Capítulo 17

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Alessandro D'angelo

Cada día me planteo la misma pregunta; ¿Todo esto que estoy haciendo vale en verdad la pena?.

   En cada ocasión me disculpo con Alana diciendo que es para asegurar la empresa por la cual mi abuelo lucho tanto y no quiero perder todo su trabajo. Pero, ¿En verdad lo hago por esa razón?

   Las demás personas tal vez piensen que solo lo hago para obtener más dinero, mejor posición social. Mi padre lo piensa, Alana en un principio también lo hizo. Pero sé que no es por esa razón, tampoco quiero seguir peleándome con mi primo por dinero, nuestro abuelo no debió de poner esa cláusula. Nos corresponde a los tres por ser sus nietos y no a quien se case primero. Haré todo lo posible para terminar con esa cláusula.

   Muchas cosas rondan mi cabeza, todo es un lío. Debo de solucionar esa maldita cláusula, mis sentimientos. Esto último me tiene peor jodido. No quiero suponer cosas pero tampoco hacerme de la vista gorda porque a la larga solo empeorará todo. Nuestra relación es como un contrato, nuestro matrimonio es por conveniencia. Los sentimientos no tienen nada que hacer entre nosotros y me fustra que estoy empezando a involucrarlos. En cambio, Alana parece tener las cosas demasiado claras y no sé si me agrada. El hecho de que aún no me responda nada acerca de lo que hablamos creo que es mejor porque en estos casos es preferible que no involucremos sexo ya que esto hace que dasarrollemos sentimientos, en mi caso empeoraría más mi situación.

– Oh dios, cierra las persianas quiero seguir durmiendo — habla la principal y única responsable del limbo de mis sentimientos.

Ya lo he dicho muchas veces pero es que no me canso, Alana es especial. Tiene algo que me hace imposible pasar por alto y es eso justamente lo que me tiene mal. Es que ella es tan linda, tan ella, que me dan ganas de llenarla de besos, de abrazarla hasta cansarme aunque no creo que suceda.
   Sus ojos color miel me encantan y cada vez que los rayos del sol se filtran por las persianas estos parecieran mucho más claros, son perfectos, no me canso de verlos. Sus labios de color rosa algo pálidos son suaves, tentativos. Que me dan ganas de probarlos de nuevo, de morderlos, llenarme de ella tanto que un día diga que al fin puede llegar a saciarme.

– Ya es hora de levantarte, ¿O es que se te olvidó que tienes un restaurante que atender? — cuestionó.

  Termino de abotonar la camisa y me acerco quedando a los pies de la cama, donde ella se revuelca bajo las sábanas. Apenas y pude dormir estaba pendiente a su llegada. En su lugar, recibí su llamada estaba bastante tomada y cuando llegue al lugar donde se encontraban ambos ya que mi primo estaba con ella, por lo menos eso le agradezco que no le haya dejado sola en su estado aunque igual él no se quedaba atrás. Los encontré sentados en la vereda casi durmiendose, Alana parecía a ver sido atacada con su camiseta toda rota pero entre balbuceó me explicaron lo que sucedió. A ambos tuve que ayudarlos a subir al auto y luego en todo el camino no dejaban de cantar, me aturdieron y son pésimos en la entonación. Jacob ahora mismo se encuentra en la habitación de invitados, cuando llegamos se caía de sueño y no podía ser desgraciado, entonces lo ayude a recostarse. Hace no mucho verifiqué y sigue durmiendo.
  

  Al principio tenía mis dudas acerca de dejarla ir con él, de igual forma, con o sin mi consentimiento Alana habría ido con él, así que decirle que no solo hubiera ocasionado un problema entre nosotros y eso es justamente lo que no quiero. Pero al parecer se entendieron muy bien, fue lo que entendí cuando hacían sus dúos o cuando contaban sus chistes o se rían por estar pedos. Y la verdad, ahora pensando con claridad no me molesta que Alana intenté tener una mejor relación con Jacob.

– Vamos Ale es solo por hoy, porfis — susurra con voz melosa destapandose la cara – ven y acuéstate conmigo es por hoy nada más, ¿Si? — me muestra una gran sonrisa de blancos dientes.

– No, no caeré en tus chantajes, además, estoy enojado contigo — cambia su rostro a uno de confusión.

– ¿Qué?, ¿Por qué?, ¿Dije algo que te molesto? —

– No es por ninguna de esas preguntas, estoy enojado por tu comportamiento — respondo, pongo mis manos en los bolsillos delanteros de mis jeans.

– Ya estoy bastante grande como para que me vengas a reprochar según tu "mi comportamiento", soy una adulta que puede hacer lo que se le plazca te guste o no — ahora quiere quitarme mi puesto de enojo para meterse ella.

– Se perfectamente que eres capaz de tomar tus propias decisiones, pero Alana, me hiciste ir a buscarte a las cuatro de la mañana y te encuentro como si alguien te hubiera atacado — se levanta tirando las sábanas a su paso.

– ¿Lo que te molesta es que te llamará? — reclama posandose en frente mío.

– No, me molesta que te tomes tanta confianza con mi primo que hasta te emborrachaste, se te olvidó acaso lo que sucedió en la fiesta, ¿que hubiera pasado si te dejaba sola en medio de la noche y tomada?, no soportaría que alguien te hiciera daño Alana, por favor entiendeme. No me molesta sino que me preocupas —

– Se cuidarme a mí misma, además, Jacob no es malo como piensas no me hizo nada, ¿no estoy aquí viva y sana acaso? —

– Si lo estás, pero y si hubiera — me calla

– El hubiera nada, estoy aquí, contigo, ¿no es eso lo que importa? — cuestiona posando sus manos en cada lado de mi rostro. Sus suaves labios están a centímetros de los míos y por un instante sus ojos viajan hacia los míos, pero rápidamente aparta la mirada.

– Tu eres lo único que me importa — susurro, sus ojos miel conectan con el verde de los míos acelerandome los latidos de mí desbocado corazón.

Y es la verdad, ella es lo único que me importa.



Alana y Alessandro:

Alana y Alessandro:

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