Capítulo 28

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Alessandro D'angelo

– ¿Cómo no me avisaste? Es que, carajos Alessandro debí de estar ayer aquí con ella, pero no, es que al parecer si no veía las noticias no me enteraría de que Alana está en el hospital — Jacob no hace más que reprochar y reprochar.

– Ya Jacob perdón si, no tenía cabeza para nada — digo intentado que se calme, pero no.

– Si como no, hubiera querido estar aquí con ella — murmura lo cual me pone alerta, la verdad creo que estoy vuelto un paranoico.

– Y para que, de que hubiera servido tu presencia aquí Jacob he me puedes explicar — pido, me empieza a doler la cabeza poniéndome de mal humor.

– Pero a ti que carajos te sucede, y claro no iba a solucionar nada pero por lo menos estaría aquí para ella — informa este observándome con desdén.

– ¿Es que acaso te gusta o que? — pregunto perdiendo los estribos, no puede ser que a él también tenga que agregarlo a mi lista negra.


Porque sí, ahora tengo una lista negra mental dónde están las personas las cuales están interesados en Alana. Están dos, no quiero un tercero.

– Estás delirando claro que no yo la considero como una amiga — se defiende este y comienza a caminar de un lado al otro.


Me estoy volviendo un maldito loco, es que no puedo confiar si quiera en mí compañera de compromiso porque me estuvo ocultando que el estúpido de Dominik la contacto. Jacob tan desesperado, preocupado que me hizo pensar que tal vez le gusta, pero la cara de mí primo me confirma que en verdad estoy mal.

Cierro un momento los ojos, no pude dormir en toda la noche. Ni bien dieron las siete de la mañana vine directamente al hospital, al rato apareció Jacob, furioso por no haberle avisado, preocupado como jamás lo había visto y es que al parecer estima mucho a Alana. Mi madre y Lía también llamaron furiosas, pero por lo menos pude tranquilizarlas, aunque dijeron que entre un rato vendrían a verla.

Lo que está sucediendo con la empresa que me tiene estresado. Alana me preocupa, ya quiero que le den el alta y llevármela a casa. La angustia de no saber qué es lo que sucede entre ella y Dominik me vuelve loco.


– Perdona Jacob, tienes razón sí, no debí de pensar cosas que no son  — me disculpo, este me observa detenidamente por unos instantes que al fin asiente en acuerdo.


– Está bien, te entiendo, pero me preocupo por ella no me gustaría que algo malo le pase y esto del incendio me asusto, temí por ella, ¿qué hubiera pasado si no la sacaba ese chico a tiempo? ¿qué sería de Alana en estos momentos? — espeta con cierto tinte de miedo en su voz.


– No hables así por dios, ella está bien y saldrá adelante la ayudaremos a hacerlo — este asiente en confirmación – y no creas que no pensé en todo eso, pero no, ella está estable enseguida despertará, la verdad no podría resistir perderla — no se suponía que esa última palabra escuchase Jacob. Pero bueno se me fue, sin embargo, este no dice nada.


– Alana es una mujer fuerte, sabrá como conllevar lo del restaurante – respondé con convicción.


– Exactamente – concuerdo. Él sigue de un lado para el otro, mientras yo estoy parada en medio de la sala esperando a que el doctor aparezca diciendo que ya está despierta y que pronto le dará el alta.


– Buenos días, ¿El señor D’angelo? — pregunta un oficial de alrededor de cincuenta años, de tez morena, ojos grandes oscuros al igual que su cabello. Posee una nariz respingona, su rostro algo serio, pero no me parece que en verdad sea así.


Matrimonio por ConvenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora