CAPÍTULO 31

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p.o.v.BangChan

Le di una vez más al saco de boxeo, notaba como mis manos me estaban diciendo basta, que parara, mis nudillos ardiendo y las gotas de sangre comenzando a correr por mis huesudas manos. Miré el saco con detenimiento, dando un perfecto derechazo que hizo que se balanceara con violencia.

Cuando regresó conmigo el saco lo agarré con fuerza, abrazándolo y dejando mi mejilla postrada contra el cuero. Intenté respirar, una y otra vez, de forma pausada y tranquila, intentando relajar mis músculos y sobre todo acallar mis pensamientos.

Aun oía a toda esa gente gritando y vitoreando al son de las cosas que alguien decía con un megáfono. Los cuerpos pasando por mi lado, empujándome y haciendo que me moviera con ellos. Notaba la opresión en el pecho solo al recordarlo.

Solo recordaba que había ido hacia el sitio donde había quedado con DaHyun y cuando estaba distraído con mi móvil en mi mano, alguien me tapo la nariz con un pañuelo inyectado en algún tipo de liquido que hizo que a los segundos cayera dormido. No me dio tiempo a reaccionar, ni siquiera defenderme.

Me despertó el bullicio de fondo, y cuando abrí los ojos me encontré tumbado en un banco en mitad de una de las calles más grandes y trascurridas de Seúl.

Cerré con fuerza los ojos y le di un golpe más al saco antes de separarme de él y sentarme en el suelo del gimnasio de la mansión. Bebi de mi agua mientras miraba por la ventana y contemplaba como el sol ya había salido del todo.

-Eh – me llamó una voz desde la puerta. Era NaYeon – pilla.

No me costó reaccionar cuando me lanzó una bolsa de hielo, la cogí al aire y le hice un gesto de agradecimiento. No la miré a los ojos mientras se acercaba a mí, sabia perfectamente lo que había hecho la noche anterior y que la marca en el labio inferior había sido por culpa mía. Más contractamente por un puñetazo que le di.

Cuando llegué mi madre me lo explicó, y lloré, muchísimo. Por ella y SeHun.

-¿Qué tal has dormido? – me preguntó. Yo me puse el hielo encima de las manos sintiendo un pequeño escozor del contacto de la bolsa de hielo sobre mi piel.

-Bien, bien – dije carraspeando para que las palabras salieran - ¿y tú?

-La cama era muy grande – dijo riendo un poco al final, yo no la miraba aun – me he acostumbrado a dormir cada noche con un tío que parece un armario empotrado a mi lado. Además, da unas patadas de la hostia.

-Que pesado ese tío, tendrías que sacarlo de la cama más a menudo para que te deje más espacio.

-No quiero espacio – dijo y su voz fue seria – quiero que me mires – me dijo cogiéndome de la barbilla para que girara el rostro y la mirara.

Sus ojos negros se fijaron en los míos, sus iris moviéndose de lado a lado como si estuviera estudiando los míos y los sentimientos que ocultaban debajo. Sus dedos largos de adherían a mi barbilla, agarrándome con fuerza, como si supiera que si me soltaba dejaría de mirarla.

-Estoy bien, Chan – sus labios pintados de rojo moviéndose lentamente.

Yo los miré, se los había pintado para disimular el corte en ellos, a NaYeon no le gustaba pintarse los labios. Pero lo había hecho para que no me fijara tanto en aquel pequeño corte de su labio inferior casi al lado de la comisura. El moratón que le había salido al lado le había costado más disimularlo. 

-No creo – dije mordiéndome el labio inferior, reteniendo el suspiro de dolor que quiso salir de mi garganta.

-Pues créeme, porque soy yo quien te lo dice – sus dedos me acariciaron la piel, sus ojos negros mirándome tan fijamente que noté como se me metieron por debajo de las capas y capas de piel que me rodeaban el cuerpo – además no fue tan buen derechazo.

UTOPIA; 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora