CAPÍTULO 20

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Título: "i put a spell on you" by annie lennox

-"porque eres mío"

p.o.v.MinGi

La colcha se pegaba a mi como una segunda capa, cubriéndome el cuerpo desde la mitad de mi espalda, estas eran suave encima de mi piel, dormitaba entre el sueño y la realidad, andando sobre un fino hilo.

Decidí que ya era hora de levantarme. No me podía pasar toda la mañana en la cama metido, pero es que la verdad no había dormido nada en esos cuatro días desde que había llegado Sana. Porque a la mañana siguiente de que llegara desvelo la gran mentira en la que habíamos vivido los ocho chicos que vivíamos en esa casa.

Recuerdo a papá como un héroe, el que me arrancó de las manos de mis padres, él que me despertó de aquella pesadilla en la que estaba metido. Me dio un hogar, un hermano en el que apoyarme y unos brazos en los que refugiarme. Me lo dio todo.

Descubrir que solo habíamos sido un plan para él, que nada había de verdad en sus acciones dolió como si me acabaran de pegar una patada en el alma, o al menos lo sentí así.

Siempre me había parecido un tanto extraño que no nos dejara buscar nada que tuviera que ver con el padre de ChaerYeong y NaYeon, la pareja de JiSoo. Para nosotros ese hombre estaba vetado. Recuerdo que una vez, la desesperación y curiosidad nos inundó a SeongHwa y a mí, intentamos buscar, aunque fuera en internet algo de la boda que se realizo de aquellos ocho hijos de grandes empresarios para encontrar al marido de Kim JiSoo, pero no apreció nada. Se nos bloqueo el ordenador, y no nos dejo seguir adelante.

Cuando papá descubrió lo que habíamos intentado nos encerró en el sótano a los dos tres días, con las luces apagadas y solos en el frío. La verdad es que sus castigos se salían de lo general que era prohibir la televisión una semana.

Pero lo quería. Y él nos había utilizado. Nos había formado para destruir a los suyos y estar al mando de todo lo que era de su mujer. Éramos sus marionetas, sus muñecos de trapo. Eso me hizo sentir impotente, herido y abandonado. Y esa mezcla en mi solo tenía un efecto autodestructivo. Por suerte SeongHwa supo pararme a tiempo, no me lo conto junto a todos ellos sino por separado y a solas en un sitio asilado de todo donde no pudiera hacer ninguna tontería.

Intenté quitarme esas ideas de la cabeza porque ya me conocía y no me apetecía estar empestillado como los últimos cuatro días.

Me giré sobre mí y abrí los ojos buscando a Sana. Pero no estaba, en su sitio hallé unas sabanas extremadamente frías y solitarias.

-Sana – dije alzando la cabeza y mirando a mi alrededor. Me levanté de la cama y fui al lavabo y piqué un par de veces – Sana – la llamé entrando, tampoco estaba.

Era raro, siempre que me levantaba estaba a mi lado o en el baño. Mi mirada cayó en el escritorio. No estaba ni su nuevo móvil ni su chaqueta.

Se había ido.

Noté como el mundo se me venía encima. Cerré los ojos por unos segundos, notando como mis uñas se clavaban en la palma de mis manos, abriendo de nuevo las heridas de los cortes infringidos por mí mismo, sentí la sangre cálida bajar en pequeños borbotones por mis manos, manchando el suelo.

Y de un momento a otro ya no estaba la silla en su sitio, la cogí y la tiré al suelo, descargando toda la ira que mi cuerpo estaba sintiendo. Me había dejado, me dije. Y la televisión ya no estaba en su sitio, sino en el suelo, rota y destrozada cuando le di una patada.

Los dos cuadros que tenia en la pared desaparecieron, impactando contra la pared que tenia el balcón.

Miré las ventanas abiertas, como entraba el aire por ellas, era frio y abrumador encima de mi cálida piel, me heló cada vertebra de mi espalda y me erizo la piel de mi pecho descubierto.

UTOPIA; 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora