos y no acepta que este otro este tan desquiciado que ni siquiera le importa. En qué momento se metió en todo esto. Solo era por dinero sí, pero él tampoco quería que le sucediera nada a Alana.


– Que hicieras eso sin consultarme no era parte del trato — le reclama, pero su aliado solo se ríe de él.


– No pensé que te importara tanto ella — murmura muy cerca de él – creí que solo querías el dinero y ya —


– Así era porque prometiste que no le harías daño y que sales haciendo, todo lo contrario — reprocha.


Este otro se para frente a él, lo observa directamente y fríamente le responde.


– La del control siempre he sido yo y haré lo que se me dé la gana, no lo que tú quieras entiendes, si quieres salvarla has que desista de la idea de casarse o sino pagará las consecuencias, mientras siga con Alessandro no la dejaré, aunque si lo hace no sé tengo que pensarlo, he planeado algo para ella ya sabes que me gusta jugar, así que mientras estés conmigo maten la boca cerrada y has lo que se te ordena, ahora regresa a Florida y ve que está sucediendo – empieza a caminar hacia su auto dejando a su cómplice parado en medio de la nada, arrepintiéndose de su decisión.


Mientras este otro que está medio desquiciado planea su próximo ataque. Lo del incendio no fue nada, lo de la empresa tampoco. A partir de ahora debe de mover las piezas de ajedrez con agilidad. Alessandro y Alana ambos tienen una sentencia de la cual no se podrán
salvar, así como así.

Matrimonio por ConvenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora