Capítulo 31

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Alana Samuels

¿Acaso en esto te convertirás, Alana? Creo que mi mente no se cansa de hacer la misma pregunta. Y yo no me canso de ignorarla.


– Vamos Alana es hora de levantarse, no dejaré que te conviertas en la persona que tengo frente a mí porque sé que esa no eres tú y como tu mejor amiga no puedo permitirlo — espeta Jane mientras empieza a abrir todas las persianas.

El sol que se filtra hace que cierre fuertemente los ojos, los cuales los tengo adoloridos e hinchados por tanto llorar. Y sí, me reprocho a mí misma por seguir en la misma posición hace tres días ya. Pero, siento que no tengo las fuerzas suficientes para levantarme o siquiera ducharme o comer. No es solo por lo que sucedió sino también por mis padres, en estos días recuerdos de ellos me han llegado, han explotado como una bomba en mi cabeza, al parecer no les llore del todo ya que he derramado un mar de lágrimas. Y sé que perder a tus padres es un dolor que jamás desaparecerá, ¿cómo hacerlo?, nunca podrás sanarte del todo, si lo superaras, pero el dolor, aunque no sea persistente allí seguirá.


– Alana — vuelve a hablar Jane, como le estaba dando la espalda me volteo quedando frente a frente. Su lindo rostro teñido en preocupación no me gusta, así que haciendo mi mejor intento le sonrío, una pequeña sonrisa, pero suficiente para que ella lo haga también.



– ¿Cómo este sentimiento puede llegar a dolerme hasta los huesos? — pregunto, Jane me observa y se acuesta junto a mí.


Me observa y suspirando por un momento, deposita un suave beso en mi frente y me abraza como lo hacía mi madre cuando era pequeña y solía tener pesadillas.


– Porque lo amas, y el amor y el dolor van de la mano querida amiga — habla, levanto la vista hacia ella y esta me sonríe triste – cuando amas nunca puede ser todo de color de rosa siempre tiene qué a ver un tropiezo, alguna que otra lágrima que derramar porque nunca algo tan bueno es fácil, sino todo el mundo estaríamos con las personas que amamos, el amor también es sacrificio y créeme lo sé muy bien — confiesa, arrugo el entrecejo – no hagas preguntas ya luego te lo contaré, pero a lo que voy es que; no puedes rendirte si lo quieres yo lo hice y después de mucho me di cuenta que fue un gran error, si lo quieres no lo hagas y no sé lo que sucedió, pero fue tan grave — asiento – está bien, tomate tu tiempo mientras tanto piensa en los dos, piensas si de verdad lo amas, si estas dispuesta a conquistarlo, piensa en el futuro porque recuerda que su matrimonio es falso sí, pero no te aflijas y date tiempo, ordena tus ideas así como estas ahora no, necesitas levantarte, ducharte y ver qué hacer — comenta y me sacude de los hombros suavemente – porque está no es Alana Samuels mi mejor amiga, la que no se rinde y por más que sea difícil la situación y siempre, pero siempre y no lo digo porque te quiero sino porque te conozco, a esa mujer luchadora que no sé rinde ante nada, la que me ha sacado en mis peores momentos o es que no te acuerdas de lo que una vez me dijiste — cuestiona.

Hago como que pienso por un momento.

– No importa cuántas veces caigas y las personas se rían de ti, no le des importancia porque al fin y al cabo eres tú y solo tú no ellos, no te conocen no saben lo que arrastras, no saben tu sufrimiento solo lo conoces tú, así que….


– Levántate, limpia tus rodillas, mentón en alto y las ideas claras y vuelve a intentarlo que lo conseguirás, con perseverancia lo harás y yo estaré junto a ti — termina, la abrazo y ella a mí. Jane siempre ha estado para mí como yo para ella, siempre unidas.


– Ahora a levantarse — comenta y se seca alguna que otra lágrima que había manchado su rostro, se levanta, retira las sábanas, me extiende la mano, la tomo y me vuelve a abrazar – sabes que te quiero como a nadie — susurra en mi oído y la abrazo fuertemente.


Matrimonio por ConvenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora